Newell’s concluyó su participación en la Copa Diego Maradona, y más allá de la escasa relevancia que tuvo el torneo, no hay dudas que no hubo un saldo favorable para la Lepra, en especial porque las expectativas previas, por lo hecho en la Superliga y la calidad del plantel, hacía pensar que el equipo podía ser protagonista y pelear por el título.
Sin promedios ni descensos, apenas con un boleto a la Libertadores y otro a la Sudamericana, el certamen transitó por zona de indiferencia, aunque eso no impide que haya evaluaciones internas y externas, a punto tal que varios equipos se quedaron sin entrenadores por despidos o renuncias.
En ese sentido, no hay dudas que Frank Kudelka retrocedió fuerte en la consideración de los hinchas. Tras haber tenido un muy buen torneo en la Superliga, logrando sacar a Newell’s de la zona de descenso que tanto preocupaba, el DT aparecía con mucho crédito en la gente, que incluso elogiaba sus declaraciones y su forma de conducir.
Pero Kudelka falló bastante y hoy está en una zona de cuestionamientos que hace tres meses parecía impensada. Hubo una falla importante en la preparación física, eso quedó a la vista. El equipo fue superado en ese aspecto por muchos rivales y para peor sumó muchos lesionados, aunque no todos tuvieron relación con el trabajo realizado en la pretemporada.
El propio Kudelka reconoció en más de un partido que sin posesión de pelota, Newell’s la iba a pasar mal si tenía que correr. Tal vez haya un justificativo en la edad promedio del equipo, con muchos titulares como Maxi, Nacho, Gentiletti, Palacios o Pablo Pérez largamente por encima de los treinta y pico de años, pero es justo decirlo que ni siquiera los más jóvenes se vieron en buena forma física.
Otro punto a cuestionar fue la ausencia de planes alternativos desde lo táctico. Kudelka apenas ensayó un cambio de sistema en el partido con Lanús de la 3ra fecha (victoria 4-2), pero no lo pudo o supo sostener. Y en las situaciones adversas, no mostró mano para modificar la desventaja desde el banco o con alguna movida táctica. Es más, un punto cuestionable al DT que se potenció en el post pandemia es la demora en realizar los cambios.
Kudelka tenía en la previa un plantel para aspirar a más. Es real que la ausencia de Cristian Lema se iba a sentir, y para peor su reemplazante, Manuel Guanini, hizo todo lo posible para que esa faltante se note, y mucho. Pero también es real que Newell’s retuvo al resto del plantel, con jugadores de jerarquía como Maxi, Pablo Pérez, Gentiletti, Aguerre y Palacios, a los que le sumó a Nacho Scocco.
Lejos de mejorar, el equipo nunca pudo presentar una idea de juego clara y muchas veces dio la sensación de estar tirado a la cancha a la voluntad o jerarquía de sus futbolistas.
El Newell’s de Kudelka había mostrado en la Superliga tres virtudes: una idea clara de juego, aprovechamiento de la pelota parada y capacidad para imponerse ante rivales más débiles.
Y en esta Copa Maradona apenas sostuvo uno de esos atributos: ganarle a los más débiles. Integrar inicialmente el “grupo de la muerte” no le dio victorias sencillas, pero luego se aprovechó de rivales en desgracia como Estudiantes, Godoy Cruz y Central Córdoba para meter una seguidilla de 5 triunfos al hilo, que se inició con un Lanús que tenía la cabeza en la Copa e incluyó una victoria por Copa Argentina. A pesar de esa racha, los cuestionamientos continuaron, aunque la chance de jugar la final de perdedores, y el Clásico, generaron cierta expectativa que se terminó con la derrota ante Racing.
¿Y la pelota parada? Es como si el equipo hubiera entrado en amnesia, nunca pudo imponer ese argumento, que sin dudas perdió un arma importante con la salida de Lema, pero en este torneo incluso careció de buenos ejecutantes o variantes que antes existían más allá de los goles que aportó el defensor que se fue a Arabia.
Ni hablar del estilo de juego, que se fue desdibujando a partir de la ineficacia. Por momentos Newell’s fue un equipo previsible y aletargado dentro de la cancha, sufriendo los partidos incluso cuando tenía ventaja en el marcador o en cantidad de jugado-res.
No hay dudas que Kudelka no le encontró la vuelta al plantel. No supo aprovechar a Pablo Pérez, que incluso fue reemplazado un partido porque tenía amarilla, como si eso no formara parte de su ADN futbolero. Parecía un acierto tenerlo a Maxi como enlace, donde sin exigirse físicamente pudiera lastimar, pero al DT le costó rodearlo y con la lesión de Scocco lo terminó condenando a jugar como falso nueve. El único jugador que rindió lo que se esperaba fue Sebastián Palacios, quien incluso fue el goleador del equipo.
Ni hablar de la defensa, que siempre fue inconsistente. Newell’s siempre dio la sensación de ser un equipo vulnerable, y eso no hubiera cambiado tanto con Lema en cancha, aunque seguramente hubiera sido mejor que con Guanini como titular.
Perro el único problema no fue Guanini. Fontanini tampoco respondió, Gabrielli y Bíttolo estuvieron por debajo de lo hecho en el torneo pasado, y el DT no se animó a probar a Capasso. Y cuando mandó a la cancha a un juvenil como Manuel Llano, que tuvo dos presentaciones interesantes, no le dio continuidad en el partido decisivo ante Racing, una muestra de las inseguridades para armar el equipo que tuvo el entrenador.
Sin dudas lo más rescatable del torneo fue justamente la aparición de algunos juveniles que demostraron estar para jugar. Primero fue Francisco González, de gran rendimiento hasta que una ruptura ligamentaria lo dejó afuera; también se mostró interesante Nico Castro, pero el Covid-19 lo tuvo más de un mes parado; y en el cierre se presentaron con buenos argumentos Juan Sforza, Luciano Cingolani y Manuel Llano.
La realidad es que Kudelka llegó a este torneo con mucha espalda, dentro y fuera de la can-cha, pero hizo méritos para perder ese terreno merecidamente ganado. Y lejos de hacer una buena autocrítica, buscó siempre resguardarse en excusas, a veces justificadas y otras no tanto.
¿Podrá retomar por el camino anterior? Desde la dirigencia hay una sensación de respaldo, aun-que saben que el crédito con la gente ya no es el mismo. Ahora el DT junto a su cuerpo técnico están en la obligación de revisar los errores cometidos, hacer un buen semblanteo del plantel, y acertar con Sebastián Peratta y los directivos en la búsqueda de esos tres o cuatro refuerzos de jerarquía necesario para pelear con intenciones lo que viene, en especial la Copa Sudamericana. Ahí, fallar no pasará desapercibido como ahora.