Rosario, lunes 08 de diciembre de 2025
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Rosario, lunes 08 de diciembre de 2025

La avanzada pentecostal: bancada propia y un predicador multimillonario que se pone el traje presidencial

En Argentina el crecimiento del pentecostalismo es constante. Casi el 20% de la población encuentra en la “teología de la prosperidad” y en los milagros a la vuelta de la esquina un método para lidiar con lo cotidiano
La avanzada pentecostal: bancada propia y un predicador multimillonario que se pone el traje presidencial

Por: Mauro Federico / Ivy Cángaro  Fuente: dataclave.com.ar

Desde el 10 de diciembre llegarán a las bancas de la Cámara de Diputados y la de Senadores seis referentes más del evangelismo en Argentina: la pastora Nadia Márquez irá a la Cámara alta como representante de Neuquén por LLA, que se unirá a la también pastora jujeña Vilma Bedia; en la baja estarán Mónica Becerra por San Luis, Maira Frías de Chubut, Miguel Rodríguez de Tierra del Fuego y Gastón Riesco y Soledad Mondaca en representación de Neuquén, todos libertarios, que se sumarán a otros integrantes evangélicos del bloque como Santiago Pauli, hijo de un pastor fueguino, y la mendocina Lourdes Arrieta, hoy disidente de LLA. Evelin Barroso, famosa en su iglesia y en su Córdoba natal, quedó fuera de la Cámara por pocos votos, y el dirigente evangélico santacruceño Daniel Álvarez tampoco llegó.

Desde hace varios meses, además, algunos medios y mediadores fueron instalando la figura de Dante Gebel, un influencer y predicador argentino que en los 90 llenaba estadios porteños y que entrado el nuevo siglo migró hacia los Estados Unidos, donde creó su propia iglesia, “River Church”, se hizo multimillonario y se promueve como posible candidato a la presidencia de Argentina. 

Suele llamarse de modo genérico como “evangelistas” a las personas que profesan una fe por fuera de la mayoritaria en Argentina, la católica. Pero los evangélicos no pertenecen a un corpus unívoco sino que tienen profundos matices y diferencias que, aunque todos se inscriben en el marco de la reforma protestante, hay una rama de ese árbol de múltiples frutos que crece de manera vertiginosa: la del pentecostalismo.

Los pentecostales consideran que las señales del Espíritu Santo, lejos de ser una metáfora, son una entidad viva que habita a todos y cada uno y se manifiesta de modo casi teatral cuando diversas personas pueden hablar lenguas ignotas, profetizar, curar enfermedades y sobre todo, lo que más motiva a los fieles: la “teología de la prosperidad” que promueve el éxito personal en los negocios y la vida cotidiana. Si Jesús renegó de los bienes materiales, en este caso cuanto más metálico se dona a la iglesia, hay más chances de recibir lo mismo multiplicado.

Por citar solo un ejemplo de estas gracias divinas relacionadas a lo económico, vale recordar al pastor chaqueño Jorge Ledesma cuando recibió la visita del presidente Javier Milei y de su hermana Karina en ocasión de la inauguración de un miniestadio-templo para quince mil personas.

En esa ocasión, entrevistado por la prensa porteña, su hijo Christian contó sin sonrojarse que el dinero para esa obra faraónica lo consiguió de manera milagrosa: había depositado cien mil pesos en la caja de seguridad de su banco y cuando fue a retirarlos, se habían transformado en cien mil dólares. Un milagro acorde a los tiempos, lejos de los panes y los peces.

En tiempos adversos para el común de las personas, cuando apenas se llega a fin de mes y la desesperanza campea, aferrarse al salvavidas de una fe sencilla que propone invertir para recibir en un ámbito entre pares y con alegría, no es poca cosa. Pares son los asistentes, pero también los pastores. A diferencia de los sacerdotes católicos -aun los que tienen profusa actividad barrial- que pasan años fuera de la grey estudiando en seminarios remotos de la parroquia que luego les será asignada, los pastores empiezan siendo fieles de una iglesia mayor, que en poco tiempo pueden abrir en su barrio de pertenencia su propia iglesia en su comunidad.

En esos márgenes periféricos de las grandes urbes y en sectores sociales poco visibilizados por los grandes medios y mediadores, empezó a gestarse una suerte de micropolítica religiosa, que no tardó en saltar a otros espacios.

Los integrantes del movimiento pentecostal dieron entonces otro paso, acicateado por factores externos: el activismo político que se vio de manifiesto en los últimos años en Argentina con movilizaciones callejeras y lobby institucional fundamentalmente contra la Ley de interrupción voluntaria del embarazo. Fue el encuentro de dos mundos, el de los fieles que nunca habían participado políticamente, y los políticos en ciernes que vieron en esa masa un proyecto militante para sus propias carreras.

