El sábado al anochecer, el presidente Alberto Fernández anunció la continuidad de la cuarentena hasta el próximo 10 de mayo.
Se trata de una tercera etapa, dijo, y también que restarían otras dos más. Señaló que por fuera de las muertes ocurridas, siempre lamentables, el resultado del aislamiento social y obligatorio había sido exitoso, puesto que se había logrado que a esta altura de los efectos de la pandemia en el país, el virus se multiplicase cada 17 días, es decir con una lentitud que permite prepararse para atender los momentos más difíciles de la enfermedad o los llamados picos, que parecen siempre un poco más lejanos.
Entre otros elogios a los ciudadanos destacó el comportamiento general para observar los criterios básicos sanitarios que habían permitido llegar hasta aquí ostentando una crucial diferencia con otros países donde contagios y muertes multiplican varias veces a los de Argentina.
Por todo esto, Fernández apuntó que se estaba en condiciones de hacer algunas flexibilizaciones pero que estas nuevas posibilidades dependían exclusivamente de una responsabilidad individual y que tal cuestión representaba un desafío muy grande en relación a lo que todos y cada uno de los habitantes estaba dispuesto a cumplir en esta suerte de relajación del aislamiento estricto.
Luego dijo que el asunto era que no se sabía exactamente quiénes llevaban el virus en su cuerpo, porque no habían manifestado ningún signo de la enfermedad, y entonces ahora se trataba de un nuevo aislamiento administrado –como el de la segunda etapa– con un poco más de movilización recreativa y laboral.
Y sumada a la responsabilidad individual –la primera y más importante– estaba la de los Estados provinciales, actores fundamentales de todas las etapas de este proceso dadas las diferentes situaciones de cada uno, incluidos los municipios, y que serían los que determinen qué actividades pueden comenzar a funcionar.
“Vamos a permitir que la mitad de la población se movilice, los que quieran podrán salir a tomar aire hasta 500 metros de su casa (excepción hecha de la población de riesgo y, obvio, los que tienen síntomas y están absolutamente aislados en una habitación)”, dijo el presidente y quizás esa haya sido la frase más replicada en los medios y hasta el detonante de intercambio en las redes, donde se comentaba acerca de la conveniencia de esas salidas y del rol que asumiría cada Estado a la hora de privilegiar una de las dos cuestiones que aparecen en el falso dilema con que los malintencionados buscan horadar la política implementada por el gobierno nacional para cuidar vidas: economía o salud.
Lo que mejor convenga
Si bien para los grandes centros urbanos y sus periferias, tales como Rosario, Córdoba, Buenos Aires, Resistencia no corren las nuevas medidas de relajamiento de la cuarentena, ya que allí se concentra buena parte de la epidemia, hay muchos otras ciudades medianas y pequeñas donde a partir de hoy se podrán transitar estos “alivios”, como se comienzan a ver las medidas de esta tercera etapa.
Ahora bien, ¿es realmente posible que esta tercera etapa se cumpla a rajatablas por les ciudadanes?, ¿podrán realmente elegir horarios y salir a ver cuánta gente está haciendo lo mismo, es decir, caminar, y volver a encerrarse si son muchos los que pululan por las calles y esperar?, ¿podrán las empresas de medianas para arriba –parecería que a medida que son más grandes menos obligaciones de cumplir los protocolos tienen y cuando las obligan despiden gente escudándose en la baja producción– seguir trabajando con turnos y otros recursos horarios para no juntar gente y mantener distancias?
¿Y podrán los gobiernos provinciales y municipales sostener políticas que cuiden la observancia de los protocolos de seguridad a ciudadanes y empresas, advirtiendo y corrigiendo de inmediato si eso no sucede?
Es difícil saberlo cuando abundan intereses de todo tipo, pero sobre todo económico-financieros y de desgaste político al gobierno nacional, las últimas semanas con la muletilla del autoritarismo que coarta la “vida en libertad” de las naciones, como si eso fuera posible en un mundo amenazado por un virus todavía incontrolable que cuando puede, mata.
Pero nada menor es la conducta individual, esa que pese las advertencias –y también la falta de previsiones oficiales en esa oportunidad– hizo salir a cientos de jubilados y beneficiarios de programas sociales en numerosas ciudades provocando una posibilidad de contagio enorme que –afortunadamente si se siguen las cifras de infectados–, no fue tan terrible.
Es cierto que las salidas a recrearse como podía verse al principio de la cuarentena aflojaron bastante –para los miembros de sectores acomodados no existían las advertencias de que un virus andaba suelto y violaban una y otra vez la cuarentena o salían a navegar y se excusaban con que en medio del río no iban a contagiarse ni a contagiar–, sin embargo todavía hay gente que insiste perteneciente a todos los sectores sociales.
Párrafo aparte, claro, merece la situación de sectores humildes y marginados cuyos hábitats no les permite un encierro hogareño con el confort necesario y están obligados a una circulación más comunitaria aunque guardando los estrictos cuidados, que generalmente radican en no alejarse de la esquina o del barrio.
Entonces, ¿existirá la tan mentada conciencia individual y el no menos valorado aunque muchas veces subestimado deber ciudadano para hacer lo que mejor convenga socialmente?, ¿o primará el desprecio y el individualismo?, tan exacerbado durante los últimos cuatro años de gobierno de Cambiemos.
¿Cesará el establishment y sus personeros mediáticos –“sesudos” economistas y periodistas– de pedir más apertura económica y con ello llevarse puesto las medidas de prevención eficaces que puso en marcha el gobierno nacional?
Aunque la flexibilización del aislamiento haya sido consensuada con los mandatarios provinciales, ¿harán todo lo posible algunos de dudosa alianza partidaria con el gobierno nacional para sostener empleos estatales y hacer cumplir lo decretado a las empresas privadas y contener a los sectores más vulnerables con las debidas partidas alimentarias puesto que, también algunos, se creen desobligados de ciertas directivas?
Cohesión indispensable
Cierta cohesión de fuerzas políticas e individuales hizo que el país llegase hasta acá con menos de cuatro mil infectados y menos de doscientos muertos a más de dos meses de decretarse la pandemia en Latinoamérica; y esa cohesión sería indispensable para continuar por este buen camino, más allá de contingencias o de aquellas características todavía insondable del virus que vayan apareciendo.
Los apartados del DNU que establecen los permisos de salida leves son muy claros ya que las jurisdicciones que dispongan esas excepciones deberán hacer un monitoreo permanente de la situación epidemiológica y sanitaria junto al Ministerio de Salud nacional e informar sobre cualquier anomalía, es decir, todo debería estar controlado porque lo contrario es la vuelta atrás, el encierro riguroso, ante el riesgo de expansión del Covid-19.
Anoche las provincias de Santa Fe, Misiones y Mendoza anunciaron que no aplicarían los permisos para el esparcimiento pedestre. No está mal, puesto que ante las dudas del efectivo cumplimiento de los habitantes y de sus propias posibilidades de hacer observar los protocolos deciden aguardar tiempos mejores.