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La atacó con un hacha y ahora deberá pasar 3 años preso

Convivía con la mujer que cuidó a su tío hasta la muerte. Durante una discusión tomó un hacha y la agredió tras amenazarla de muerte. Lo condenaron en un juicio oral y público en Casilda y la Cámara Penal confirmó la resolución

Mariela tiene 44 años y cuidó al tío de Miguel hasta que falleció en 2014. Desde entonces Mariela y Miguel compartían la casa en Casilda hasta que, en octubre de 2016, el hombre la atacó con un hacha. Si bien la víctima no tuvo riesgo de vida las lesiones que le provocó en el rostro fueron permanentes. El atacante fue enjuiciado y el juez lo condenó a 3 años de cárcel por el delito de lesiones graves agravadas por producirse en un contexto de violencia de genero.

Durante el debate se probó que hubo hechos previos de violencia. El fallo fue apelado pero por dos votos a favor y una abstención la Cámara Penal confirmó el decisorio.

Cerca de la medianoche del 16 de octubre de 2016 Mariela discutió con Miguel. La mujer estaba en su cuarto cuando el hombre se apareció con un hacha y tras amenazarla de muerte comenzó a agredirla. Le causó múltiples heridas y tras el ataque el agresor dejó el hacha detrás de la cocina.

La víctima sufrió un traumatismo facial, heridas cortantes en la región frontal y parietal, y en el labio superior izquierdo que le comprometió la mucosa yugal. La mujer fue hospitalizada y le quedaron lesiones permanentes.

Miguel Adán Schmitlein, de 55 años, fue detenido y en agosto de 2018 enjuiciado por el hecho. El juez penal con sede en Casilda Carlos Paretto, fue el encargado de presidir el debate que terminó en condena. Para el magistrado las lesiones graves que sufrió la víctima se produjeron en un contexto de violencia de género y dispuso una condena efectiva de 3 años de cárcel. El fallo fue apelado por la defensa y la revisión quedó en manos de los camaristas Javier Beltramone, Guillermo Llaudet y Georgina Depetris.

La revisión

Tras evaluar el caso los magistrados descartaron la petición de inimputabilidad que formuló la defensa, al entender que no es un hecho nuevo y debería haberlo pedido durante la audiencia preliminar. Además evaluaron que no se aportaron por los peritos intervinientes elementos para sostener esa hipótesis.

Los camaristas explicaron que todo el relato que hace la defensa en torno a la situación personal y familiar del condenado, que es analfabeto y tiene dificultades para expresarse, que fue abandonado por su madre, criado por su tío y que nunca logró tener lazos filiatorios con sus hermanos, no lo inhabilitan para comprender sus actos ni para dirigir sus acciones.

Si bien el hombre estuvo internado 5 meses en la Colonia de Oliveros tras el hecho y actualmente se encuentra con un tratamiento ambulatorio, ello no lo exime de responsabilidades, concluyeron. Según la teoría defensista, Mariela habría ocupado el lugar de su tío para cuidar a Miguel y en esta circunstancia fue tomando la casa y teniendo actitudes humillantes que implicaban encerrarlo o darle pastillas. La abogada justificó el accionar de su cliente diciendo que la víctima era una persona manipuladora y amenazante y por eso su defendido no tuvo otra posibilidad pero los camaristas explicaron que esas afirmaciones no se probaron en el juicio, incluso la fiscal sumó que Mariela mantenía económicamente el hogar y el aseo de la casa. En cambio se comprobó que el agresor era una persona violenta y no era la primera vez que agredía a la víctima.

Los camaristas explicaron que el hombre discutió, buscó el arma, atacó a la mujer y luego escondió el hacha detrás de la cocina por lo que dedujeron que comprendió su accionar. Para los jueces el hecho se dio en un contexto de violencia de género porque Schmitlein aprovechó la condición de la víctima, la existencia en el tiempo de una clara relación de desigualdad entre ambos por el sólo hecho de ser mujer. Revalorizaron los antecedentes previos de agresión física y también verbal, donde el atacante supo decirle a la madre de Mariela “a esa negra, a esa negrita te la voy a matar”. Los jueces concluyeron que el temor infundido durante los meses previos a la agresión admiten el agravante y con dos votos a favor y la abstención de Depetris confirmaron la sentencia.

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