Cuando la fe se cruza con la política

El fenómeno, de todos modos, no es solo argentino. El pentecostalismo creció exponencialmente en América Latina en la década del 70, como una respuesta a la influencia de la reciente Teología de la Liberación de los sectores más progresistas de la Iglesia Católica, a la que el gobierno de los Estados Unidos liderado por Richard Nixon consideró un foco insurrecto para sus intereses en la región. Por decisión política, entonces, latinoamérica, que esencialmente era católica, fue escenario de la llegada de decenas de telepredicadores yanquis que coparon no solo espacios radiales y televisivos, llenaron estadios e iglesias, sino que tuvieron una participación activa en las políticas regionales, siempre en favor de los Estados Unidos.

Tanto fue así que los pastores pentecostales más famosos -y multimillonarios- como Pat Robertson y su “Club 700”, el magnate de la televisión de quien siempre se dijo que como agente de la CIA ayudó al financiamiento de “los contras” en Nicaragua, colaboró en la guerra de El Salvador y hasta pidió que se asesine a Hugo Chávez en Venezuela, quien además no dudó en afirmar que en la catástrofe de Haití “miles de esos esclavos negros haitianos murieron porque hicieron un pacto con el diablo para obtener su libertad”Jimmy Swaggart, quien terminó su vida condenado por abusos, facilitación de la prostitución y hasta crímenes de guerra en Sudáfrica; o Jerry Falwell, un fundamentalista cristiano-sionista e ícono de la extrema derecha religiosa de Estados Unidos como fundador de la “Mayoría Moral” y la “Coalición Fe y Valores”, con la que apoyó todas las guerras promovidas por Israel y Estados Unidos.

En la década del 90 y en Argentina, surgieron los representantes locales de la misma sintonía: Carlos Anacondia y Luis Palau coparon medios y estadios, los seguían miles de personas y lograron los favores de todos los políticos de turno que pretendían tener una llegada popular y a su vez, quedar bien con los Estados Unidos, que no era más que el financista y promotor de estos pastores. El fenómeno del Pastor Carlos Giménez y su esposa Irma fue de otro tenor, si bien fue localista y masivo, su peso político fue escaso.

Es en esa década en que dos corrientes dentro del movimiento y de la derecha política que lo integra quedan expuestas: una de “deriva neoliberal” convirtió a las iglesias en empresas que fomentan entre sus fieles el individualismo, el éxito económico y el uso de tecnologías para la difusión de sus logros; y la del “fundamentalismo religioso” que según una profunda investigación de la Revista Crisis, “las vinculó directamente con el Estado de Israel y las ubicó en el rol de defensoras privilegiadas de los valores tradicionales, designando a los nuevos demonios que amenazan a Occidente”.

En Argentina, tras la guerra de Malvinas y la consecuente caída del gobierno militar, hubo un cisma dentro del movimiento evangélico, que persiste hasta hoy. Algunas iglesias tradicionales, que en la actualidad tienen activa labor social en cárceles, centros de salud y de rehabilitación y anclaje profundo en los sectores más vulnerables, incluso hasta donde no llega el Estado, tomaron una posición concreta contra la dictadura y fundaron el Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos.

Otra línea, anclada financiera y doctrinariamente con las corrientes conservadoras de los Estados Unidos, se fracturó de la Federación Argentina de Iglesias Evangélicas y fundó la “Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina»más conocida como ACIERA, de estrechos lazos con el gobierno de Javier Milei.

En lo que va del siglo XXI y promovidos directamente por Donald Trump, diferentes sectores del movimiento se volcaron a la conquista de instituciones, medios, organizaciones y personajes influyentes. El impacto en el sistema político de la mayoría de los países latinoamericanos fue considerable: en la actualidad la población guatemalteca, por ejemplo, comprende un 42% de evangélicos pentecostales; en Honduras el 41; en El Salvador la cifra es levemente inferior, el 36%, idéntica a la de Nicaragua; y en el vecino Brasil el 22,1% de sus pobladores profesan el pentecostalismo. Cifras suficientes para modificar cualquier elección, tan es así que quedó demostrado con la llegada de Jair Bolsonaro al poder, hoy preso con una condena a 27 años.

En 2018, en la primera vuelta de las elecciones presidenciales de Costa Rica, ganó el pastor evangélico Fabricio Alvarado. Lo logró con un discurso a favor de los “valores cristianos” y del neoliberalismo y pronunciándose en contra el aborto y el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos favorable al matrimonio entre personas del mismo sexo. En Colombia fracasaron los acuerdos de paz porque los evangélicos fundamentalistas y los católicos integristas hicieron campaña en contra alegando que en ellos se defendían el matrimonio igualitario, el aborto y la homosexualidad.

