El gobierno de Ucrania buscaba ayer retomar el control del este del país –utilizando métodos represivos– en medio de tensiones separatistas en tres ciudades y, aunque en una de ellas recapturó una sede de gobierno y detuvo a decenas de personas, dijo que “radicales” armados con bombas tenían a 60 rehenes en otra. Por su parte, Rusia llamó al diálogo a Kiev y dijo temer una “guerra civil”.
El Servicio de Seguridad de Ucrania (SBU) dijo que, “bajo la amenaza de las armas, los separatistas retienen a la fuerza a unos 60 ciudadanos” en el edificio del SBU en la ciudad de Lugansk, una de las tres, junto con Donetsk y Kharkiv, donde manifestantes prorrusos tomaron edificios públicos el domingo pasado y miles se manifestaban a favor de esa acción. La acusación se transforma en una advertencia a la entrada en acción del gobierno frente al interés independentista.
Las ciudades de Donetsk, Lugansk y Jarkov están en regiones con importantes comunidades rusoparlantes que se oponen a las nuevas autoridades ucranianas surgidas tras la destitución del presidente prorruso Viktor Yanukovich, en febrero.
Además de complicar planes de celebrar elecciones el 25 de mayo, el descontento en la región oriental es una nueva amenaza a los planes del nuevo gobierno de Ucrania, luego de que la península de Crimea votara independizarse del país y fuera anexada por Rusia, el mes pasado, abriendo el conflicto entre Rusia y Occidente.
Ayer, Moscú instó a Kiev a desistir de reprimir las protestas prorrusas y advirtió que esto podría “desatar una guerra civil”, al tiempo que expresó su disposición a dialogar con Ucrania y Estados Unidos para solucionar la crisis.
Más temprano, fuerzas policiales ucranianas reprimieron a manifestantes prorrusos en Jarkov, la segunda ciudad más grande del país, y lograron recapturar un edificio de gobierno desalojando a los activistas y arrestando a 70 de ellos.
En Donetsk, 250 kilómetros más al sur, manifestantes que desde hace tres días tienen tomada la sede del gobierno regional siguieron ayer en control del edificio de 11 pisos y comenzaron a formar su propio gobierno paralelo, un día después de proclamar la independencia y de convocar a un referendo de adhesión a Rusia.
En una intervención ante el Parlamento, el presidente ucraniano en funciones, Aleksander Turchinov, amenazó con usar la fuerza para recuperar los edificios.
“Si no encontramos la forma de arreglar la situación por la vía pacífica, actuaremos de acuerdo con la ley antiterrorista”, aseguró por su parte el jefe del gabinete del presidente de Ucrania, Serguei Pashinski.
En Moscú, Lavrov manifestó la voluntad de Rusia de mantener conversaciones pero reiteró la demanda de que Ucrania apruebe una nueva Constitución federalista con mayores poderes para las distintas regiones y que garantice su neutralidad, un reflejo del temor del Kremlin de que su vecino se una la Otán.
El canciller ruso agregó que las negociaciones podrían arrancar dentro de “unos diez días”, pero expresó su temor a que dentro de ese plazo las autoridades ucranianas preparen, sin consentimiento de las regiones orientales rusoparlantes, el proyecto de la nueva Constitución del país.
Horas antes, la Cancillería rusa instó a detener cualquier movimiento de tropas en las regiones orientales de Ucrania. En un comunicado, afirmó que cuenta con información del envío a esa zona de unidades de tropas del Ministerio del Interior y la Guardia Nacional ucraniana para “aplastar las protestas de los habitantes del sureste del país contra la política de las actuales autoridades de Kiev”. Además denuncia que “en esta operación participan cerca de 150 especialistas estadounidenses de la organización militar privada Greyston”, advirtiendo que esas acciones pueden conducir a “ una guerra civil”.