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Kiosqueros de Rosario en crisis: cerraron 1200 locales en estos cuatro años

Los alquileres, las tarifas, las tasas e impuestos y la fuerte caída de consumo interno son las principales causas del derrumbe del rubro. En la ciudad hay 9 mil locales abiertos que se mantienen con el consumo de segundas y terceras marcas

La venta de golosinas cayó un 35% a nivel nacional desde 2015 debido a la fuerte caída del consumo interno. No son productos esenciales, y ante la pérdida de poder adquisitivo, los primeros que salen de las prioridades de consumo. En Rosario, más del 40% de los kiosqueros reducen sus márgenes de ganancias para sostener las ventas, pero ni así consiguen sobrevivir.

Los mayores gastos por alquiler, tarifas de servicios y tasas e impuestos se suman a la caída del consumo para dibujar finales anunciados: cerraron 1200 negocios en Rosario en los últimos cuatro años. Cifra alarmante que no es un fenómeno local. En la Argentina había 120 mil kioscos en 2015. Desde entonces y hasta hoy, cerraron alrededor de 33 mil según un informe elaborado por la Unión de Kiosqueros de la República Argentina (Ukra).

Desde 2015 cerraron 33 mil kioscos en todo el país

Marcos Difilippo, presidente de la Cámara de Kiosqueros de Rosario que trabaja en forma conjunta con Ukra, explicó a El Ciudadano que el gremio funciona hace dos años en la ciudad y viven los 9 mil kioscos que quedan en pie viven en una problemática muy difícil de afrontar.

“En primer lugar, las tarifas son las que nos afectan directamente y le sigue el fuerte retroceso del consumo interno”. Así resumió Difilippo la crisis que afecta al sector.

La pérdida de ingresos de las familias se nota en los clientes de los kioscos, que optan por segundas y terceras marcas de menor costo y resignan consumos prescindibles. “Lo que la gente sigue pagando son los vicios: los cigarrillos y el alcohol, pero el abuelo ya no puede pagar la golosina para el nieto”,  ejemplificó el dirigente. Históricamente, el rubro de mayor margen de rentabilidad para estos negocios fue el de las golosinas. Y ahora es el que menos movimiento tiene.

La realidad se ve reflejada en los locales vacíos del centro de Rosario. Muchos comerciantes tuvieron que cerrar al no poder afrontar los gastos de alquiler, que hoy en día superan los 16 mil pesos –son locales de pocos metros cuadrados, en general–, y se mudan a los barrios. “Abrieron «kioskos ventanas». Son más baratos, porque no pagan alquiler, trabajan desde sus casas, tomando mate y mirando tele y no pagan tantas tarifas. Muchos kiosqueros negociaron planes de pago diferidos en la EPE y en Litoral Gas, pero es muy difícil», siguió Difilippo.

El comerciante insistió en que, excepto por los «vicios», el resto de los consumos cayeron. Las razones las conocen de primera mano: «Los mismos vecinos nos confiesan que pagan el mínimo con las tarjetas de débito o crédito, y las usan para pagar alimentos, ya ni siquiera para comprarse ropa o zapatillas. Después llegan al kiosco y piden fiado, y no les podés negar un sachet de leche o un paquete de galletitas, pero el kiosquero tampoco puede afrontar ese gasto o financiación por mucho tiempo”, señaló el presidente de la Cámara de Kiosqueros de Rosario.

La crisis del sector es profunda porque lo primero que recorta el consumidor es el gasto en el kiosko. A las bajas de persianas en esos negocios se le suman las de varios de sus proveedores. Es el caso de históricos como Tía Maruca (galletitas), Suschen (fabricante de las Mielcitas y los alfajores Cahito, entre otros productos). El retroceso alcanza hasta las empresas más poderosas, como Arcor, con rojos en sus últimos dos balances.

Difilippo recalcó que en el negocio del kiosko el trabajador se autoexplota, ya que tienen que dedicarle entre 12 y 15 horas para obtener una rentabilidad aceptable. “Nos pasa que hemos visto que un hombre despedido, con el dinero de la indemnización se pone un kiosko porque piensa que va a poder vivir de eso trabajando 8 horas y eso en la realidad no se da”, apuntó. Agregó que ya son muy pocos los que pueden emplear a trabajadores, y son los mismos dueños los que asumen más de una jornada laboral para poder llegar a fin de mes.

Inseguridad

Además de la crisis económica, la inseguridad es otro factor que hace que el rubro se vea en jaque. “En el centro, casi todos los locales trabajan con cerramientos”, soltó Difilippo. Se trata de un indicador importante ya que el gancho para que el consumidor siga comprando o se tiente con algún producto deja de existir. Solo se lleva el producto que fue a buscar y no lo que pudo ver a través del mostrador.

Barretearon rejas de un minimarket y se llevaron 60 mil pesos y 50 mil dólares

 

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