En esta urdimbre de intereses religiosos y políticos, llama la atención la cercanía de muchos de estos grupos al Estado de Israel. En Bolivia y después del golpe de Estado, una de las primeras decisiones de la presidenta de facto  Jeanine Añez -reconocida evangélica que juró sobre una enorme Biblia que la acompañaba a todos lados-fue reestablecer relaciones diplomáticas con Israel. Bolsonaro, por caso, trasladó la embajada desde Tel Aviv a Jerusalém, del mismo modo que lo hizo EEUU con Trump y como por imitación, pretende Milei.

El gobierno de El Salvador no se mantiene al margen de la ola. En las dos tomas de posesión (2019 y 2024) el presidente de la República, Nayib Bukele, invitó a dirigir una oración al pastor evangélico argentino Dante Gebel, conocido por sus vínculos con pastores ultraconservadores de Estados Unidos.

El predicador que quiere ser presidente de Argentina

Dante Miguel Gebel es el hijo de un carpintero de origen alemán, Federico, y de una descendiente de ingleses, Nelly. Una familia obrera típica del conurbano bonaerense que se construyó a fuerza de trabajo y buena vecindad que un día sintió que su destino estaba ligado directamente a la fe. La historia que el mismo Dante cuenta tiene que ver con la sanidad divina, la conversión, y la liberación de vicios y enfermedades gracias a la mediación de un pastor pentecostal: “Yo era chiquito, tenia casi siete años y mi mamá se moría de cáncer, pesaba 45 kilos. Debido a ello mi viejo estaba casi siempre alcoholizado…” 

El entonces adolescente no fue ajeno a ello, y así como su hermano Gabriel se hizo predicador -famoso por difundir la palabra de Dios en tugurios y cabarets y hasta en el famoso “Cocodrilo”– Dante se construyó a si mismo como un referente juvenil que con una enorme y bien pensada campaña publicitaria logró en los 90 llenar sus primeros estadios con eventos conocidos como “Superclásicos de la Juventud”

Música, luces, sonido, una parafernalia que lo mostraba un día como un actor de Hollywood al estilo de “Duro de matar” y al otro como a un cantante tipo Chayanne, convocaron a miles de personas, fundamentalmente jóvenes, que llegaban a Capital desde todo el país para ver al tipo que les hablaba de Dios y de la “teología de la prosperidad” en su propio idioma. Un genio del marketing. Llenó dos veces River, una vez Boca, dos Vélez y el epítome fueron 120 mil personas en el Estadio Único de La Plata.

Para entonces ya estaba casado con Liliana, con quien tuvo cuatro hijos: Brian Federico, Kevin Daniel, Jason Anthony y Megan Lilian. Para 2009 su período de fama en Argentina había quedado eclipsado, y el viento lo llevó a mudarse a Estados Unidos junto a su familia. Se instalaron en Orange, California, para “pastorear” la iglesia hispana en la icónica Catedral de Cristal en Garden Grove. Cuando llegó, la iglesia estaba en quiebra: debía alrededor de 55 millones de dólares y arreciaban las demandas a la Junta Directiva y terminaron vendiendo el edificio a la Iglesia Católica.

A Dante la gente lo sigue, y la feligresía que había logrado convocar en la Iglesia de Cristal, lo siguió hasta el Centro de Convenciones Anaheim, donde empezaron a funcionar como “Favorday Church”. Y entonces llegó el salto: “River Church”, su propio emprendimiento. En el registro de empresas Dante Guebel dató seis en los últimos años: Dante Gebel Ministries INC; River Church USA Incorporated; Open Line Group LLC; Favorday; Dante Gebel Ministries Inc en Weston y DMG Entertaiment Group Corp. En algunas de ellas los socios se repiten y solo una se mantiene activa: River Church, en sociedad con el pastor Rich Guerra quien, a su vez, tiene registradas 169 iglesias-empresas más. 

Es un showman de la fe, un hombre que no vacila en mostrarse como lo que es: megamillonario. Y mientras posa en sus autos de altísima gama mientras el chofer le abre la puerta, luce trajes de miles de dólares y calzado italiano y se fotografía en una  Ferrari F355 Spider Giallo amarilla en la puerta de su mansión, pregunta a quien quiera oírlo: ¿Qué culpa tengo que Dios me bendiga tanto y que Él sea fiel a sus promesas? 

