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“La ciencia se construye entre muchos en todo el mundo”

El investigador Germán Rosano cuenta cuál es el aporte que hace desde su ámbito de trabajo al mundo científico.

ciencia“La historia de la ciencia no es otra cosa que una larga lucha contra el principio de autoridad”. Así lo expresaba Huxley, citado por Cereijido. Un modo de hacerle frente a esta situación es abrir la producción científica para superar el analfabetismo científico instalado en nuestra sociedad.

Thomas Henry Huxley fue un biólogo británico, conocido como el “bulldog de Darwin” por su defensa de la Teoría de la Evolución. De formación autodidacta, a los 17 años comenzó sus estudios de medicina y a los 20 obtuvo el título en la Universidad de Londres, ganando la medalla de oro por anatomía y fisiología. Poco después publicó su primer artículo científico, demostrando la existencia de una hasta entonces desconocida capa del folículo piloso, capa que lleva su nombre: Huxley.

Muchos años después Marcelino Cereijido sostuvo en La ciencia como calamidad, un libro de divulgación científica que apunta a mostrar los efectos negativos del analfabetismo científico, que “una sociedad autoritaria emplea sólo un cerebro, el del jefe; en cambio, en una sociedad democrática la ética permite el empleo de un organismo ‘suprahumano’ integrado por todos los cerebros de la población”.

El aula, lugar de la socialización del conocimiento, se yergue como un sitio donde muchos estudiantes comienzan a delinear su inclinación hacia la ciencia. En esos primeros encuentros, en un colegio con orientación hacia la economía, Germán Rosano descubrió de la mano de un docente comprometido su pasión por la física y la química. Escalones previos que lo condujeron hacia la biología, la biología molecular y a la biotecnología. Una vez en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario, se fue perfilando su inclinación a la investigación científica. “Comencé a conocer a quienes me iban indicando el camino. Me volqué a la investigación básica e hice mi tesina en reproducción humana; ya a punto de recibirme lo conozco a Eduardo Ceccarelli, quien me plantea sus líneas de investigación. Y allí, con él y en su laboratorio, comencé mi carrera de investigador”, relata.

—¿Cuáles son las líneas de investigación del laboratorio?

—En el laboratorio del doctor Eduardo Ceccarelli se trabaja sobre dos líneas de investigación: una se dedica al estudio de las proteínas de una bacteria, leptóspirainterrogans, que causa la leptospirosis; y otra línea en la que estudiamos las proteínas a cloroplastos.

—¿Cloroplasto?

—La célula vegetal tiene, como cualquier célula, compartimentos definidos y lugares destinados a cumplir funciones específicas. Una de ellas es el cloroplasto, que es una organella específica de plantas. Todo organismo fotosintético tiene un cloroplasto. Dentro tiene proteínas que cumplen determinadas funciones. Lo que hacemos es compararlas con las proteínas que están fuera del cloroplasto y que buscan insertarse en diferentes funciones.

—¿Cómo eligen dónde ir?

—Ahí está el punto. Hace varias décadas se descubrió que las proteínas tienen una señal que, al ser reconocidas por otras proteínas, las guían a sus respectivos compartimentos: mitocondria, cloraplasto, núcleo, etcétera. Son las péptidos señales. Este descubrimiento valió un premio Nobel. Nosotros estudiamos las que van al cloroplasto.

—¿Qué hace el cloroplasto?

—Es el sitio donde se hace la fotosíntesis; hay un complejo de proteínas que captan la luz y la traducen en energía utilizable por la célula; la energía que viene de la luz pasa a ser energía contenida en una molécula que luego sirve para hacer alimentos a partir de dióxido de carbono y oxígeno y ahí se produce el azúcar que es lo que consume la planta.

—Cualquier tipo de luz, tanto sea artificial como la luz solar, ¿es la que posibilita esa síntesis que hacen las proteínas?

—La luz está compuesta por radiaciones electromagnéticas, por ondas, y su longitud es la que determina si un organismo la puede usar o no. Existen ondas de todos los tamaños. Las ondas de radio, las microondas, la luz ultravioleta, la luz infrarroja. Las plantas dentro de todo el espectro usan una longitud de onda determinada, la que viene del sol. Es la que captan nuestros ojos, la que compartimos con las plantas y los animales. Las plantas toman una pequeña parte.

—Esa energía que la planta absorbe, reconoce y usa, ¿para qué la usa?

—La planta capta esos fotones que vienen de la luz y los usa para cargar de energía a otras moléculas. El organismo fotosintético tiene la capacidad única de convertir energía lumínica en energía química.

—¿Quién hace esa transformación?

—Unos complejos antena cargados de clorofila, que es la molécula clave. La clorofila tiene la capacidad de excitarse, de tomar esa luz y convertirla en energía química. Se pasa de fotones a electrones de energía lumínica a energía química. Y allí se realizan reacciones químicas que requieren mucha energía, se transforma el dióxido de carbono y el agua, en azúcar. Este proceso lo hacen solamente las plantas. Son las que convierten luz, dióxido de carbono y agua, en alimentos. Si no tuviéramos la fotosíntesis nosotros ni los animales podríamos estar sobre el planeta.

—¿En qué consiste la intervención de ustedes en ese proceso para que ayude a favorecer la vida, la salud?

—Como el cloroplasto es una organella donde se hace la síntesis de azúcares y aminoácidos dentro de la planta, poder manipular de alguna manera y ayudar a que los complejos que actúan se mantengan en un estado de mayor vida útil. Por eso tenemos que saber cómo mandar proteínas adentro del cloroplasto. Por eso el descubrimiento de las señales nos permitió a nosotros introducir proteínas adentro del cloroplasto, que de otra manera no irían de por sí.

—¿Ustedes modifican la señal?

—O se la ponemos, ya que es posible que no la tengan y nosotros se las podemos agregar. Y luego debemos esperar que la proteína que introduzcamos en el cloroplasto, funcione.

—Esa proteína, ¿deberá vencer algunos obstáculos o enfrentar algunas resistencias?

—Para lo cual debemos seguir investigando cómo mejorar el proceso. Uno de los problemas es, en primer lugar, ponerle la señal; otro de los problemas es que la proteína al entrar se despliegue. Existen proteínas, dentro del cloroplasto, llamadas chaperones moleculares, que tienen por función ayudar a esas proteínas desplegadas a tomar su forma definitiva. Estudiamos a esos chaperones, que serían los encargados de dar la bienvenida a las proteínas extrañas tratando de plegarlas; si no lo logran, otras proteínas, llamadas proteasas, degradan a la proteína que no consigue plegarse. En estos momentos estamos estudiando los chaperones y las proteasas.

—¿Este conocimiento incorporado por ustedes, qué le agrega al conocimiento científico?

—Por un lado nosotros incrementamos nuestro conocimiento. Además, puede llegar a servirles a muchos investigadores que están transitando por caminos parecidos. La ciencia se hace entre muchas personas en todo el mundo. Nos satisface saber que nuestro conocimiento puede ayudarles a otros grupos y que, sumados, pueden terminar en algo aplicado, con lo que se beneficie la sociedad mundial.

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