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La casta no tiene miedo: la casta se acomoda

No se puede pensar el triunfo de Milei sin los cuatro años de gobierno de espaldas al pueblo, con una inflación pulverizando los salarios y el peronismo desunido. Dolarización, venta de órganos y una reivindicación de la dictadura. La motosierra está habilitada

Todo fue difícil desde el primer día para los partidos que hasta este 2023 acumulaban la mayoría de los votos, mientras crecía la figura de Javier Milei, que empezó como una forma de sacarse votos en la interna de Juntos por el Cambio, y después como una manera de evitar el crecimiento de los amarillos. Pero aquella figura marginal, que sostenía propuestas increíbles como la venta de órganos, el fin de la escuela pública, el cierre del Banco Central, entre otras ideas, logró interpretar buena parte del descontento popular después de cuatro años de salarios pulverizados y una falta de reacción a lo que en realidad pasaba con el pueblo. La inflación imparable, las peleas internas, y la imposibilidad del candidato oficialista de achacar a otro la culpa del desastre económico.

Del lado ganador, la dolarización como bandera, una propuesta que nunca fue clara en su materialización, pero que entusiasmó a diversos sectores a la hora de elegir. Y el slogan de “la casta tiene miedo”, que parecía resumir el odio hacia la clase política, por más que su fuerza –La Libertad Avanza-  terminó rodeada de lo más rancio de la vieja política, entre ellos el macrismo. La casta, en tanto, no tiene miedo. La casta se acomoda. El miedo en todo caso empezó a habitar el cuerpo de todos aquellos que no consideran que la reivindicación de los genocidas, la libre portación de armas y los golpes a la educación pública sean una buena idea.  Un camino similar recorren las mujeres y las minorías, que al menos en lo discusivo, ven sus derechos amenazados.

La mayoría de los votantes de Milei no están de acuerdo con sus propuestas. Y están seguros que no las va a aplicar. La llegada de Mauricio Macri, después de la interna, para ordenar y aportar estructura, armó una alianza más sólida que le permitió hacerse de una victoria. Ahora hay que ver cómo sigue. Porque es claro que la factura va a ser grande y la puja también.

La falta de derechos, o los derechos que Milei les va a arrebatar al pueblo, son difíciles de entender para los trabajadores precarizados, los que no pueden pagar el alquiler, los que hacen malabares para lograr comer los 30 días del mes. Tampoco sirve enunciar un futuro peor, es difícil que la esperanza se centre en lo mismo, en lo que ya está, y en lo que durante años fue imposible cambiar.

Los intentos de Sergio Massa fueron titánicos, pero no alcanzaron. No fue fácil timonear el barco en plena inflación, con el Fondo Monetario Internacional azuzando, y con un peronismo desunido y desarmado, que recién pareció juntarse después de las Paso.

Cada provincia tendrá su particularidad. Y también las ciudades. En el caso de Rosario la indiferencia absoluta hacia una tasa de homicidios cada vez más alta tampoco fue gratis. Cada uno tendrá su reclamo, su bronca, su dolor. Desde cada lugar tendrán un reclamo que el peronismo no pudo resolver. Nunca, jamás, el peronismo separado llegó a ninguna parte. Pero no pareció importante. Hasta hoy.

Es difícil pensar lo que viene también. Cómo se llega al 10 de diciembre, cómo se gobierna en este contexto. Cómo será la grieta.

Cuando Macri ganó las elecciones en 2015 ni siquiera hubo resistencia. Las organizaciones en su mayoría se adaptaron a la nueva realidad. No había un peronismo unido en la resistencia tampoco, y de la mano de ello vino el Fondo Monetario, el achique en salud, la eliminación de ministerios y derechos claves para la vida de los argentinos y las argentinas.

Queda todavía ver si Victoria Villaruel sube la apuesta en su defensa de los genocidas, si los héroes de Malvinas van a dejar de ser héroes y si el andar armado por la calle pasa ser una costumbre peligrosa. Pero nunca hay que dejar de lado que estos personajes surgen cuando el pueblo no se siente representado. Cuando se gobierna de espaldas.

La motosierra está habilitada. Sólo falta saber cuándo la va a usar, y cómo.

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