Es claro, Gebel sostiene que la prosperidad económica libera la mente de las preocupaciones materiales y permite mayor claridad estratégica para servir a Dios, por lo que su “vida resuelta”, como él mismo afirma, gracias a los donativos ajenos le permite esa libertad de acción para abocarse de lleno al servicio divino. La solidaridad no le es ajena, tampoco: desde su iglesia asisten a decenas de familias, y es un clásico de la congregación tomar una familia que pasa necesidades y armarle una casa desde cero, con todo lo necesario. En Argentina, por cierto, facilitó los recursos para que en plena invasión de dengue se pueda fabricar repelente a bajo costo, y contribuyó con alimentos en la inundación de Bahía Blanca.

Es parte del concepto de “siembra y cosecha” que Gebel transmite: cualquier donación o acto de generosidad con él, es una semilla de Dios que se multiplica en otros, un buen argumento para evitar cuestionamientos a su propia opulencia.

Su templo se ubica frente a Disneyworld y tiene las dimensiones de un estadio de fútbol, y si bien el edificio es propio, la Iglesia es parte de las Asambleas de Dios de los Estados Unidos, que tiene más de tres millones de miembros en USA. En su página web y debajo de su foto, vestido de smoking  se informa que «tu aporte nos ayuda a llevar el Evangelio a todo el mundo» y el modo de hacerlo efectivo: Pay Pal, Visa, MasterCard, Maestro y American Express. Y si estos canales no fueran suficientes, también se puede aportar a la obra de Gebel utilizando cheque, por teléfono y por mensaje de texto.

No todos sus ingresos dependen de la caridad ajena: él escribe libros que se venden como pan caliente, recorre el mundo con su obra de teatro que es una mezcla de oficio religioso con stand up sensible; las “cruzadas”, eventos masivos en estadios; y no es desdeñable el dinero que le dejan las redes sociales, donde tiene millones de seguidores, y el canal de Youtube, donde recauda millones de dólares por año. 

Además tiene sus propios programas de televisión, por los que ganó un Martín Fierro: “Dante Night Show” en coproducción con Universal Studios y emitido por TV Azteca, y “La Divina Noche de Dante”, en Canal 9 y Canal 13 de Argentina. Nada distinto, aunque modernizado, de la fórmula exitosa implementada por los famosos telepredicadores yanquis desde hace setenta años.

Esos raros amigos 

El último año llenó teatros en Argentina con su gira “Presidante”, y el afiche lo muestra en primer plano con una banda presidencial, por si alguna duda cabe de sus intenciones políticas en corto plazo. Cuando se le pregunta por su posicionamiento político toma una postura de calculada ambigüedad: es imposible sacarle una opinión firme sobre cuestiones coyunturales, programáticas o personajes públicos; y aunque dice que meterse en política es tirar su “honra a los perros”, algunos referentes ya han hablado por él, como Eugenio Casielles o el dirigente sindical de los aeronavegantes Juan Pablo Brey, dos de sus posibles armadores políticos.

El primer escollo que deberá sortear tiene que ver con el único vínculo político que ha mostrado públicamente: Nayib Bukele. No se puede soslayar que fue una figura central en las dos ceremonias de investidura, en las que fue invitado a dirigir una oración y ofrecer un discurso. Si la primera participación pudo haber sido producto de la ignorancia, la segunda fue motivada por la certeza. En su discurso Gebel dijo que “El Salvador es una nación bendecida por Dios”, y vinculó esas bendiciones con la gestión del presidente.

Analistas como Juan José Tamayo Acosta sitúan a Gebel dentro de un movimiento global denominado la «Internacional Cristo-neofascista» o la «Extrema derecha de Dios». Esta red, compuesta por evangélicos fundamentalistas y católicos integristas, busca influir en la política para promover una agenda conservadora, neoliberal y patriarcal, oponiéndose a derechos como el matrimonio igualitario y el aborto.

Se señala que Gebel mantiene «vínculos con pastores ultraconservadores de Estados Unidos», lo que lo alinea con la infraestructura ideológica y el soft power de la derecha religiosa estadounidense. Su participación en eventos como la celebración del 71º aniversario de la independencia de Israel en Uganda, junto al embajador adjunto israelí, refuerza su perfil como un actor en la escena diplomática y religiosa internacional.

Las coincidencias con Javier Milei en estos asuntos son bastante claras, ambos comparten un mismo fragmento de pensamiento político influenciado por lo religioso y sus think thank, proveniente del trumpismo en particular y de la derecha norteamericana en general. Ambos son, también, outsiders de la política convencional, y si bien los diferencian los modales, no parecen tener otras cuestiones que los distancien. Será cuestión de ver como llegan ambos al 2027, el año de sus sueños electorales. Desde estas páginas aconsejamos a Gebel que abandone los trajes con cuello mao, para no ser semejante al estilo del personaje de la serie “El Reino”.