La capacidad futura de la humanidad para alimentarse está en peligro a causa de la creciente presión sobre los recursos naturales, el aumento de la desigualdad y los efectos del cambio climático, según un nuevo informe que publicó la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, mundialmente conocida como FAO (por sus siglas en inglés), denominado “El futuro de la alimentación y la agricultura: tendencias y desafíos” En este marco, el organismo destacó que aunque en los últimos 30 años se lograron avances reales y muy importantes en la reducción del hambre en el mundo, “el aumento de la producción alimentaria y el crecimiento económico tienen a menudo un alto costo para el medio ambiente”.
Sin embargo, casi la mitad de los bosques que en mucho tiempo cubrieron la Tierra han desaparecido. Además, las fuentes de agua subterránea se están agotando rápidamente y la biodiversidad ha resultado seriamente dañada”, advierte el texto de manera crítica.
Como consecuencia, “los límites del planeta pueden verse superados de continuar las tendencias actuales”, señaló el director General de la FAO, José Graziano da Silva, en su introducción al informe.
Para 2050, la humanidad rozará posiblemente los 10.000 millones de personas y en un escenario de crecimiento económico moderado, este aumento de población impulsará la demanda mundial de productos agrícolas en un 50 por ciento más sobre los niveles actuales, según pronostica “El futuro de la alimentación y la agricultura”, lo que intensificará la presión sobre unos recursos naturales que ya escasean. “Al mismo tiempo, habrá más personas consumiendo menos cereales y mayores cantidades de carne, frutas, hortalizas y alimentos procesados, resultado de una transición en curso de los hábitos alimentarios a nivel global que seguirá añadiendo mayor presión, lo que causará más deforestación, degradación de la tierra y emisiones de gases de efecto invernadero”, manifiesta el informe.
Junto a estas tendencias, el clima cambiante del planeta creará obstáculos adicionales. En efecto, el “cambio climático afectará a todos los aspectos de la producción alimentaria”, según los expertos, al incluir “una mayor variabilidad de las lluvias y el aumento de la frecuencia de sequías e inundaciones”.
No obstante, los sistemas alimentarios del planeta son capaces de producir alimentos suficientes para asistir al planeta y de manera sostenible, pero aprovechar ese potencial, y asegurar que toda la humanidad se beneficie de ello, requerirá “profundas transformaciones”.
“Sin un impulso por invertir, el comercio internacional está en terapia intensiva y la incertidumbre global a partir de las políticas que agita el gobierno de Donald Trump amenaza con dejarlo sin reacción en el corto plazo.
La afirmación no es caprichosa sino que surge del más reciente reporte del Banco Mundial sobre el intercambio internacional de mercancías.
Los datos del organismo con sede en Washington indicaron que el comercio mundial se viene desacelerando en forma sostenida y que está ahora en su más bajo nivel desde la crisis internacional de 2008.
Así, mientras que en 2014 el comercio internacional creció un 2,7 por ciento, en 2015 lo hizo un 2 por ciento pero el año pasado avanzó apenas un 1 por ciento.
Para tener una mirada de más largo plazo: entre 1994 y 2008, el comercio creció a un ritmo promedio del 7 por ciento anual; entre 2012 y 2016 lo hizo a un paso del 3 por ciento.
Pero hay otro dato que inquieta: en años recientes hubo caídas en los intercambios pero limitados a los países desarrollados, donde tuvo su epicentro la crisis financiera internacional; sin embargo, ahora también la caída afectó a los países del Sur.
En ese contexto entra la “incertidumbre” sobre las políticas públicas a partir de la llegada de Trump a la Presidencia, pero también de la sombra del populismo de derecha que se extiende sobre Europa.
“La desaceleración del comercio puede también ayudar a explicar parte de la desaceleración de la productividad, al ser esta atribuible al estancamiento en las cadenas globales de valor”, subrayó el Banco Mundial.
En ese marco, “el paso más lento en la expansión de las cadenas globales de valor podría estar disminuyendo el margen para aumentos de productividad a partir de una más eficiente división internacional del trabajo y la difusión de tecnologías”, agregó.
Como suele ocurrir con los informes de los organismos internacionales de crédito, ante los cambios de escenarios y las trabas en la maquinaria de la globalización, las recetas que se proponen ante los vientos de frente son más de lo mismo. Para el Banco Mundial, el fortalecimiento de las cadenas globales de valor fue facilitado por la profundización de los acuerdos internacionales de comercio.
Por lo tanto, “preservar y expandir el alcance” de ese tipo de acuerdos es lo que ayudaría a sostener el crecimiento de la productividad.
Uno de los coautores del reporte, Michele Ruta, advirtió que “en la medida en que la incertidumbre en las políticas se mantenga alta deberíamos continuar esperando que el crecimiento en el comercio internacional sea bajo”.
Este y no otro es el panorama que enfrenta Latinoamérica con Brasil y la Argentina en recesión y con México amenazado por una política muy agresiva en distintos aspectos desde el Norte.