Casi 70 por ciento de los consumidores que respondieron a una encuesta en diez países –incluidos tres de América latina– oyeron hablar sobre biodiversidad, pero pocos saben su significado, reveló el Barómetro de la Biodiversidad de la Unión para el Biocomercio Ético (UEBT, por su sigla en inglés).
Para el estudio, se encuestó a 9.000 consumidores de cosméticos y productos de cuidado personal de Alemania, Brasil, Ecuador, Estados Unidos, Francia, Holanda, India, México, Perú y Reino Unido.
Esta es la más reciente de una serie de encuestas realizadas desde 2009 por la UEBT y que en total consultó a 47.000 consumidores de 16 países sobre biodiversidad, abastecimiento ético de las empresas y cómo eso influye en decisiones de compra.
Según el informe, sólo una de cada tres personas define biodiversidad correctamente.
Entre los países de Latinoamérica, Perú presentó los valores más bajos: apenas 7 por ciento de los peruanos saben definir el término. En India, este conocimiento se reduce a un escaso uno por ciento.
Es que, a menudo, se confunde su concepto con los de agricultura orgánica, protección del ambiente, cambio climático o productos respetuosos del entorno, explica el estudio.
Para Lucas Pereira, director técnico de la ONG Iniciativa Verde, de Brasil, los datos son preocupantes “porque señalan que más de un tercio de la población mundial nunca oyó hablar de un tema importante”.
Pero para Braulio de Souza Dias, secretario ejecutivo del Convenio sobre la Biodiversidad Biológica de la ONU, muchos de los términos que se asociaron con biodiversidad efectivamente tienen relación con ella. Así que, para él, en lugar de confusión lo que se tiene es “un resultado positivo”.
Los jóvenes, más conscientes
De las cifras del estudio se desprende que la concienciación sobre biodiversidad es mayor en los jóvenes. Entre los encuestados con edades de entre 16 y 24 años, el 37 por ciento había oído hablar alguna vez sobre biodiversidad y sabe lo que significa.
Si bien muchos no entienden el significado del término, para 87 por ciento de los encuestados es importante aportar personalmente a la conservación de la biodiversidad.
Ese interés es mayor en América latina e India (más de 95 por ciento). Sin embargo, la mayoría no sabe qué puede hacer para su conservación y espera que actúen los gobiernos, ONG o empresas.
Como consecuencia, el 83 por ciento de los consumidores relevados considera importante que las empresas adopten políticas de abastecimiento comprometidas con la conservación ambiental, mientras que el 82 por ciento del universo de la encuesta dijo que quisiera estar mejor informado sobre cómo las empresas utilizan ingredientes naturales en sus productos.
Compañías opacas
La inquietud de los consumidores no es infundada: sólo el 36 por ciento de las 100 principales empresas de belleza del mundo y el 60 por ciento de las compañías de alimentos informan públicamente el origen de sus productos.
Para Cristiane de Moraes, representante de la UEBT en Latinoamérica, “el número de personas que oyó hablar de biodiversidad en la región es alto, pero hay mucho que hacer para mejorar el conocimiento de esta población”.
Un préstamo de nombre de la física y su materia oscura
Una definición de biodiversidad es la que ofrece el diccionario de la Real Academia Española: la “variedad de especies animales y vegetales en su medio ambiente”. Esta descripción suele cuestionarse por escueta y simplista, ya que asume que los organismos sólo pueden ser animales o plantas. Incluso, los ecólogos hurgan un poco más en lo conceptual para hablar de interacciones sostenidas en el tiempo entre los seres vivos y su entorno. En todo caso, el término suele abordarse con diferente óptica según el énfasis puesto en el aspecto genético, la composición de especies concretas y específicas o una comunidad completa a la que se nombra como “biosfera”.
La intersección de este cúmulo de abordajes arroja como promedio una biodiversidad entendida como una amalgama de conceptos que relacionan a los seres vivos y su presencia en un lugar concreto. Pero hay más, y nuevo: la biodiversidad “oscura”. Se trata de un concepto original lanzado hace cinco años por el profesor de botánica de la Universidad de Tartu (Estonia) Meelis Pärtel. El nombre remite a la materia oscura de la física. Es justamente un tipo de materia bastante huidiza, más abundante que la materia ordinaria que conocemos, que está pero no se puede percibir y, sin embargo, forma una parte significativa del universo. Es más: el universo es lo que es –y tiene sentido– por la presencia de esa materia oscura.
La biodiversidad oscura hace uso de una analogía: habla de las especies, relaciones y estructuras naturales que podrían existir en un lugar pero que, hoy, no existen. Es decir, lo que pudo o podría ser en algún momento, pero no ahora: la biodiversidad potencial de un ecosistema. Pärtel la define como la fracción de especies que “no se ven” pero que podrían colonizar un hábitat porque es un lugar adecuado para ellas. Una suerte de especies fantasmas que son parte del conjunto total de las especies que podrían habitar un lugar.
Pero, ¿para qué sirve definir biodiversidad oscura? Hay métodos para medirla, y entonces, los índices de biodiversidad oscura resultantes sirven para mostrar cuándo un ecosistema está en peligro. Si estos indicadores comienzan a aumentar rápidamente en una zona concreta, muy probablemente sea un indicio de la extinción de las especies que conforman la biodiversidad normal. Numerosos estudios muestran que cuanto más compleja y extensa es la biodiversidad, y menor la biodiversidad oscura, mayor es la calidad de vida de las especies que habitan un ecosistema.