Por María Paz Salas (AFP-NA)
Una irreverente plegaria de 40 segundos contra el presidente Vladimir Putin le costó la cárcel a las integrantes de la banda rusa de punk Pussy Riot, pero también fue su lanzamiento a la fama mundial.
El grupo conformado por María Alyokhina, Nadya Tolokonnikova y Katia Samutsévich, que en sus inicios en 2011 se presentaba en cualquier lugar y a cualquier hora, aterriza ahora en América Latina con un show profesional que incluye presentaciones en Uruguay, Argentina, Chile y Brasil.
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«Siempre quise realizar una gira por América Latina, es la primera vez que recibimos esta oferta y dije que sí inmediatamente», comenta Tolokonnikova en una entrevista telefónica con la AFP desde Moscú, antes de su llegada a Montevideo, donde este sábado la banda se presenta en el teatro La Trastienda.
La artista, que no tiene tapujos a la hora de hablar sobre el gobernante ruso Vladimir Putin y afirma que ser activista en Rusia es «cada vez más duro», prefiere callar su visión sobre las políticas de los países latinoamericanos que visitará junto a su banda. Al menos hasta que haya terminado la gira.
«No quiero sonar estúpida», dice soltando una carcajada. «Nunca he estado en toda la región así que creo que sería mucho mejor hablar de esto después del tour».
Lo que sí critica es la cercana relación que mantiene Putin con el presidente venezolano, Nicolás Maduro, que se apoya en el Kremlin, uno de los pocos aliados internacionales que le quedan.
«Es ridículo que ofrezca su apoyo a Maduro. Está invirtiendo mucho dinero ruso para apoyar a ese régimen y no entendemos por qué. ¿Por qué harías eso?», se pregunta.
Más «mitín» que concierto
Pussy Riot busca en cada uno de sus viajes una conexión más clandestina con activistas locales. Se reúnen con ellos a puerta cerrada y dialogan sobre la situación de cada lugar donde tocan.
A veces los invitan a integrarse a sus conciertos, que más que un show musical es para ellas una suerte de «mitin político». «Los animamos a que traigan sus afiches, a que sea un lugar para que la gente muestre aquello en lo que cree», dice.
«Es muy fácil para mi conectar con activistas y más aún con activistas que no son del primer mundo», agrega.
A la disidente rusa le resulta especialmente «emocionante» visitar la región en momentos en que América Latina vive un despertar feminista, uno de los temas insignia de la banda.
«Me gustaría haberme convertido en una feminista antes», afirma.
Protesta y fama
«Virgen María, Madre de Dios, ¡echa a Putin! ¡Echa a Putin!, ¡Echa a Putin!», imploró el grupo feminista el 21 de febrero de 2012, cuando asaltó el altar de la Catedral de Cristo Salvador de Moscú para manifestarse en contra de Putin y la Iglesia ortodoxa rusa.
«Virgen María, Madre de Dios, ¡hazte feminista! ¡Hazte feminista!, ¡Hazte feminista!», agregó.
La actuación duró menos de un minuto pero María Alyokhina, Nadya Tolokonnikova y Katia Samutsévich fueron arrestadas y condenadas por «vandalismo motivado por odio religioso». Dos de ellas cumplieron condenas de casi dos años.
Tolokonnikova, de 29 años, fue a parar a un campo de trabajo en Siberia hasta que fue amnistiada en 2013. Pero ser uno de los dolores de cabeza de Putin cuesta caro y la artista aún vive con miedo.
«No me siento segura para nada. La situación de todos los activistas políticos no está mejorando. Está mucho peor», asegura en la entrevista Tolokonnikova, quien escogió quedarse en Moscú a pesar de las amenazas y los intentos de aplacar su disidencia.
Al salir y con un renovado apoyo internacional, la banda continuó con sus protestas cargadas de desnudos, música, máscaras e intervenciones, como su irrupción en la final del Mundial de fútbol en 2018 entre Francia y Croacia, donde lograron entrar a la cancha vestidas de policías.
Las artistas siguen cantándole a Putin, que continuará en el poder hasta 2024, pero de vez en cuando también le dedican sus letras al presidente estadounidense, Donald Trump, a quien le recriminan sus duras políticas migratorias.
«Políticamente se ha vuelto cada vez más duro. La razón por la que empezó Pussy Riot fue para protestar contra el anuncio de que Putin iba ser presidente por tercera vez. Pero Putin cambió la Constitución de un día para otro, lo que le ayudó a gobernar por más tiempo», dice.