Más de 4 millones de personas abandonaron Ucrania en casi cinco semanas de guerra, cerca de un 10% de su población, en un nuevo hito de la mayor crisis de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial, informó hoy la ONU.
El Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur) informó en su página web que 4,01 millones de personas, la mayoría mujeres y niños, ya cruzaron la frontera desde el inicio de la invasión rusa, el 24 de febrero.
Este número ya supera la proyección inicial hecha por la agencia al inicio del conflicto, se convierte en el flujo más grande en Europa desde la Segunda Guerra Mundial y significa un éxodo de cerca del 10% de la población del país, cifrada en 44 millones, de acuerdo al Banco Mundial.
Si se suma a los desplazados en el interior del territorio, estimados en 6,5 millones según Acnur, quiere decir que cerca de una cuarta parte de los habitantes fue forzada a movilizarse, tanto fronteras adentro como a países vecinos.
Más de la mitad de los que huyeron del país entraron en Polonia, que limita con Ucrania por el oeste y que ya recibió a 2,3 millones de personas.
La elección mayoritaria de Polonia tiene que ver con la existencia en ese país de una fuerte comunidad ucraniana bien instalada, y el hecho de que se ha mostrado muy generosa a la hora de recibir a los refugiados. Además, la cercanía permite pensar en volver rápidamente una vez que se logre la paz.
En ese sentido, las autoridades polacas estimaron ayer que desde el inicio de las hostilidades unas 364.000 personas cruzaron la frontera en el otro sentido.
Estos regresos pueden estar vinculados con personas que trabajan en Polonia pero deciden volver para cuidar a padres ancianos, por ejemplo, o con aquellos que van a buscar a sus familiares para regresar luego con ellos, consignó la agencia de noticias AFP.
Otros países vecinos también abrieron su puertas a los refugiados: más de 608.000 se refugiaron en Rumania, más de 387.000 en Moldavia y unos 364.000 en Hungría, según estadísticas de los gobiernos de esos países.
Ante esta crisis humanitaria, el jefe de Acnur, Filippo Grandi, estuvo hoy en Lviv, en el oeste de Ucrania, cerca de la frontera con Polonia, para discutir formas de aumentar la ayuda a «gente afectada y desplazada por esta guerra sin sentido», según reveló en su cuenta de Twitter.
La entidad gubernamental local informó que el directivo visitó uno de los 72 centros que existen en la localidad para recibir a los desplazados internos.
Si bien la ciudad recibió bombardeos rusos desde el inicio de la ofensiva, geográficamente está alejada de los puntos calientes del conflicto como el Donbass o la capital Kiev, lo que la convirtió en lugar de escape para los habitantes de otras zonas.
«La región de Lviv ya recibió 260.000 desplazados internos y esta cifra continúa creciendo. Continuaremos haciendo todo lo posible para ayudar a las personas de otras regiones, pero necesitamos el apoyo de las organizaciones humanitarias internacionales que tienen experiencia en brindar asistencia y abordar problemas humanitarios a tal escala», comunicó hoy el gobierno local a través de Telegram.
En cuanto a las personas que huyen de Ucrania, desde marzo pueden beneficiarse de una protección temporaria que otorga la Unión Europea (UE) y que puede llegar hasta los tres años: les permite acceso a la vivienda, el mercado de trabajo, el sistema escolar, el sistema social y de salud, en virtud de una directiva europea de 2001 utilizada por primera vez en este conflicto.
Unas 800.000 personas solicitaron esta protección, de acuerdo a estadísticas europeas, con una gran mayoría que prefiere quedarse en la cercanía que ofrece Polonia pese a disponer de los mismos derechos en todos los países del bloque.
«Es importante alentar a los refugiados a que dejen Polonia e intenten ir también a otros países miembros, si no la situación no será manejable», advirtió ayer la responsable del bloque para Asuntos Internos, Ylva Johansson.
Esta solidaridad europea contrasta notablemente con la poca o nula recepción reservada a menudo a los refugiados procedentes de otros continentes, como los de Afganistán tras la reconquista de los talibanes de Kabul en agosto o lo que ocurre con los refugiados sirios que huyen también de una guerra que lleva ya más de 10 años.
Fuera del bloque, el Reino Unido mantiene su política más reacia a la hora de recibir a los ucranianos, pese al respaldo constante que ofrece al gobierno del primer ministro Boris Johnson al del presidente Volodimir Zelenski.
A la fecha concedió 2.700 visados por el programa para que ciudadanos británicos acojan en sus hogares a refugiados ucranianos, tras haber recibido 28.300 peticiones desde el 18 de marzo, según las cifras ofrecidas por el Ministerio de Interior.
En un programa paralelo de reagrupación familiar, se han concedido 22.800 permisos para que ucranianos con parientes directos en el Reino Unido puedan entrar en territorio británico tras el estallido de la guerra en su país.
El funcionario encargado del tema, Richard Harrington, admitió hoy ante la Cámara de los Comunes que el proceso para tramitar las peticiones de asilo y hacer las comprobaciones de seguridad «no es todo lo fluido que debería ser», mientras que desde la oposición, el laborismo criticó la «absurda burocracia que está decepcionando a todo el mundo».