El ex ministro de Desarrollo Productivo del gobierno de Alberto Fernández, Matías Kulfas, considera que los tironeos internos en la coalición gobernante fueron el mayor escollo con el que se encontró la gestión que precedió a Javier Milei. Prefiere no detenerse en esa discusión, en el convencimiento de que el debate se necesita para forjar un plan superador de la situación actual: “Va a ser cada vez más difícil ponerse de acuerdo sobre lo que pasó, pero hay más chances en ponerse de acuerdo en cómo salir de esto”, le dijo a El Ciudadano el funcionario que supo ser parte del núcleo duro del ex presidente, y que hoy mantiene excelente diálogo con el ex ministro de Economía, Martín Guzmán.
A la hora de analizar la situación actual, Kulfas advirtió que “Milei se apresuró a anunciar un supuesto triunfo económico que no es tal” y que “la economía efectivamente tocó fondo en marzo, pero se quedó en el fondo del mar”. Para el economista, “vamos a un escenario de conflictividad social”, pero aclara que “la respuesta tiene que ser hacia adelante, sobre cómo se corrigen estos programas económicos, pero centrándose en la producción”.
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—¿Qué balance se puede hacer en términos económicos del gobierno anterior, del cual fuiste ministro de Desarrollo Productivo? ¿Qué fue lo que llevó a que la gestión económica terminara fracasando?
—Lo primero que tenemos que hacer es poner en contexto el escenario difícil que le tocó enfrentar a Alberto Fernández. A veces se suele soslayar, o suelen decir que es una excusa, pero la verdad es que le tocó la pandemia, después la guerra de Ucrania, que puso un nuevo piso de precios en la energía, los combustibles, y generó un problema inflacionario adicional al que ya había, y para colmo de males en el último año hubo una sequía de las más grandes de la historia del país. Este es un contexto que no merece ser soslayado.
Pero obviamente también hubo un problema de cohesión interna, eso está claro, evidentemente había más diferencias de lo que parecía, y eso jugó en contra de los resultados. Hubo algunos proyectos, ideas, de rumbo económico, que quedaron mermadas o no se pudieron desarrollar completamente, por las diferencias internas. Eso se vio en el caso del programa fiscal, con el tema de los cambios en las tarifas y los subsidios. Argentina siguió teniendo subsidios a la energía muy focalizados en la Capital Federal, y en los sectores de altos ingresos, lo que fue muy negativo, y otras cuestiones adicionales.
Me parece que lo que pasó, pasó, las internas han sido muy negativas. Yo personalmente elegí hablar menos de las internas y hablar más del futuro, porque además va a ser cada vez más difícil ponerse de acuerdo sobre lo que pasó, pero creo que sí hay más chances en ponerse de acuerdo en cómo salir de esto.
La verdad que hoy me pongo en la piel de la gente que votó a Javier Milei, que lo hizo con esperanza, que aún hoy tiene esperanza, y que la está pasando mal. O está sufriendo, o perdió el trabajo, o su salario se redujo entre un 10 y un 20%, o es jubilado y siente que el peso del ajuste recayó en ellos. Me pongo en la piel de ellos, y me parece que la gente lo que está buscando de la dirigencia, de los equipos técnicos, de los economistas, en cada ámbito, es “che, hablen un poco menos de lo que pasó y de las internas”. Y en todo caso veamos cómo conectamos con ese sufrimiento o con ese problema, sobre todo para ofrecer una solución superadora.
—A mí me parece que el presidente todavía conserva cierta imagen positiva, lo cual es lógico, porque todos los presidentes en el primer año de gobierno conservan un apoyo importante. A esta misma altura también lo tuvieron Alberto Fernández, Mauricio Macri, y así para atrás, está claro, pero mi evaluación es que como está desatada la crisis económica ese apoyo que hoy existe va a dejar de existir en unos meses. Entonces, muchas de esas personas lo que van a estar esperando de la dirigencia, de la oposición, es que podemos entre todos ofrecer una salida superadora, que no va a ser el pasado. Es imposible que alguien diga “la solución para Argentina es volver atrás”, porque lo que pasó ya pasó y los problemas están claros.
