El titular del gremio de trabajadores aceiteros, Daniel Yofra, uno de los dirigentes sindicales que mejores incrementos salariales consiguió en los últimos años, dijo durante una entrevista que “el 75% de los sindicalistas que conforman la CGT son oficialistas eternos” y que “la situación sería distinta si pensaran en los obreros”, al tiempo que pidió al camionero Hugo Moyano que “se deje de boludear con los futbolistas” y “vuelva con los trabajadores”. En momentos en los que las paritarias del sector privado entran en su momento más caliente, Daniel Yofra, “el Cabezón”, líder de la Federación de Trabajadores del Complejo Industrial Oleaginoso, Desmotadores de Algodón y Afines, fue protagonista central en 2015 de una huelga de 25 días que puso en jaque la producción y exportación de aceite en la Argentina. Una “rara avis” en el mundo sindical, ya que no reconoce ninguna pertenencia política, Yofra señaló que “el movimiento obrero está manejado por gente que tiene más ambiciones personales y de poder que de defender a los trabajadores”.
—¿Qué está en juego en esta ronda paritaria?
—Nada menos que el salario. Seguimos sosteniendo la postura de pelear por el Salario Mínimo Vital y Móvil como lo establece la ley de Contrato de Trabajo y la Constitución nacional. Nosotros hacemos un estudio desde 2004 para definir cuál es el valor de la fuerza de trabajo, o mejor, qué es lo que necesita un trabajador para vivir dignamente.
—Es una dinámica que rompe con la negociación tradicional.
—A partir de ahí rompemos con un modelo muy agresivo con los trabajadores que se da en distintas paritarias (como la de los maestros o la de los bancarios) y que impone un techo bastante duro de romper. Nosotros no tenemos nada contra este gobierno ni contra ninguno. Somos apartidarios y orgánicos, lo que nos posibilita discutir solamente lo que le interesa a los trabajadores.
—Digamos que ustedes trabajan en un sector con grandes ganancias…
—Si bien a nosotros nos favorece el sector, no queremos que se fundan las empresas ni tirar abajo el gobierno, queremos que los trabajadores estén bien. No me puedo sentir condenado porque hay otros que arreglan por un 20 o un 18 por ciento. Nosotros definimos lo que nos corresponde ganar para vivir dignamente y, hasta ahora, hemos demostrado que todas las empresas pueden pagarlo. No pedimos para hacer un safari al África o un crucero a la Antártida.
—Los dirigentes sindicales parecen no tener vidas similares a las de sus representados
—Nosotros tenemos contacto permanente con los trabajadores: nuestros amigos son aceiteros, nuestros hijos van a la escuela pública con los aceiteros y nuestros vecinos son aceiteros. Vivimos la realidad de nuestros compañeros. Yo no vivo en Puerto Madero, ni en Recoleta. Vivo en un pueblo. La diferencia con los dirigentes de la CGT es que no tienen ni idea de lo que pasa y hasta se deben haber olvidado de sus lugares de trabajo. Con ellos no hay posibilidad de discutir estas cosas, porque la gran mayoría son oficialistas eternos de los gobernantes de turno.
—¿Usted cree que piensan más en sus carreras políticas que en el movimiento obrero?
—Algunos están tan metidos en sus partidos que eso influye sus decisiones. En cambio nosotros tenemos autonomía absoluta. Por eso la izquierda nos acusa de kirchneristas, la derecha dice que somos la izquierda, y el kirchnerismo nos trataba de desestabilizadores. El macrismo todavía no dijo nada, pero estoy seguro que lo deben pensar.
—¿Por qué permanece en la CGT siendo tan crítico de esa estructura?
—Porque la CGT no perdió la vigencia de ser la organización que más convoca. De hecho el 7 de marzo metieron 500 mil personas y los partidos políticos no alcanzan a llenar un estadio. Con medio millón de personas en la calle, yo me siento con un gobierno de otra manera.
—¿Falta democracia en los sindicatos para que la CGT sea distinta?
—Totalmente. No hay democracia. En general escasean los sindicatos que hagan asambleas, elecciones de delegados, que den posibilidades de poder competir con el oficialismo.
—¿Está contra la reelección indefinida en los gremios?
—Sí, porque llega un momento en que los dirigentes se creen los dueños de los sindicatos, en lugar de representantes. Y después de tantos años toman decisiones que son personales. Entonces los dirigentes hacen negocios y movimientos sin consultarle a nadie. Y es lo que le pasa también a los políticos.
—¿Tiene algún ejemplo de lo que dice?
—El 75% de los dirigentes de la CGT son los oficialistas eternos de los gobierno de turno. Y nunca pararon. Y a las pruebas me remito: (Armando) Cavalieri cerró un aumento para Comercio del 20% en dos cuotas. Y es uno de los que está sentado a la mesa para discutir las problemáticas de los trabajadores. Si uno es un trabajador que no tiene una organización que lo defienda por el motivo que sea, ¿qué esperanza se puede tener de que un tipo como Cavalieri vaya discutir sus problemas?
—¿Arriesga algún nombre o espacio que pueda canalizar el reclamo de las bases?
—Yo tenía muchas esperanzas en que Hugo Moyano pudiera revertir esa decisión de ir a la AFA a boludear con los futbolistas y se quede con los trabajadores. Era un tipo que tenía mucha presencia, más allá de las críticas que pudiera haber sobre su conducción. Los del actual triunvirato son los mismos que nunca pararon y arreglaron los salarios de acuerdo a lo que estipulaba el gobierno o consensuando con su patronal.
Un cuarto de siglo
Daniel Yofra ingresó a trabajar en 1992 en Dreyfus y el 15 de diciembre de 1993 resultó electo delegado. Entonces participaba en reuniones más que reservadas para que no echaran al puñado de afiliados que entonces tenía el gremio aceitero. Pasados 25 años, el 100% de los 450 empleados de la planta de Dreyfus están afiliados al gremio que lidera y no quedan contratistas.