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Autopista a Córdoba: el peligro sigue al acecho

Por Laura Hintze.- El Ciudadano recorrió la zona donde el jueves perdió la vida un conductor: como si nada hubiera pasado.

No fue la primera vez, y, si sigue así, cabe pensar que no será la última. El accidente del jueves último en la autopista Rosario-Córdoba, en el que un hombre de 54 años que conducía su automóvil sin tener puesto el cinturón de seguridad perdió la vida al embestir a un caballo que arrastraba el carro de un ciruja –un transporte que tiene totalmente prohibido circular por allí– no es ni más ni menos que una consecuencia que a todo momento puede repetirse. Recorriendo el lugar del siniestro, allí donde termina la avenida Pellegrini y comienza la ruta de doble carril, El Ciudadano pudo comprobar que, en la zona, no sólo es moneda corriente la falta de precaución por parte de quienes circulan, sino que las medidas de seguridad son escasas, sino inexistentes. Así, nadie queda, quedó o  quedará, al menos por ahora, exento de sufrir otro hecho de las mismas y fatales características.

La inseguridad vial es, en la autopista Rosario–Córdoba, un problema de todos los días, desde hace varios años. Primero, pudo verse pasar una bicicleta, otro vehículo que tiene totalmente prohibido circular por la cinta asfáltica, que se caracteriza por la alta velocidad que imprimen los conductores al salir de Rosario por esa vía.

Sin embargo la bicicleta pasó, como si fuera por cualquier calle del barrio. Luego, un chico trotando. Llevaba una camiseta de River y un andar despreocupado, como de aprovechar el sol para hacer un poco de ejercicio físico, pero ¿sobre la ruta y poniendo en riesgo su vida?

A lo lejos, podían verse barriletes, algunos gigantes, y, también, como si hubiera sido para el momento, un carro tirado a caballo pasando por un puente sobre la Autopista.

Los distintos valores de la vida

La urbanización, los asentamientos precarios, y los consecuentes cruces clandestinos, son la principal causa de siniestros viales en la autopista Rosario-Córdoba, que ya se han llevado decenas de vidas antes y después de que fuera inaugurada en toda su extensión, a fines del año pasado. Es que el tránsito creció desde que se concluyó la traza, y ese flujo se sumó al constante paso de quienes van y vienen de su casa en los nuevos countries privados –que también cada vez son más–, al centro de la ciudad. Todos, factores que colaboran a que el tránsito por estas zonas crezca y sea un verdadero peligro. El último accidente sirvió para recordar que el cruce indebido sigue existiendo,  aunque esté prohibido, y, ante todo, aunque constituya un riesgo para todas las personas que circulan por la zona.

“Fijate cómo está la banquina”, señaló Leonel, conductor y guía de la visita por el camino en cuestión. “Baja de una manera muy abrupta, entonces, si viene una bicicleta o alguien caminando, no se ve a tiempo”, se inquieta. Pero el problema no queda sólo en la banquina. Faltan señalizaciones, y los alambrados son escasos y de tan corta longitud, que bien puede verse a dos amigas optar por bordearlos y cruzar igual por el medio de la autopista, aunque exista la posibilidad de subir a un puente peatonal para no correr riesgos. Para peor, aún no existen colectoras, y tampoco pudo divisarse patrullaje alguno por la zona.

No pasa hasta que pasa

El jueves por la mañana, en el kilómetro 298 de la Autopista, a 2 kilómetros de Rosario, un hombre de 54 años, identificado como Darío Giaquinta, murió tras chocar con un caballo, al tratar de esquivar un carro de cirujeo que cruzaba la traza. El hombre, que circulaba a alta velocidad pero no se había puesto cinturón de seguridad, murió en el acto. Los acompañantes, sus hijos, un varón de 12 años y una nena de 9, sufrieron golpes, pero no heridas graves. El conductor del carro, Damián Acevedo, de 30 años, domiciliado en calle Uruguay del barrio Godoy, resultó ileso y está siendo investigado: la carátula de la causa cambió de homicidio culposo a homicidio con dolo eventual, con una pena mucho más severa en caso de condena.

Tras el accidente, volvió al ámbito público y mediático el debate acerca de las responsabilidades en cuestión. Así, el representante de los carreros, Daniel Nievas, resaltó la “imprudencia personal” de su compañero, pero también la falta de controles sobre la Autopista.

Por otro lado, Gustavo Franco, director provincial de Seguridad Vial, responsabilizó a la concesión vial por los accesos clandestinos que se generan en la zona. Así, según declaraciones a los medios, para el funcionario los controles dependen de la concesionaria, “por lo tanto, si se genera un acceso clandestino, el deber de control y acción sobre esa irregularidad le corresponde a la concesión. La provincia no tiene injerencia en ese sector porque la vía es nacional y la concesión se hizo a través del gobierno nacional”.