Una chica de 20 años fue asesinada de un escopetazo por su pareja anteayer por la tarde en barrio Tablada. El agresor, que hasta anoche estaba prófugo de la Justicia, es un muchacho de 25 años que, según vecinos, tuvo que mudarse un par de veces en el último tiempo por estar metido en disputas de territorio por drogas y tiene un perfil violento.
Rocío Cabrera y Juan Carlos F. llevaban 4 años juntos. Tenían un hijo pequeño y vivían en una casa que está ubicada en un pasillo de Spiro al 300 bis, en la villa del Tanque, en barrio Tablada: una pieza en la que habían construido un baño y una cocina. Un lugar humilde donde sólo contaban con una mesa, unos parlantes para enchufar al celular, una cuna y una cama. Con ellos vivía el tío de Rocío, la primera persona que se enteró de lo ocurrido.
Según lo que contó el muchacho a El Ciudadano ayer al mediodía, parado en la puerta del pasillo donde pasó todo, a eso de las 18.30 del martes escuchó una detonación. Él estaba en su casa y se asomó a ver qué pasaba. Vio salir a Juan Carlos y cuando entró a la vivienda de su sobrina la encontró tirada en el piso, toda ensangrentada. Con la ayuda de unos parientes la cargó en un auto y la llevó hasta el hospital Roque Sáenz Peña. Pero los médicos no pudieron estabilizarla y falleció unos minutos después de las 19. De acuerdo con el parte médico, Rocío murió por las heridas que le provocó una perdigonada en la zona del estómago.
Ayer por la mañana, voceros del Ministerio Público de la Acusación declinaron dar información sobre el caso y adujeron que el femicidio se encontraba en una etapa investigativa, a cargo del fiscal de Homicidios Dolosos Ademar Bianchini, sobre la que había una serie de medidas tomadas para detener a un sospechoso.
Sin embargo, en la villa del Tanque los vecinos fueron un poco menos reticentes a aportar datos. De acuerdo con los allegados a Juan Carlos, el muchacho había sido protagonista de varios problemas y se había tenido que mudar varias veces en los últimos años.
Estaba implicado en disputas territoriales vinculadas con bandas de la zona y ya no podía pisar algunos sectores del barrio. “Estuvo metido en un quilombo con el búnker de Colón y Biedma. Se tuvo que cambiar dos veces de casa”, contó un vecino.
Fuentes de la investigación señalaron que desde que está en funcionamiento el nuevo sistema procesal penal, Juan Carlos no tenía denuncias por violencia de género.