El problema tampoco empezó en el gobierno anterior, o en el anterior. Es un proceso que lleva más de 12 años. Para que se entienda, Argentina después de 2011 no volvió a crecer de manera sostenida. Un año sí, el otro no, un año sí, el otro no, y el resultado de eso es que la economía está estancada, hay problemas sociales, problemas laborales, cuesta distribuir bien la riqueza. Así que mi obsesión en este momento, más allá de que no soy de esquivar ninguna pregunta, es cómo trabajar con este diagnóstico tan complicado en el que nos ha metido Javier Milei para ofrecer una salida superadora.
—¿Cuál es ese diagnóstico? ¿Cómo definís lo que está pasando? Porque el gobierno admite la recesión, pero anuncia que vamos a salir, que esta vez vale la pena el sufrimiento, y hay mucha gente que todavía cree en estas promesas.
—Efectivamente, cuando Milei asume la presidencia Argentina tenía muchos problemas, económicos, financieros, la situación de la inflación…El problema que vemos hoy es que las medidas que ha tomado Javier Milei no están funcionando, no están logrando el objetivo de ordenar la macroeconomía, y en segundo lugar están produciendo un daño muy profundo sobre el sistema productivo, sobre los trabajadores, sobre los jubilados, de modo tal que termina siendo un sufrimiento en vano. Porque uno podía entender el mensaje de Milei “miren, fuera cual fuere el candidato electo este era un año de ajuste”. No hay ninguna duda, porque era necesario reducir la inflación, acomodar el frente fiscal, el frente externo, comprar reservas. Aunque hubiese ganado Sergio Massa, a quien yo voté, no tengo ninguna duda de que él también hubiera tenido que tomar medidas de ajuste. Pero lejos de este rumbo que eligió Milei. Una cosa es decir “vamos a ordenar la macro para que el sistema productivo también se ordene y pueda salir adelante”. Y otra es decir “vamos a generar un proceso de especulación financiera y apreciación cambiaria”, porque esto ya sabemos cómo termina. Si uno quiere proyectar cómo le va a ir a Milei, lo que tiene que hacer es muy sencillo: preguntar qué pasó con las tres experiencias más recientes de ajuste tipo ortodoxo liberal en la Argentina. En la más lejana, la última dictadura militar, con (Alfredo) Martínez de Hoz, la relativamente reciente que es la convertibilidad, con Domingo Cavallo y Roque Fernández, y la más reciente, la de Mauricio Macri. Tres experiencias con una ideología parecida. Las tres terminaron de la misma manera: con un país sobreendeudado, con problemas serios de crecimiento, con la industria hecha bolsa y con problemas graves de empleo. Subas del desempleo muy fuerte en el caso de la convertibilidad, aumento del cuentapropismo en el caso de Martínez de Hoz y la última dictadura, y una reducción de 190.000 empleos industriales en el período de Mauricio Macri. Estas son las consecuencias que uno puede esperar.
—¿Cuáles son las diferencias con aquellos procesos?
—La diferencia es la velocidad. El rumbo es el mismo, pero creo que este gobierno va a una velocidad mucho más rápida. Hizo un ajuste fiscal violento, cinco puntos del PBI en un año es un ajuste tremendo, yo no sé si es el más grande de la historia de la humanidad, como dice Milei, pero lo que sí sé es que él mintió cuando dijo que era un ajuste sobre la casta política. Los que están pagando el costo del ajuste son: en primer lugar los jubilados, que son los que vieron licuar sus jubilaciones, luego los empleados públicos, que vieron licuar su salario, más los cerca de 30.000 despidos que hubo en el sector público, y la obra pública, que es clave. No hay ningún país en el mundo que prescinda de la obra pública, podemos discutir cómo se financia, qué mecanismo de transparencia se implementa, todo eso es válido, lo que me parece que es absurdo es plantear que un país puede dejar de hacer rutas, caminos, puentes, escuelas, y hacer el mantenimiento, porque es clave para que los chicos vayan a una escuela segura, que no corra el riesgo de que se caiga un revoque, haya un problema con una pared, estoy hablando de cosas básicas, pero este gobierno se ha desentendido y ha hecho el mayor ajuste que yo recuerde de la historia argentina en la obra pública. Esto es lo que está ocurriendo y el gran problema es que los resultados están lejos de aparecer. Porque está mal el