En noviembre de 1982 el genetista argentino Víctor Penchaszadeh recibió un llamado de Estela De Carlotto en su casa de Nueva York. Las Abuelas de Plaza de Mayo querían saber si podía ayudarlas. Necesitaban hacer pruebas de filiación entre un niño y una abuela, sin padre o madre de por medio. El especialista todavía recordaba cuando la Triple A lo había secuestrado antes de exiliarse a Venezuela y aceptó. Junto a Mary-Claire King desarrolló la prueba: el índice de abuelidad. Desde 1983 la técnica ayudó a recuperar la identidad de 127 nietos.
En 2009 el médico Ramiro Colabianchi recibió un llamado de María Isabel Chicha Mariani, otra fundadora de Abuelas de Plaza de Mayo. Necesitaba confirmar la identidad de una persona que no podía pagar el estudio que en ese momento se validaba en el exterior. Colabianchi estaba en pleno armado de su laboratorio y recordó lo que su padre Julio le dijo cuando estaba por elegir su profesión: “Buscá una carrera en donde puedas estar en contacto con las personas a las que ayudas”.
Colabianchi dijo que sí, hizo el examen y lo mandó a Estados Unidos. Hoy dice que puede escribir un libro sobre la búsqueda de las personas que se sientan en su oficina cada semana para conocer quiénes son según su ADN o si tienen parientes en el exterior o son compatibles con otra persona en el mundo. El médico, que lleva giradas 600 muestras al exterior, trabaja con el Área de Identidad de la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe que desde el 2015 asiste a más de 200 personas a conocer sus verdaderos orígenes.
Complementario
El laboratorio que dirige Colabianchi hace una parte del estudio de identidad. Es la directa. Toma un hisopado de las encías de cada persona y en dos semanas define si hay un vínculo. La segunda llega 45 días después cuando devuelven un informe desde uno de los cinco bancos genéticos de Estados Unidos, donde cruzan la información con la base de miles y miles de datos poblacionales. El reporte ancestral ayuda a saber las raíces, servir a los que buscan sus orígenes en el exterior y pueden descubrir parientes lejanos o compatibilidades. Desde 2016 el laboratorio de Colabianchi envía más de 40 muestras por mes. El estudio ancestral cuesta entre 80 y 100 dólares.
“El sistema de los bancos genéticos en el exterior surgió como algo lúdico o comercial. La realidad argentina es otra”, explicó a El Ciudadano. En 1987 se creó el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), un archivo con muestras biológicas de más de 300 familiares de personas que fueron denunciadas como víctimas del terrorismo de Estado. La sigla del banco acompaña cada noticia de aparición de nietos porque los científicos aportan a la confirmación de la identidad. También se encargan de sumar pruebas en juicios de lesa humanidad.
Según la estimación de Colabianchi hay más de 3 millones de personas en el país que no vinculan su pasado con la última dictadura cívico militar y tienen dudas sobre su origen o quieren buscar su rastro ancestral. Son buscadores y hay comunidades enteras que crecieron de golpe con Internet. Como no presumen ser parte de una apropiación ilegal van a los laboratorios privados donde es habitual hacer exámenes de filiación para juicios por paternidad, por ejemplo.
Desde 2015 existe una red nacional de laboratorios de ciencias forenses que tiene siete centros de alta complejidad. Ninguno funciona en Santa Fe. Aún así Colabianchi dijo que el Estado está empezando a estar más presente para los y las buscadoras. “Un ejemplo fue la creación del Área de Identidad de la Secretaría de Derechos Humanos de Santa Fe”, recordó el médico.
Se nace o se hace
“Existía un momento en la historia donde las teorías se debatían entre la predisposición biológica y el ambiente. Podemos prever muchas cosas desde la genética, pero es el ambiente, lo que construimos entre todos, lo que juega un rol igual de importante”, explicó Colabianchi. Como ex futbolista profesional, el médico ejemplificó: “Diego Maradona tenía un físico excepcional, pero las condiciones de desarrollo y entrenamiento lo hicieron el mejor jugador del fútbol del siglo XX. Si Lionel Messi se hubiera quedado en Argentina sería un buen futbolista, pero no un crack. Qué nos pasa depende de cómo crecemos y esa es una discusión social. No de una persona y su carga genética”.
El futuro
El análisis genético no es nuevo. Décadas atrás sirvió para apoyar el racismo y las técnicas fueron perfeccionadas hasta fines de los 90 cuando el descubrimiento del genoma aceleró poder saber y planificar la vida de cada persona. Para Colabianchi la especialidad está en una meseta, una vez más por los debates éticos. “Lo que viene es tomar la información genética para personalizar la medicación y la alimentación de las personas. No está en la calle (aplicado por médicos), pero es lo que sigue. Tenemos mucha información, pero aún no sabemos usarla”, dijo y ejemplificó con el mapa del genoma. Si bien los científicos pudieron acceder al 100 por ciento de los detalles sólo saben qué hacer con un tercio del material.
Más cercano a la ciencia ficción de películas como Gattaca o La Isla, la idea de registrar el ADN de cada persona en su nacimiento para controlar sus pasos no está lejos. Tampoco y más problemático es que un Estado o una empresa sepa que una persona tiene propensión a una enfermedad y no la contrate porque significaría una carga a lo largo del camino.
Quieren saber de dónde vienen
El secretario de Derechos Humanos de Santa Fe, Marcelo Trucco confirmó que desde 2015, cuando abrió el Área de Identidad en la repartición, trabajan con más de 200 personas que buscan sus orígenes. En noviembre y a cuenta de los problemas que tenían los buscadores en acceder a los archivos estatales (centros de salud públicos o privados y el Registro Civil) la Legislatura aprobó una ley para facilitar los trámites.
El proyecto fue de Alicia Gutiérrez y alcanza a todas las personas cuya identidad biológica fue alterada o suprimida. Planteó crear un registro de buscadores, un registro único de partos y nacimientos y garantizar asesoramiento jurídico y legal gratuito a las víctimas y sus familiares, como así también asistencia y contención, y facilitar los medios y recursos para realizar el examen de ADN. Los interesados deberán identificarse y realizar una declaración jurada, donde consten sus datos personales y el motivo de su pedido, que se mantendrá confidencial, como así también los datos a los que tenga acceso.
“La apropiación era una práctica muy extendida que estaba naturalizada y que aún sigue vigente. Con esta normativa el Estado se hace cargo de esta clara vulneración de derechos”, explicó Gutiérrez y agregó: “No sólo posibilita el acceso a los archivos del pasado a las personas que viven con esta incertidumbre, sino que garantiza un mayor control y sistematización hacia el futuro, evitando que se repitan casos de este tipo en la provincia”.
Entre el fútbol y la medicina
Ramiro es hijo de Julio Colabianchi, reconocido médico especializado en fertilidad de la provincia. Fue mediocampista en Rosario Central, se probó en el Real Madrid y jugó un año bajo las direcciones del actual seleccionador argentino, Jorge Sampaoli en Argentino.
“Soy hincha de Sampaoli. Solo con un año de trabajo me demostró lo que en ese momento no existía en Argentina: un trabajo meticuloso de análisis del contrincante y el empeño en perfeccionar la técnica individual”, confesó.