Paula Casati pasaba horas mirando trabajar a su mamá. Era investigadora y estudiaba a los animales. Cuando Paula terminó la secundaria decidió seguir sus pasos y los docentes de la facultad de Bioquímica la incentivaron. A diferencia de la madre, eligió las plantas. Le interesaron porque son poco estudiadas. Investigó en Estados Unidos la carrera postdoctoral y continuó en Rosario donde hace cinco años averigua cómo las radiaciones alteran el crecimiento. El estudio ganó recientemente la última edición del premio L’oréal – Unesco “por las Mujeres en la Ciencia”. En Conicet sólo un 38 por ciento de mujeres ocupan cargos jerárquicos.
“Estudiamos el efecto de los rayos Ultravioletas (UV) porque las plantas no se pueden mover para protegerse de la radiación como nosotros o los animales que nos ponemos a la sombra. Los mecanismos de protección en ellas tienen que ser más finos y regulados”, explicó la investigadora del Conicet que trabaja en el Centro de Estudios Fotosintéticos y Bioquímicos.
Casati es una de las 5 mil científicas de Conicet que ocupan más de la mitad de los puestos de investigador. En 10 años, la participación femenina creció más de un 50 por ciento superando a los hombres del plantel. El área con más mujeres es biología y salud donde el año pasado trabajaban 1825 científicas. Del polo opuesto, las investigadoras escasean en los estudios de tecnología donde participan 167 mujeres.
En el grupo coordinado por Casati trabajan siete mujeres y un sólo hombre. La investigadora dijo que nunca se sintió discriminada y contó que cada vez hay más científicas interesadas en biología.
“Tenemos cualidades como la imaginación y la creatividad que nos hacen ver las cosas de otra manera. Hay que incentivar a más mujeres para que se vuelquen a la ciencia”, comentó.
La incorporación de mujeres en Conicet no se refleja en el cupo femenino de los puestos jerárquicos. El año pasado había 2341 mujeres trabajando como asistentes y sólo 47 en puestos de alto cargo. La relación con el lugar que ocupan los hombres es inversa: hay 1557 asistentes y 135 en cargos superiores. Para Casati el desafío es llegar a las altas posiciones. “Como mujeres nos lleva más años alcanzar algunos puestos. Ocupamos los escalafones bajos o medianos. Queremos visibilizar nuestro trabajo para aspirar a mejores condiciones”, dijo la investigadora.
En el laboratorio estudia el comportamiento de la arabidopsis thaliana, una planta chica que crece rápido y sirve como modelo para ver los efectos de la radiación. Casati empezó a estudiar el fenómeno en 2001 cuando viajó a Estados Unidos para cursar el post doctorado. Con un grupo de científicos experimentaron en campos de maíz y descubrieron que las plantas con un filtro bloqueador de los rayos UV eran más altas que las otras. Cuando Casati volvió a Rosario continuó investigando en otras especies y vio que el efecto era el mismo. “Los rayos UV dañan el ADN. Para repararlo, las plantas detienen el crecimiento. Tenemos varias hipótesis sobre cómo participan las moléculas para responder a las radiaciones. En un futuro podremos generar plantas más resistentes o que den otras respuestas que no disminuyan el crecimiento”, explicó.
El grupo trabaja en otras investigaciones vinculadas donde estudian los diferentes mecanismos de las plantas para protegerse de los rayos. “Algunas especies elaboran compuestos que absorben la radiación y no permite que penetren los rayos”, agregó.
Para Casati investigar estimula la creatividad. Lo nota con su hija de 6 años, que juega con experimentos y le pide ir al laboratorio. “Cuando investigamos tratamos de conocer cosas nuevas. Seguimos el camino del descubrimiento. Encontrar algo útil nos da una gratificación que supera lo económico”, concluyó.