diagnóstico. Es cierto que Argentina tiene que ser mucho más cuidadosa con las cuentas públicas. Yo hace años que vengo insistiendo con los subsidios a la energía. Son cosas que sin dudas había que revisar y se avanzó poco, pero de ahí a plantear un ajuste de cinco puntos del PBI y pensar que eso arregla todo, es un error gravísimo. Al mismo tiempo dicen que van a fijar el tipo de cambio. ¿Cómo? Logrando que la gente venda los dólares que tiene, y con los dólares de la cosecha. ¿Qué pasó? No entró casi nada de la cosecha, los chacareros no liquidaron, el FMI no les dio un mango, lo que era esperable, y así llegamos a los meses de mayo/junio y lo que parecía que colapsaba la inflación, ahora tenemos una suba de los dólares paralelos, el CCL y el blue, y el resultado de esto es nuevamente tensión inflacionaria, y no sabemos cuál es el techo. Entonces, el problema macro no se arregló, porque él pensaba que lo arreglaba con ajuste fiscal y se olvidó del problema grande que tiene con el dólar. Una economía bimonetaria necesita estabilizarse en los dos mercados, tanto en pesos como en el mercado de cambios. Obviamente, el rumbo productivo es inexistente, porque en la mirada de Milei el mercado resuelve todo, y sólo hay que buscar que la macro se ordene. Y no está pudiendo.
Por este camino estamos viendo que un tercio de la industria corre el riesgo de reducirse o de desaparecer. Otro tercio se va a achicar fuertemente y vamos a quedar con una economía muy centrada en commodities, agropecuarios, mineros, petroleros, e industriales. Y una economía de commodities es una economía más chica, con menos empleo. Cuando vemos una economía como la Argentina que empieza a perder empleo, vamos a un escenario de conflictividad social. Argentina no es una sociedad sumisa. Yo agrego por suerte. Es una sociedad que se rebela frente a la injusticia social. Entonces, me parece que vamos a un escenario muy complicado y la respuesta tiene que ser hacia adelante, sobre cómo se corrigen estos programas económicos, pero centrándose en la producción. Desde mi punto de vista, la solución Argentina es un salto productivo, productivo exportador, ordenando el mercado interno con nuevas cadenas productivas, tecnológicas, con todos los sectores.
—¿Cómo se logra lo que proponés?
—Las mejores experiencias que uno ve en el mundo, de países que se desarrollaron, son una combinación de dos cosas: una macroeconomía ordenada, que crece, que está equilibrada, que tiene bajos niveles de inflación, que acumula reservas, con políticas de desarrollo productivo. Es decir, si trabajás sobre un equilibrio macro y estás desconectado de la producción, es probable que te pierdas un montón de oportunidades. Si trabajás lo productivo con una macro desordenada, el riego es que termine eso de cuajar en proyectos de inversión de cierta escala. Este es el gran desafío que tiene Argentina en los próximos años. Yo creo que Milei no va a hacer ni una cosa ni la otra. A la macro no la está pudiendo ordenar y por este camino le va a costar mucho tiempo lograrlo, y lo productivo no existe directamente. Entonces, los distintos sectores de la política tenemos que trabajar en generar un conjunto de reglas macroeconómicas que permitan trabajar sobre un diagnóstico más certero. Hoy tenemos en Argentina dos posiciones extremas. Una posición es “el problema argentino es fiscal”. Con superávit fiscal todo se ordena. Creo que estamos viendo con claridad que ese diagnóstico es equivocado. Y hay otros sectores que dicen “el problema fiscal no existe, el problema es externo, de dólares, podés tener todo el déficit fiscal que quieras”. Es verdad que hay un montón de países que hace años que tienen déficit fiscal, pero tienen acceso al financiamiento, al crédito, a tasas muy bajas, entonces bueno, si tenés eso y reservas suficientes, podés prudentemente tener déficit fiscal. Argentina no tiene ninguna de esas dos condiciones. Por eso tenés la obligación de tener equilibrio fiscal. Pero eso no significa ajustar cinco puntos del PBI como hace Milei. Él tendría que ajustarse hasta donde tenga financiamiento, y eso no son cinco puntos del PBI, es probablemente la mitad. Milei exagera el ajuste, induce a una especie de coma a la economía argentina, con un daño muy grande, que le está generando el problema del perro que se muerde