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La centroizquierda no K, a la espera del socialismo

La interna Binner-Giustiniani postergó decisiones sobre la construcción de un frente progresista nacional.

Por: David Narciso

Primero se bajó Ernesto Sanz de la interna partidaria. Entonces el acto reflejo del comité nacional fue proclamar a Raúl Alfonsín como el precandidato oficial, pero es evidente que el hijo pródigo no consigue enhebrar un liderazgo sólido. La saga terminó la semana pasada con el no positivo de Julio Cobos a la carrera presidencial.

Una vez más la UCR fracasó como articuladora electoral de una propuesta política opositora y sus referentes repitieron la historia como si siguieran un manual. Devastado por las internas, incapaz de definir un rumbo político y mucho menos una pertenencia ideológica, el radicalismo no parece tener nada que ofrecerle a la sociedad argentina. Se muestra agotado.

Que Ernesto Sanz haya abortado la interna partidaria y Cobos se haya bajado hacen pensar que la fractura de la Unión Cívica Radical es inevitable, ya que difícilmente el actual diputado Ricardo Alfonsín acepte ser parte de un rejunte con el Peronismo Federal y el macrismo, experimento que ahora miran con cariño sus dos correligionarios mendocinos y que pergeñan y fogonean las páginas de los dos diarios de mayor tirada del país. Una cosa es ir a firmar a un chapucero documento cargado de retórica anti K para no quedar afuera de la foto y otra es armar listas y otra es regalarle el modesto pero no menor capital de votantes radicales a Duhalde y Macri para que cumplan su sueño de llegar al balotaje contra Cristina.

El tropezón del elefante radical devuelve protagonismo a la posibilidad de un armado electoral de centroizquierda protagonizado por Proyecto Sur, el GEN, el Partido Socialista y el juecismo cordobés. En los papeles luce bien: el socialismo gobernando en Santa Fe, Pino Solanas disputando la jefatura de gobierno porteño; Margarita Stolbizer (y quizás la tajada radical con la que se quede el alfonsinismo) sumando desde Buenos Aires, Luis Juez dando pelea por la Gobernación en Córdoba, y Alfonsín y Hermes Binner como fórmula presidencial. Es decir, referentes competitivos en los cuatro principales distritos electorales del país.

Sin embargo, nada está claro ni lo va a estar hasta fines de mayo, más precisamente el 22, cuando se conozcan los resultados de las elecciones primarias en Santa Fe. Es que Hermes Binner es una figura central en ese armado y es impensable que tenga futuro político a nivel nacional sin antes ganar la interna socialista en su provincia.

La interna que se abrió en Santa Fe a partir de la decisión del senador Rubén Giustiniani de bajar a disputar la gobernación, tiene paralizado al socialismo en todo el país (en cada distrito o provincia la discusión que se está dando en Santa Fe se reproduce allí en término similares), y por ende también cualquier posibilidad de avanzar en el armado electoral de un Frente Progresista de centroizquierda.

Las autoridades del PS a nivel nacional, que comanda Rubén Giustiniani, convocarán en junio a un congreso partidario para definir la política de alianzas. Para entonces no sólo se conocerá al ganador de la interna, sino también si el Partido Socialista sobrevivió a la experiencia, cuestión sobre la que hay ninguna certeza.

Todo esto es lo que referentes de ambos sectores del PS les explican a los operadores de la UCR, Proyecto Sur, el GEN y el juecismo que quieren apurar los tiempos. “Hay que esperar”, les dicen.

De todos modos los contactos se mantienen: el próximo sábado integrantes del Cemupro, el think thank binnerista, volverán a encontrarse con sus pares del alfonsinismo para debatir un programa de propuestas en salud pública.

El socialismo empezó en 2009 a elaborar su estrategia nacional con vistas a las elecciones de 2011. Giustiniani fue electo presidente del partido y Binner mandó funcionarios de su gestión al Congreso nacional para preparar el terreno.

Pero el gobernador no accedió a los cantos de sirena de todo el arco del Frente progresista santafesino y fronteras afuera que lo empujaban a empezar a instalarse en el escenario nacional. Por un lado siempre tuvo en claro que por tratarse del primer gobierno no peronista desde 1983 la gobernabilidad era una meta y no una dote que le habían entregado con la banda y el bastón. Un segundo factor es que el kirchnerismo no fue ni es nada benevolente con los referentes opositores que se instalaron antes de tiempo. Por último siempre estuvo latente la posibilidad de una interna dentro del Frente Progresista que condicionaría sus posibilidades a nivel nacional.

El paso del tiempo muestra esa decisión como un acierto, ya que el pago chico resultó un buen paraguas a la luz de lo que ocurrió con todos los precandidatos que anticiparon sus jugadas entre finales de 2010 y principios de 2011. Lo mismo con la súper interna, donde Binner enfrenta a radicales por un lado y a Giustiniani por el otro jugado al todo por el todo con su ministro Antonio Bonfatti.

Ahora falta conocer el final de la película.

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