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Kempes: “Que gane el fútbol”

Desde la costa este norteamericana, Kempes palpita la final de esta noche de la Copa Argentina en un estadio que, paradójicamente, lleva su nombre.

“No sabés el frío que hace acá”. Mario Alberto Kempes lleva la tonada cordobesa a todas partes del mundo que lo encuentren relacionado con el fútbol. Actualmente, el GPS sitúa al Matador en Estados Unidos. Trabaja para la cadena televisiva de deportes Espn y reside en Bristol, ciudad de 60 mil habitantes ubicada en el condado de Hartford, estado de Connecticut, a 173 kilómetros en ruta de Nueva York.

Desde la costa este norteamericana, Kempes palpita la final de esta noche de la Copa Argentina en un estadio que, paradójicamente, lleva su nombre. Con el corazón dividido entre Central y River, dos clubes que formaron parte y enriquecieron su notable trayectoria futbolística, que incluyó la participación en tres Mundiales (Alemania 74, Argentina 78 y España 82) y la consagración en la Copa del Mundo que se disputó en nuestro país.

“Que triunfe el fútbol y que no haya ninguna mano negra como en la final del año pasado”, suelta el Matador Kempes en contacto telefónico con El Hincha, aún con la vena hinchada por aquel bochornoso arbitraje de Diego Ceballos que facilitó la consagración de Boca sobre Central en la Copa Argentina 2015.

“Es un partido que le interesa a todo el fútbol argentino. Voy a verlo, como aquella final del año pasado. Central y River fueron dos pasos muy importantes en mi carrera como futbolista, aunque es cierto que estuve más tiempo en Rosario”, reconoce el ex delantero que en dos años y medio consiguió la extraordinaria marca de transformarse en el máximo goleador de la historia de Central, convirtiendo 97 goles en 123 partidos entre campeonatos locales, Liguillas y Copas Libertadores.

—¿Cómo se juegan las finales?

—Se juegan con el cuchillo entre los dientes. Hay que ganarlas sin importar las formas ni los estilos. Son partidos únicos. Por algo son finales. Los ganadores quedan en las fotos de los diarios y de las revistas.

—¿Importan los antecedentes y las formas en que llegan ambos equipos a la final?

—No tanto. Uno de los dos llega más jodido que el otro. River perdió el Superclásico, llega golpeado en lo mental y en lo físico, y volvió a mostrar dudas en defensa. Y Central, que decidió preservar a sus mejores jugadores, viene haciendo una buena campaña en la Copa Argentina pero no así en el campeonato local. Ninguno llega diez puntos.

—Central tiene un ataque de primer nivel con Ruben, Teo y Lo Celso. ¿Ellos pueden marcar la diferencia en Córdoba?

—Las individualidades son importantes; pero por encima de ellas aparece el equipo. El domingo pasado, cuando salió (Andrés) D’Alessandro, sufrió River y pudo dar vuelta la historia Boca. En primer lugar tiene que aparecer el equipo. En esta clase de finales, la figura se define entre los 80 y los 85 minutos del partido.

—¿Qué es lo que más recordás de tu paso por Central?

—Recuerdo que nos divertíamos mucho en los entrenamientos y en los partidos. A pesar de la rigurosidad del Viejo (Carlos Timoteo) Griguol. Era un grupo de excelentes compañeros. Aunque no pudimos salir campeones en esos dos años y medio que me tocó jugar en Rosario, pude convertirme en el máximo goleador de la historia del club. Una lástima que en el 74 se haya lesionado mi amigo Aldo Poy (NdR: se golpeó la rodilla izquierda en un clásico de la Liguilla Pre-Libertadores) y no pudimos jugar más juntos. En el fútbol los jugadores somos aves de paso. Pero en Central tuve la dicha de haber dejado una huella.

—En Rosario también te hiciste amigo de futbolistas que jugaban en Newell’s.

—Si yo vivía en un departamento del monoblock Pellegrini e Iriondo, a cinco cuadras de la cancha de Newell’s. Vivía más cerca del Parque que de la cancha de Central. Prácticamente convivía con los hinchas leprosos y nunca tuve inconvenientes con nadie. Entre otros, hice amistad con el Tolo (Américo) Gallego porque jugábamos juntos en la Selección. Y también con el Flaco (Enzo) Bulleri, con quien compartimos plantel en River.

—¿Qué te produce que la final de la Copa Argentina se juegue en un estadio que lleva tu nombre?

—Yo tuve la suerte de haber sido reconocido entre tantos deportistas cordobeses. Y casualmente de haber sido goleador en Central y de salir campeón en River. Que el estadio mundialista de Córdoba lleve el nombre Mario Alberto Kempes no deja de resultarme simpático.

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