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La casa embrujada

Por Pablo Salgado (*)

Cuenta la leyenda que hace aproximadamente 10 años existía una casa terrorífica en Rosario, ubicada en la esquina de Oroño y Pellegrini. La gente aseguraba que allí se veían sombras tenebrosas, que se escuchaban gritos y carcajadas a altas horas de la noche y por sobre todas las cosas aparecían personas muertas en circunstancias de lo más extrañas, todas con una frase peculiar escrita en sus frentes: tu alma ya es mía.

Con el pasar de los años, la gente empezó a poner en duda los rumores de tal casa embrujada.

Hasta que una familia extranjera, compuesta por Pedro y María Rodríguez con su pequeño hijo Benjamín de 8 años, decidieron mudarse a la casona. Ellos tomaban los dichos de las personas como una broma de mal gusto y pensaron: ¿Con semejante casa y sin dueño alguno? La compraremos nosotros sin ninguna duda.

Al pasar los días de haberse instalado en su nuevo hogar, Benjamín encontró un objeto brillante en el patio y se lo mostró a su madre. “Mami… ¿qué es esto?”, preguntó el niño. “Es un anillo”, respondió su madre, quien enseguida agregó “¿dónde lo encontraste?”. “En el patio”, contestó su hijito.

María se dirigió entonces al lugar indicado por su pequeño y descubrió algo raro saliendo de la tierra. Escavando más y más, ella de golpe quedó petrificada al ver una mano sosteniendo un corazón.

Y ese fue su último recuerdo, ya que para cuando abrió los ojos, se encontró dentro de la casa, recostada en el sofá y preguntándose cómo había llegado hasta allí.

“¡Por fin despertaste! Me tenías preocupado, mujer”, exclamó su marido con voz muy tensa. “¿Vos me trajiste hasta acá, Pedro?”, le dijo ella y Pedro le contestó rápidamente: “Claro. Vi que de repente te desmayaste en el jardín, te traje y acomodé en el sofá. ¿Por qué te desmayaste?” Umm no lo sé… no lo recuerdo, ¿puede qué me haya bajado la presión?, aventuró María. “Puede ser otra cosa. Además… ¿Qué hacías escavando en el patio?”, contestó él. “Tampoco lo recuerdo…”, dijo ella. “Bien, por lo menos me alegra que te encuentres mejor ahora”, contestó Pedro.

Al llegar la noche, se escucharon unas entrañas risas y gritos: “Hahahaahahaha”, retumbó por la casa.

—¿Pedro, lo escuchaste?, preguntó María.

—¿Escuchar qué?, dijo su marido.

—¿No escuchaste esas risas terroríficas?

—No. ¿Estás bien?

—Tengo miedo, vamos a fijarnos abajo

—Yo no oigo nada, mujer, solo duerme por favor.—

Por favor te lo pido, amor, estoy asustada.

—Bueno vamos a ver si sucede algo realmente abajo.

Al bajar, María vio en las paredes su nombre escrito con sangre por todas partes. Y gritó desesperada.

—¡Ayyyy, Pedro! ¡Ayudaaaaaaaaaa!

—¿Qué pasa, amor? ¿Qué viste?

—¿Acaso no lo ves? Mi nombre escrito con sangre en todas las paredes.

—¡No, no veo nada! ¿Realmente te encuentras bien, María?

De repente, una sombra tenebrosa susurró al oído de María: “Hahaha ya no tienes donde ir. Tú alma ahora me pertenece… ¡Entrégala!”

—¿María, qué te pasa? ¡Respondeme, amor!

¡Hablame por favor!

Su mujer levantó la mirada lentamente y en sus ojos brillaba una luz extraña. Pedro no reconoció la voz de su esposa cuando le dijo: “¿Quién es María? Ella dejó de existir hahahaha. Ahora ella es mía hahahahahaaha. ¡Y mirá como la destruyó!

—¡Nooooooooooo!

El cuerpo de María empezó a retorcerse por todo el piso, escupiendo sangre por doquier, expulsando todos sus órganos alrededor de toda la casa. Pedro no paraba de gritar y de llorar.

Y encima escuchó…

—Ahora es turno de tu hijo, infeliz.

—¡Noooo! ¡Benjamín nooooo! Hijo mío ¿Dónde estás?

Benjamín apareció inesperadamente detrás de su padre…

—Hola papi hahahaha

Benjamín apuñaló a su papá, le sacó el corazón y teniéndolo en su mano con el anillo misterioso que había encontrado en el patio susurró: “Dulces sueños papi”.

Fin… ¿O no?

(*) Pablo comparte dos veces por semana el taller de escritura dictado en la Cooperativa La Cigarra como parte de las capacitaciones del programa Nueva Oportunidad. Como Pablo hay 17 mil jóvenes en situación de vulnerabilidad que buscan contención y una forma de entrar al mundo laboral.

Acompañados por periodistas del diario El Ciudadano, él junto a 14 jóvenes del distrito Noroeste se anima a escribir. Usan el lugar para hablar de su barrio y su familia, de aventuras con amigos, recuerdos lindos (y no tantos) de la infancia y muchos temas más que surgieron luego de ir conociendo distintos autores como Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Abelardo Castillo, Mauricio Rosencof, Osvaldo Soriano o Eduardo Sacheri, entre tantos otros.

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