La utilización extendida de la web llevó a que muchos sufran un déficit de atención importante a la hora de realizar otras actividades. Cómo cambió la mente desde que las personas se convirtieron en internautas.
La hiperactividad improductiva es un trastorno de la conducta que se caracteriza por una intensa actividad motora sin un objetivo aparente. Este problema suele vincularse muchas veces con otro: el déficit de atención. Entonces, quien padece ambos encuentra que le es muy difícil concentrarse para realizar tareas que incluyen funciones cognitivas, incluso las tan “sencillas” como escribir y leer manteniendo un argumento coherente.
Este trastorno es asociado, en los últimos tiempos, a la extensión del uso de internet. La ruptura de la linealidad de la lectura, la síntesis de contenidos y la simplicidad de las palabras chocan contra una actividad de reflexión profunda que incluye argumentaciones, palabras largas y construcciones complejas.
Dado que el cibernauta se encuentra siempre atosigado por distracciones (publicidades, colores, música, novedades informativas al instante, por ejemplo) le es imposible concentrarse frente a la pantalla, y arrastra este inconveniente a cualquier otra actividad de lectoescritura que desee encarar por fuera de la web.
Hace algún tiempo, el escritor argentino Alberto Manguel opinó sobre lo que ofrece la lectura en internet –a la que calificó de “superficial”– y sobre cómo afecta la concentración al acercarse a un libro tradicional.
“No es una lectura de ingestión; entendemos lo que hay en el texto pero no permanece de la misma forma” que lo que se lee en un libro, sostuvo el ensayista en una entrevista en el diario romano Il Messaggero.
Nicholas Carr, experto en Literatura y Lenguaje de la Universidad de Harvard, fue uno de los primeros en notar este déficit de atención, consecuencia de largas horas navegando en la red. “Perdía el hilo (de lo que estaba haciendo) y quería iniciar otra actividad como ver mi correo, un blog o escribir un e-mail”, plasmó en su libro The Shallows: what internet is doing to our brain (Los superficiales: lo que internet le está haciendo a nuestro cerebro), lanzado en los Estados Unidos en junio pasado.
Según su hipótesis, la web volvió “liviano y disperso” el pensamiento de las personas. Estimaba que su cerebro se había “adaptado” al estilo de procesamiento de la red, por lo que siempre “pedía” por información acotada, nueva, en partículas y sintetizada, situación que impedía que la mente retuviera información y se consolidara la memoria a largo plazo. Concluyó que los internautas son más rápidos y automáticos mentalmente, pero menos rigurosos y profundos en sus pensamientos.
El sustento científico de este trabajo está en las investigaciones de Gary Small, especialista de la Universidad de California. Small estudió el comportamiento de personas asiduas a internet y el de otras menos afectas, y descubrió que en sólo cinco días de práctica en la web estas últimas lograban crear nuevos caminos neuronales en la mente, aunque las nuevas habilidades del cerebro nacían de quitar capacidad a otras áreas cognitivas.
En tanto, para Michael Merzenich, pionero en el área de neuroplasticidad, los internautas mantienen sus hábitos de navegación fuera de la red.
“Estamos adoptando los mismos hábitos de pensamiento: distraídos, apurados y superficiales”, finalizó Carr, según se publicó en el blog Desequilibrios. Lectura y Cultura.