Por: Pablo Moscatello
“Sentimos que por primera vez se abrieron las puertas para la participación de organizaciones indígenas en un operativo de estas características. Nunca habíamos estado involucrados en un evento así y vamos a demostrar que podemos estar a la altura de las circunstancias”. Las palabras, dichas con una lógica y previsible mezcla de orgullo, satisfacción y alegría, pertenecen Ernesto Oscar Talero, referente del Centro Cultural Quadhuoqute, ubicado en el corazón del barrio Toba de Empalme Graneros, en la zona denominada Los Pumitas.
Esa contundente expresión de felicidad tiene como sustento un hecho que cuando se vea concretado será toda una novedad. El próximo miércoles será la primera vez en la historia del país que las comunidades indígenas (aborígenes u originarios) tendrán participación directa de un Censo Nacional. Y la cuestión será por partida doble.
Por un lado, serán noticia ya que la medición apunta, en uno de sus tramos, a identificar los hogares que expresan su pertenencia a alguno de los pueblos originarios que habitan el territorio argentino. De esa forma, se podrá reconocer a algunas de esas comunidades en particular.
El otro hecho que les otorgará una vinculación bien profunda con el censo se debe a que en varios lugares del país serán las propias comunidades indígenas quienes se censarán a sí mismas. En el barrio Toba de Empalme Graneros, en la zona conocida como Los Pumitas, nueve integrantes de esa comunidad llevarán adelante la tarea de recorrer, tocar los timbres y llenar las planillas.
Por qué saber sobre los aborígenes
La idea del gobierno nacional con la novedosa propuesta de incluir una pregunta específica a los censados sobre si existe en cada hogar algún indígena o descendiente de pueblos originarios posibilitará que la opinión pública registre la existencia de las comunidades existentes en Argentina. Será un hecho de suma importancia para las 30 culturas que ocupan el actual territorio argentino y permitirá a futuro la formulación de políticas específicas para este segmento de la población.
Durante las reuniones con los titulares de las direcciones de estadística provinciales se buscó el método para que los propios originarios realicen el sondeo, tal como anunció la presidenta, Cristina Fernández de Kirchner, el 20 de mayo en el marco de los festejos por el Bicentenario.
A nivel nacional, cada organización, entre las que se destacan los guaraníes, tonocotés, tobas y pilagá, presentó sus censistas. En concreto, unos 1.500 descendientes de pueblos indígenas en el país quisieron involucrarse de lleno en el operativo. Anteriormente hubo muchas comunidades que no habían sido consideradas porque no se conocía su existencia, pero ahora, a través de las propias organizaciones que aportaron mapas, el Indec quedó en condiciones de llegar a ellas y entrevistar a esos habitantes.
La presencia indígena “es imprescindible y obligatoria” en el desarrollo del censo nacional que cada 10 años establece características habitacionales de los hogares, datos demográficos, económicos y sociales en la Argentina porque “apuntamos a que salga bien ya que vamos a estar a la altura de las circunstancia y también así corregir errores anteriores y cosas que nunca se hicieron”, apuntó Talero.
Antes de que en la propia ciudad se definiera cuál iba a ser el espacio que iba a tener la comunidad Toba, la movida propagandística había comenzado con fuerza a nivel nacional. El Equipo de Comunicadores Indígenas, de activa participación en la formulación de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, preparó spots publicitarios que apuntan a originarios que viven en los grandes centros urbanos, donde, supuestamente, pierden su identidad.
Los comunicadores también prepararon folletos, trípticos y grabaron spots bilingües con el apoyo de la Defensoría del Pueblo de la Nación. De hecho, especialistas e indígenas coinciden en que actualmente hay más originarios en las grandes ciudades, como Buenos Aires, Rosario, Córdoba, que en las comunidades rurales producto, entre otros motivos, de los desalojos de las tierras que ocupaban.
Esta vez, las organizaciones de los pueblos wichí, pilagá, qom, kolla, mapuche, huarpe, toba, guaraní y mocoví aportaron mapas a las direcciones provinciales de estadística y censos para que puedan ubicar fácilmente los hogares con indígenas. Con los datos que surjan se tendrá información demográfica social que retornará en políticas de infraestructura, salud y educación intercultural.
En Empalme habrá movimiento
Lo cierto es que, a partir de mañana, los nueve censistas de la comunidad que el miércoles recorrerán las calles de Empalme en el sector conocido como Los Pumitas (ubicado entre el Arroyo Ludueña, Olivé, Mariano Cabal y Olavarría) harán la capacitación en el colegio público de la zona, el Carlos Pellegrini.
“De acuerdo a un censo que se había hecho en 2004, en el barrio en ese entonces éramos cerca de 280 familias; yo creo que hoy ya seremos más del doble”, sostiene Talero.
Según explicó el referente barrial, en Santa Fe aún hoy no existe una estadística certera sobre el número de etnias que habitan la provincia. “Con esto va quedar más claro en torno a cuántos somos. Y con el conocimiento va a venir el respeto”, sentenció finalmente Talero.