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La convención de historietas empuja a la industria nacional

Además de vender revistas, la Crack Bang Boom fue lugar de capacitación y vinculación entre realizadores y editores.

Ayer frente el Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) cerró la 8ª edición de la convención internacional Crack Bang Boom (CBB) con el tradicional concurso de cosplay. Un hombre dentro de un traje de Pickle Rick de la serie Rick And Morty se llevó el primer puesto cuando la estela de los invitados internacionales y las ventas de los stands de comiquerías se desvanecía en el río. No fue el único reflejo del encuentro.

Como en años anteriores la CBB fue una oportunidad de alentar a los que trabajan para y en el comic nacional. En tres días los organizadores mantuvieron la tradición de dar más de un tercio de la programación a talleres y charlas para dibujantes y guionistas en formación. Presentaron nuevos libros, mostraron a los ganadores del concurso de historietas que hace la convención y dieron las estatuillas de los premios Trillo (por el guionista Carlos) con 9 categorías. Además, ofrecieron a los que tenían un proyecto terminado y sin publicar subirlo a Rootinks, una plataforma online independiente para leer desde la computadora o una tablet. Es una vidriera que miran los usuarios y, más importante aún, los editores de las firmas internacionales que cazan talento. La CBB intenta ser un espacio para mejorar el oficio y encontrar trabajo.

La diferencia en 2017 fue la cantidad. Cuando en ediciones pasadas C.B. Cebulski, de Marvel Comics o el presidente de DC Comic, Dan Didio, recogían 15 o 20 carpetas al salir de Rosario sin saber cuántas terminaban en una conexión laboral, la semana pasada más de 150 nuevos trabajos ya tienen resuelta la difusión del material. “A muchas editoriales de papel les interesó la plataforma”, explicó desde la organización, Juan Ángel Szama.

En números y gestos

La convención acumuló desde 2010 más de 130 mil visitantes. La primera cortó 5 mil tickets y el año pasado calcularon que fueron más de 36 mil. Desde la primera puesta en marcha del sueño del dibujante Eduardo Risso, la CBB atrajo a casi 140 invitados (36 internacionales, 85 nacionales, 14 de Rosario), fue escenario de 29 muestras, 6 concursos y 2 entregas de premios. En cada una hubo un homenajeado sobre cuya obra se basó el diseño de la convención. En 2017 fue el turno de Joaquín Salvador Lavado, “Quino” creador de Mafalda. Un resumen de la obra se mostró en el galpón de la Música, frente al CEC. Fue uno de los cuatro espacios de la convención. Por fuera de los galpones de la Franja Joven estuvo la muestra dedicada a Hugo Pratt en el Centro Cultural Fontanarrosa (San Martín y San Juan).

Otro punto importante fue el Teatro Municipal La Comedia (Mitra y cortada Ricardone) que se llenó el viernes al mediodía con más de 700 fanáticos y seguidores del historietista Frank Miller, responsable de títulos sobresalientes en historias de Daredevil y Batman más creaciones como Ronin, Sin City, 300, entre otros éxitos que en algunos casos saltaron a la pantalla grande. La charla fue gratuita. Miller adelantó que trabaja en una precuela de Sin City, Superman Año 1 y que hará un buen western. Antes de que auditorio lo despidiera con un “ole, ole, ole, Miller, Miller”, respondió preguntas y dejó conceptos claros y en pocas palabras. “¿Qué historia le costó más?”, le preguntaron. “Ninguna. Es la alegría de mi vida poder hacer comics. “Cuál es su historia preferida?”, le dijeron. “Es como que un padre elija entre sus hijos. Mi preferida es la que viene”. “¿Cómo se deben escribir los comics?, lo consultaron. “Son internacionales. Es la mejor forma de hacerlo”. Antes de irse Miller compartió un panel con el escritor de la editorial Vértigo, Brian Azzarello, y firmó más de 300 historietas a fanáticos.

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