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La cicatriz de un fósil de 700.000 años abre un nuevo capítulo en el estudio de enfermedades prehistóricas

Un fragmento de la coraza de un gliptodonte hallado en San Pedro reveló una lesión ósea de origen incierto, con signos de cicatrización. El descubrimiento despierta el interés de la Paleopatología, una disciplina que busca reconstruir las enfermedades que afectaron a los animales prehistóricos.

Una particular marca detectada en un fragmento de la coraza de un armadillo extinto hallado en la localidad bonaerense de San Pedro tras ecos del pasado pasado y presenta las inquietudes de una disciplina llamada Paleopatología, que busca desentrañar algunos misterios vinculados a las enfermedades e infecciones que padecieron los seres vivos miles de años atrás.

La historia comenzó con la curiosidad de una mamá y su hijo, que son asiduos colaboradores del Museo Paleontológico “Fray Manuel de Torres” de San Pedro: Daniela Giménez y Juan Cabrera desenterraron un fragmento de la coraza de un armadillo gigante que generó atención especial. El hallazgo se realizó en un sector de canteras de extracción de tosca perteneciente a la firma Tosquera San Pedro, de la familia Iglesias, en una capa sedimentaria ubicada a unos 8 metros de profundidad del suelo actual.

La pieza corresponde a la región caudal (donde comenzaba la cola del animal) de un ejemplar de la especie Glyptodon munizi, mamíferos acorazados de gran talla que se extinguieron a finales de la edad Ensenadense. Este fósil, de unos 700.000 años de antigüedad, llamó la atención de los investigadores por presentar una marca muy particular en su superficie, de forma casi circular, que mostraba signos de cicatrización en sus bordes.

La marca tiene unos 2,1 x 2,5 cm de ancho y unos 6 mm de profundidad. Sus límites son bien contundentes y presenta una falta total de tejido óseo en la zona en cuestión.

“Prácticamente no existen materiales con lesiones de características similares para poder comparar. Esto le da a esta pieza un valor muy particular a la hora de estudiar patologías óseas en restos de megafauna pampeana. Conocer las enfermedades que afectaban a estas grandes bestias prehistóricas y las marcas que quedaban en sus huesos, así como las ocasionadas por otros factores, plantea un campo de estudio novedoso y apasionante”, explicó el director del museo de San Pedro, José Luis Aguilar.

Especialistas en Paleopatología

Para el análisis de la extraña marca encontrada en el fósil se sumaron el Dr. Alfredo Zurita, docente de la Universidad Nacional del Nordeste, de la ciudad de Corrientes e investigador principal de CONICET, junto al técnico Carlos Luna, personal de apoyo del Centro de Ecología Aplicada del Litoral.

“Los gliptodontes constituyeron un grupo de mamíferos herbívoros acorazados muy particulares que tuvieron una extensa historia en Sudamérica, de más de 30 millones de años, hasta su total extinción hace unos 10 mil años atrás. En los últimos años avanzamos mucho en el conocimiento de la diversidad que alcanzó este particular grupo de mamíferos fósiles, pero aún poco sabemos de las enfermedades que los afectaron durante su vida. Para conocer un poco más de este aspecto, en los últimos años se ha venido desarrollado una disciplina llamada Paleopatología que busca desentrañar estas cuestiones. Sabemos ahora que los gliptodontes tenían, en muchos casos, varias enfermedades que dejaron rastros en sus huesos, ahora fosilizados. Sabemos que estos animales podían desarrollar artritis, por ejemplo”, explicaron Zurita y Luna, de acuerdo a un comunicado del museo.

En esa línea, los expertos detallaron que “la coraza dorsal de estos enormes animales era también una región susceptible a contraer infecciones como se da en la coraza de armadillos actuales donde las lesiones más comunes corresponden a afecciones cutáneas desarrolladas por bacterias oportunistas, ácaros y hongos que suelen llegar a afectar el tejido óseo”.

Sobre la herida de este fósil en particular, aseveraron se trata de “una extraña perforación” que, a diferencia de aquellas que son producidas post mortem por algunos organismos necrófagos, como por ejemplo escarabajos dermétidos, presenta en sus bordes tejido óseo regenerado, lo cual evidencia que la misma ha sido producida cuando el animal estaba en vida”.

De igual modo, precisaron que “lesiones de estas características podrían haber sido desarrolladas por ectoparásitos o mesoparásitos” y, en comparación, en los armadillos actuales, estas suelen ser causadas por pulgas del género Tunga que producen notables perforaciones en los osteodermos de la coraza.

“En los grandes gliptodontes la identidad de los parásitos que los afectaban aún es desconocida. Este hallazgo aporta nuevos elementos de discusión sobre la interacción entre estos enormes herbívoros y algunos ectoparásitos. Análisis tomográficos de la pieza nos permitirán un mejor conocimiento de esta llamativa lesión”, concluyeron.