la cola. Por ejemplo, cuando anunciaron el traslado de la deuda del Banco Central al Ministerio de Economía. Uno puede decir que eso está bien para que el Banco Central con la emisión de deuda no recaliente el tema inflacionario, pero lo puede hacer paulatinamente. Hacerlo todo de golpe quiere decir que el Banco Central va a pagar tasas más altas. Primera cuestión, si vos querés tener superávit fiscal, ojo que acá estás aumentado la carga de intereses. Entonces, o ajustas más el gasto o subís algún impuesto. Y agrego algo más: la recaudación en junio cayó 14%. Es un montón, la economía estaba cayendo al 5%, quiere decir que la recaudación está cayendo tres veces más. Está en una trampa, porque es cada vez más doloroso y violento el ajuste que tiene que implementar. Por eso este proceso, así como está, a nivel macro no arregla el problema. A esto hay que proponerle un ajuste virtuoso. ¿Qué significa? Incentivar la producción, aplicar medidas con el espíritu del RIGI (Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones), pero no sobre actividades extractivas, perjudicando a la industria nacional. Al revés, estimulando a la industria nacional para que pueda ser proveedor de esas actividades mineras. La minería es una oportunidad para un montón de pymes industriales, mucho de lo que hay acá en Santa Fe. Todo eso no existe en la cabeza de Milei y eso es lo que tenemos que construir entre los sectores del peronismo y otros sectores de la política argentina.
—¿Hasta dónde creés que este esquema le va a dar al gobierno para sostener la gobernabilidad?
—Yo tengo serias dudas de que los efectos económicos le generen al gobierno sostenibilidad y legitimidad política, porque por un lado me parece que este gobierno se sobregiró, se equivocó, porque hizo un ajuste muy fuerte y al principio dijo “esto va a llevar tiempo”. Sin embargo, en el mes de abril empezó a decir que estaba todo resuelto, que ya había colapsado la inflación, que la economía había tocado fondo en marzo y que estaba saliendo para arriba, perdón por el exabrupto que es de él y no mío, como pedo de buzo, lo cual es falso. La economía efectivamente tocó fondo en marzo, pero se quedó en el fondo del mar. Un mes mejora un poquito, otro mes decae, y así está funcionando en la actualidad. Se apresuró a anunciar un supuesto triunfo económico que no es tal, con lo cual ahora, cuando seguramente tengan que hacer correcciones y vuelva a tener una suba de la inflación, nueva suba del tipo de cambio, más ajuste fiscal, porque la recaudación no le alcanza, va a tener ahí las primeras señales de un electorado que le va a decir “che, esto no es lo que vos decías, vos prometías un ajuste sobre la casta y me tocó a mí, vos me decías en abril que el tema estaba resuelto y ahora estamos peor que en abril, y ahí viene el problema de la política, de un gobierno que muestra problemas gravísimos gestión, con áreas que prácticamente no tienen conducción y están desarticuladas ”. Y ahí viene el gran desafío de la oposición de empezar a construir un programa alternativo. Lo peor que le puede pasar al pueblo argentino es que no tenga esperanza. Que vea que hay esfuerzos de la política para sacarla de la angustia que hoy está viviendo.
—Hubo una reunión entre economistas del peronismo para consensuar un plan económico, ¿qué evaluación hacés de ese encuentro?
—Lo positivo de la reunión es que se discuta un programa. Lo que no puede volver a pasar es que se llegue a la construcción de una fuerza electoral sin tener bien claro y transparentado a la sociedad cuál es el programa económico y cuáles son las políticas que se van a implementar. Eso me parece importante, más allá de si estoy o no de acuerdo sobre lo que se discutió en esa mesa. Yo tengo otra propuesta, algunas las he hecho públicas, me gusta mucho el mano a mano con los actores económicos, me parece que los programas no surgen de ideas iluminadas, sino del contacto con los industriales, con los trabajadores, con los sindicatos, para ver de qué manera se construye una respuesta bien articulada a esas preocupaciones que hoy existen. En ese sentido yo creo que el camino está abierto en el peronismo y también en los bordes. Porque lo que pasa en el peronismo pasa en el radicalismo y en el PRO. Es un buen momento para dejar atrás las grietas del pasado.