Uno de los más afamados escritores y poetas ingleses, Rudyard Kipling (1865-1936) dedicó su poema más famoso a su hijo, desaparecido en combate en una de las batallas más cruentas ocurrida al norte de Francia durante la Primera Guerra Mundial. Kipling fue autor de novelas y relatos largos muy populares en su época como La luz que se apaga (1891), El Libro de la Selva (1894), El Segundo Libro de la Selva (1895), Capitanes intrépidos (1897), Stalky & Cía. (1899) y Kim de la India (1901), un relato picaresco de la vida en la India cuyas impresiones tomó durante su servicio a la orden del ejército británico de ocupación. Entre lo más destacable de su poesía figura Baladas del cuartel (1892) y Las cinco naciones (1903). “Serás un hombre, hijo mío”, se llamó ese poema. Atormentado por la pérdida de su único hijo, desaparecido en combate, el gran poeta británico pasó el resto de su vida buscando su tumba. Cuando el telegrama del War Office llegó al domicilio de Rudyard y Carrie Kipling el 2 de octubre de 1915, ambos ya sabían que su hijo había resultado herido unos días antes en el frente occidental, en el norte de Francia. Pero ahora les informaban que estaba “desaparecido” desde la batalla de Loos, donde los aliados libraron un combate feroz para intentar retomar esta estratégica ciudad francesa de manos de los alemanes. La ofensiva, lanzada el 25 de septiembre por el general Douglas Haig, se saldó en una auténtica masacre para las tropas británicas: más de 15 mil muertos o desaparecidos y 35 mil heridos. El autor del aclamado Libro de la Selva se lanzó entonces en una búsqueda desesperada para encontrar a su hijo, a quien espera encontrar en un hospital o prisionero. Kipling, que ganó un Nobel de Literatura en 1907, “utilizó todos sus contactos para intentar descubrir lo que había ocurrido”, afirma David A. Richards, autor de una biografía del escritor. “Mandó incluso a lanzar avisos de búsqueda detrás de las líneas alemanas”, cuenta Mike Kipling, presidente de la Kipling Society y descendiente lejano del autor. La pareja ya había perdido a su primogénita, Josephine, que murió de neumonía a los 6 años. Sólo quedaban Elsie, de 19 años, y John, que cumplía años el 18 en agosto de 1915.
La pregunta del horror
El dolor es aún más grande ya que su hijo había sido declarado inapto para servir, por la Royal Navy y la infantería británica, debido a una fuerte miopía. Pero, el adolescente de 17 años se obstinó y su padre, conocido por su fibra patriótica, aceptó utilizar sus contactos para que sea aceptado por el regimiento de los Irish Guards, uno de los más prestigiosos en cuanto a su audacia y eficiencia militar. Tras un año de formación, el teniente Kipling desembarcó en Francia el día en que cumplió 18 años. La batalla de Loos fue su primera y única ofensiva. Cayó en el tercer día de combate, el 27 de septiembre. Tuvieron que pasar cuatro años para que sus padres aceptaran su muerte, que la War Office oficializó en 1919.
En respuesta a este dolor, que sintieron también muchas otras familias, Kipling publicó en 1916 un poema conmovedor My boy Jack (Mi hijo Jack) sobre un joven marinero desaparecido en la batalla de Jutlandia, en la Primera Guerra Mundial. “¿Tienen noticias de mi hijo Jack?/No con esta marea. ¿Cuándo crees que regresará?/No con este viento ni con esta marea”, decían los versos de ese poema desgarrador que Kipling escribió con lágrimas en los ojos.
Conocido sólo por dios
La incertidumbre sobre los últimos momentos de la vida de su hijo y la ausencia del cuerpo atormentaron el resto de la vida del poeta, que rastrilló la zona en la que desapareció hasta su propia muerte en 1936. Fue Kipling quien sugirió a la Imperial War Graves Commission, un servicio encargado de la identificación y entierro de los muertos del Commonwealth del que formaba parte, la inscripción de la expresión “Known unto God” (“Conocido solo por Dios”) en las tumbas de los soldados desconocidos. En Malvinas, luego de la guerra, buena parte de las tumbas llevan esa inscripción, que recién ahora, con la identificación de muchos de esos cadáveres desconocidos pudieron modificarla, pero casi todo el mundo ignora que esa frase que todavía puede verse en tumbas del mundo había sido escrita por Kipling cuando ya había perdido toda esperanza de encontrar a su vástago. Fue en una de esas tumbas anónimas, en el cementerio británico de St. Mary en Haisnes (norte de Francia), que el cuerpo de John fue finalmente identificado en 1992. Ahora su nombre figura en la lápida.
Culpa o acusación
Rudyard Kipling, un patriota ferviente que puso su pluma al servicio de la propaganda británica, nunca negó sus simpatías militaristas. Pero tampoco ocultó su desprecio por la falta de honestidad del ejército británico. ¿Sentimiento de culpabilidad por haber conducido a su hijo a la muerte o acusación oculta contra los generales británicos que creían que la victoria estaba garantizada? Los expertos debaten aún sobre el significado de los versos de su Epitafios de la guerra. “Si alguien pregunta por qué hemos muerto/Diles que fue porque nuestros padres mintieron”, decía allí. Luego de la desaparición de su hijo en combate, Kipling se volvió un ácido crítico de las fuerzas armadas de su país, no tanto de la monarquía, que, como se sabe, tiene la comandancia absoluta sobre esas fuerzas. Más veladamente, Kipling apuntaba al Estado Mayor donde casi siempre había un representante de la Casa Real inglesa.