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La construcción VIP sufre por las trabas

Las construcciones más lujosas no pueden contar con materiales exquisitos por el freno a las importaciones.

Pisos de roble de Eslavonia o estadounidense; artefactos de baño españoles; grifería italiana, lo mismo que los muebles de cocina. Estas son apenas algunas de las promesas que hacen a sus potenciales compradores los desarrolladores inmobiliarios de edificios de lujo. Estas promesas están a punto de quedar incumplidas en función de las nuevas normas aduaneras que traban las importaciones.

Sin embargo, con ser graves, estas limitaciones no son lo peor que puede pasarle al mercado de los departamentos premium: la casi imposibilidad para los inversores extranjeros de recuperar y girar a su país los dólares aportados para la construcción de torres en Puerto Madero, Belgrano o Palermo ha expulsado de esta actividad a quienes veían a Buenos Aires como una plaza atractiva.

Un inversor estadounidense aportó casi el 40 por ciento del costo total de una torre de lujo en Puerto Madero; el constructor y sus socios locales aportaron el restante 60 por ciento. Hoy, con la torre totalmente vendida, sus situaciones son diametralmente opuestas:

El inversor extranjero está en apuros porque no le permiten repatriar los dólares que trajo, más la ganancia por la venta de las unidades; ya viajó ala Argentinacuatro veces en los últimos tres meses para intentar (en vano) destrabar su situación;

En la vereda de enfrente están sus socios locales, que siguen vendiendo en pesos sus unidades porque –dado que continúan construyendo en otros lugares– con esos pesos compran acero, ladrillos, cemento, pagan los salarios, etcétera.

El tema de la importación es otra cosa: los pliegos de los fideicomisos –sistema con el que se financian muchas obras– detallan el tipo de artefactos o accesorios (y en algunos casos hasta la marca) con los que se equiparán las unidades.

Sin embargo, desde el año pasado estos contratos incluyen una cláusula que establece que esas condiciones se cumplirán “siempre y cuando el gobierno no prohíba la importación de estos elementos u otros similares”.

¿Qué es lo que se traía del exterior para equipar unidades de lujo, porque la calidad o el volumen que ofrecen los productores locales no son satisfactorios? Veamos:

n Ascensores: las marcas preferidas por los constructores de lujo son las alemanas Thyssen y Schindler, y la japonesa Mitsubishi. Hoy no entra ninguna, pero Schindler abrió una planta en Brasil, desde la que se abastecerán los desarrolladores locales al amparo del Mercosur.

Cerámicas y azulejos: los mejores venían desde China, pero porque las grandes marcas italianas se afincaron en el gigante asiático. Hoy estos insumos ya se traen desde Brasil.

Grifería: pese a que durante muchos años vino desde Italia, ya casi no se importa nada, y se echó mano a proveedores locales.

Loza (artefactos de baño): viene de España, pero los desarrolladores consultados admitieron que se los puede reemplazar con producción argentina. De hecho, ya hubo reuniones entre fabricantes locales y constructores para que éstos les pasen las especificaciones de lo que necesitan. En este rubro no habría grandes problemas.

Muebles de cocina e interiores de placards: es el caso exactamente opuesto a la loza: son lo más difícil de reemplazar. La marca favorita es la italiana Move; según los constructores no hay nada que se compare en la región.

Cocinas eléctricas: italianas, marca Smeg; un problema.

Pisos de madera: la alfombradora Kalpakian estaba importando un piso hecho en Estados Unidos de roble norteamericano. Aún no tiene sustituto.

Los futuros dueños de departamentos A-1 deberán aguardar tiempos mejores en el intercambio comercial.

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