La ATP descartó definitivamente declarar en forma retroactiva a Guillermo Vilas como número uno del tenis mundial.
«La decisión ya ha sido tomada», confirmó a la agencia alemana DPA un portavoz de la ATP sobre la negativa a reconocer a Vilas como líder del ranking en 1975.
El jefe ejecutivo del ente rector, el británico Chris Kermode, aseguró en un artículo publicado este martes por el diario estadounidense The New York Times que «reescribir la historia es imposible».
«Es un asunto muy importante para un jugador, así que no lo hemos tomado a la ligera, pero es la decisión que tenemos que tomar. Reescribir la historia es imposible», dijo Kermode al diario estadounidense.
El periodista Eduardo Puppo comandó una investigación que concluyó que Vilas debería haber liderado el ranking durante cinco semanas en 1975 por delante de Jimmy Connors y durante las dos primeras de 1976. Los documentos se entregaron a la ATP a final del año pasado y desde entonces el ente los estudió con detalle.
«Parece verosímil, es un gran trabajo», había dicho en enero a la misma agencia un alto responsable de la ATP sobre el trabajo de documentación de Puppo.
El ranking mundial se creó en agosto de 1973, pero durante los primeros años no se publicaba de forma semanal como ahora. Pasaron 43 días entre el escalafón del 16 de septiembre al del 29 de octubre de 1975, ventana de tiempo en la que Vilas, según Puppo, habría sido número uno.
Cuatro veces campeón de torneos de Grand Slam -dos Abiertos de Australia, un Roland Garros y un US Open-, el marplatense, que tiene ahora 62 años, fue uno de los jugadores que marcó los ’70 y los ’80, años en los que sumó 62 títulos.
Sin embargo, a diferencia de compañeros de generación como Bjorn Borg, John McEnroe, Connors o Ivan Lendl, el ranking mundial nunca lo mostró como número uno. Su mejor posición fue segundo del escalafón.
La ATP ya había dicho «no» a Vilas en 2007, cuando el argentino pidió que se recalculara el ranking aplicando el sistema actual y no el que regía en los ’70.
Kermode aseguró que cambiar de forma retraoctiva los rankings crearía demasiados efectos laterales.
«Simplemente no podemos adoptar esta versión del ranking como historia oficial. Si no, todo el mundo vendría y diría lo mismo. ¿Dónde lo paras?», dijo Kermode a The New York Times.
