El cuerpo como espacio político y de militancia. El baile y los movimientos como construcción de sentidos. La pasarela como confluencia del arte y las disidencias. Bajo la fantasía “Historia del Arte Queer” identidades LGBTTTIQA+ buscarán homenajear a quienes marcaron un hito en el arte y el ballroom. Desde el egipcio y renacentista, pasando por el arte pop de los 60, hasta llegar al contemporáneo, sin olvidar la memoria trans, las identidades mostrarán sus destrezas para voguear al ritmo de la diversidad en una nueva edición del Kiki Ballroom que tendrá lugar este sábado 29, a partir de las 18, en la facultad de Humanidades y Artes.
“Desde el Movimiento Kiki Rosario habíamos hecho un ballroom en la Facultad de Derecho el año pasado y fue bastante trascendental ocupar ese espacio. Resulta muy importante ya que cualquier institución educativa es considerada por nuestra comunidad como un ambiente hostil. En la Facultad de Humanidades y Arte estudian varies compañeres del Movimiento entonces nos pareció un lugar bastante ameno”, dijo Octavio, organizador del Kikiball.
La fantasía elegida para este sábado es Historia del Arte Queer y fue pensada como una oportunidad para mostrar a artistas de la comunidad. Habrá cinco categorías y las performances serán evaluadas por un jurado integrado por Andy 007, Chiche Kaos, Azul Felino Molotov, Blass Conxa y Xadre Biru Kenwa, quienes valorarán estilo, destreza, originalidad y fuerza en cada intérprete.
“Vamos a estar hablando de lo que ya pasó en la historia, como el arte egipcio o del Renacimiento, pero también vamos a estar dándole mucha bola al arte contemporáneo con artistas que existen y habitan en la actualidad como Arca o La Chola”, explicó Octavio, quien integra el Movimiento Kiki Rosario desde hace un año, tras sumarse a la organización del ballroom en la Facultad de Derecho, en octubre de 2021.
“Nos sirve la visibilización, pero lo tomamos como una militancia y un evento para celebrar nuestra identidad, nuestros cuerpos y nuestra existencia. Además la facultad de Humanidades es un espacio seguro”, agregó.
En la actualidad, el Movimiento Kiki cuenta con siete casas y un nutrido grupo de 007 como se denomina a quienes participan de forma independiente. “El nombre se vincula a los agentes secretos. Se dice que tienen licencia para matar porque no pertenecen a ninguna casa y trabajan solos, pero pueden tener el mismo impacto que una casa. Seremos cerca de 50 personas las que integramos el Movimiento Kiki pero el ballroom en sí es algo completamente abierto a la comunidad y cualquier persona se puede sumar. Los eventos comenzaron a hacerse casi todos los meses, lo cual es súper celebrable. Estamos construyendo juntes para seguir difundiendo nuestra cultura”, opinó.
Un espacio seguro
“La actividad celebra las identidades y busca proponer a la institución como un espacio seguro para la comunidad. Es una iniciativa que se enmarca en nuestro objetivo de implantar marcos culturales y epistemológicos para pensar a las disidencias sexuales”, dijo Natalia Cocciarini, secretaria de Políticas Sexogenéricas, de la Facultad de Humanidades y Artes.
Desde la casa de estudios mostraron entusiasmo por la propuesta. “Queríamos tener al ballroom en nuestra casa. Nos entusiasmó que el Movimiento Kiki Rosario pueda habitar una institución formal y empezamos a coorganizar el ballroom en la Facultad. Diseña una fantasía que tiene que ver con nuestras disciplinas para celebrar y reivindicar a las referencias del arte queer en general y latinoamericano en particular”, agregó.
Para la secretaria de Políticas Sexogenéricas, uno de los objetivos del encuentro es el cruce de saberes entre la educación formal y el saber popular. “Aprovechamos para programar una serie de actividades previas para cruzar saberes institucionalizados con otros más subalternos como respuesta política. Buscamos poner en valor la construcción histórica que es el ballroom. Es un saber comunitario que nos interesa traer a la Facultad para nutrirnos mutuamente y politizar cómo se da la institucionalización de algunos saberes”, señaló.
Durante la jornada, además, se presentará la primera etapa de un proyecto que investiga la sociabilidad erótica en la Facultad, que lleva adelante la Secretaría junto con estudiantes, docentes y miembros de la gestión universitaria.
“Buscamos recuperar la tradición, la trayectoria y la idiosincrasia para acoger las discusiones de las identidades disidentes. Entendemos que la Facultad tiene un flujo dinámico e histórico con las identidades sexodisidentes de la ciudad y la región que las habilita a vivir algunas experiencias y a encontrar espacios de sociabilidad erótica, reconocimiento de pares y vínculos en diálogo con la circulación en el centro de la ciudad. Nos preguntamos si hay un vínculo estratégico entre las agrupaciones de los movimientos de estudiantes y activistas del momento”, explicó Cocciarini sobre el trabajo que llevan adelante.
En tanto, resaltó la tradición de Humanidades para habilitar la expresión de las disidencias: “Tenemos una trayectoria de celebración y de acoger identidades sexodisidentes de más de 30 años. Tuvimos el primer centro de estudios en relación a las «minorías sexuales». También se gestó la primera maestría de género en América latina. Las políticas que implementamos sobre género, lenguaje inclusivo, y resoluciones para modificar la identidad de género aún sin cambio registral fueron pioneras en la Universidad”.
La escena Ballroom estalló en Rosario para mostrar la militancia de cuerpos con orgullo
Una red disidente
A finales de los ’70, la artista drag Paris Duprée sacó de su cartera una revista Vogue y comenzó a imitar las poses de modelos mientras bailaba. El estilo denominado voguing copó los salones de baile de los barrios marginales de Nueva York y fue la forma que las comunidades LGBTIQ+ afroamericanas y latinas encontraron para expresarse. Con movimientos geométricos y exagerados, que imitaban las poses de modelos de alta costura, transformaron la pista de baile en una pasarela por donde desfilaban al ritmo de la música. Trasladaron las tradicionales disputas de la escena del hip hop a un duelo de baile puntuado por un jurado. En los comienzos, se hacían en salones de baile denominados Drag Balls y luego fueron incorporados por clubes. La pasarela se convirtió en un espacio de exhibición y disputa política de quienes luchaban desde los cuerpos por el reconocimiento de sus derechos.
En 1990 Madonna lanzó el sencillo Vogue y la escena Ballroom salió de los suburbios de Nueva York para ganar visibilidad mundial. Tras la gira de la artista, las disidencias recuperaron la escena que bajó a México y a toda Latinoamérica hasta llegar a Argentina hace cuatro años.
En Rosario el movimiento es incipiente y llegó de la mano de las agrupaciones, denominadas “casas”, nucleadas en el Movimiento Kiki de Rosario. Nacieron de los encuentros que las identidades tienen los domingos en la Plaza Libertad y los miércoles en el Parque España para entrenar los movimientos que aprendieron de forma autodidacta y que desplegarán en la pasarela de los Ballrooms. El primero lo organizaron en abril del año pasado junto con “casas” de Buenos Aires, donde el movimiento se inició a nivel nacional. Fue en la Plaza Libertad, el último fin de semana santo, y asistieron cerca de 150 personas. El 1º de agosto de 2021 fue el segundo en Rosario y el primero íntegramente organizado por la agrupación local. La premisa fue “Dame TraVajo” en reclamo por el cumplimiento del cupo laboral travesti trans.
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