El Hincha

Australia/Nueva Zelanda 2023

La Copa Femenina de Fútbol, un “espacio de diversidades” que mejoran el deporte

Tres referentes futbolísticas del colectivo LGBTIQ+ coincidieron en que el Mundial que comienza el próximo jueves será "una vidriera" para visibilizar la diversidad sexual que, si bien está presente en todas las disciplinas deportivas, encontró en ésta "un espacio más ameno" para expresarse


"Quizás éste sea un buen momento para hablar de todas las identidades que pueda haber en una cancha, porque en realidad eso mejora al fútbol, no lo atrasa", dijo Santino

Tres referentes futbolísticas del colectivo LGBTIQ+ coincidieron en que el Mundial Femenino de Fútbol que comienza el próximo jueves será “una vidriera” para visibilizar la diversidad sexual que, si bien está presente en todas las disciplinas deportivas, encontró en ésta “un espacio más ameno” para expresarse, y para “hablar de todas las identidades que pueda haber en una cancha, porque en realidad eso mejora al fútbol, no lo atrasa”.

Así, en el caso de la Selección Argentina, varias de sus jugadoras son abiertamente lesbianas e incluso han tenido hijos en el marco de esta conformación familiar.

Y si bien el equipo albiceleste no incluye a jugadoras trans en el plantel -como tampoco el resto de los seleccionados que disputarán la Copa-, ya son tres las futbolistas transgénero federadas en un país que profesionalizó el fútbol femenino en 2019.

Además, en 2020 admitió en la liga profesional a la primera jugadora trans, Mara Gómez, a quien después seguirían Tiziana Lescano y Jezabel Carranza.

Las tres jugaron en el campeonato de primera división de AFA.

En cambio, en el fútbol profesional argentino se registra un solo caso de un jugador que haya hecho pública su homosexualidad: el de Nicolás Fernández, arquero de General Belgrano de Santa Rosa La Pampa, un equipo de quinta división.

“Siempre los mundiales son una vidriera importante y una caja de resonancia, por eso creo que así como en el de 2019 en Francia (anterior sede del a Copa Femenina) se escuchó bien claro el reclamo ‘Igual trabajo, igual salario’, quizás éste sea un buen momento para hablar de todas las identidades que pueda haber en una cancha, porque en realidad eso mejora al fútbol, no lo atrasa”, dijo a Télam Mónica Santino, histórica futbolista, lesbiana, militante feminista y DT del equipo “La Nuestra” de la Villa 31.

A su turno, la jugadora de Estudiantes de La Plata Mara Gómez aseguró a Télam que el fútbol femenino “constantemente utiliza la cancha como escenario para visibilizar no solamente las desigualdades y la precarización” en relación con la variante masculina, sino también las existencias LGBTIQ+ que allí encuentran un espacio para “hacerse ver y escuchar”; un potencial que se ve magnificado durante el campeonato mundial.

“Incluso muestran su apoyo muchas de las que no pertenecen al colectivo (de la diversidad sexual), lo que es super importante y no se ve. En cambio, en el fútbol masculino hay como un miedo de que los crean gays y después les canten en la cancha”, aportó por su parte Macarena Sánchez en diálogo con esta agencia.

Sánchez fue la primera futbolista en firmar un contrato profesional en el fútbol, y es actual subsecretaria en el Ministerio de Turismo y Deportes.

Para ella el fútbol femenino “siempre ha sido un ambiente muy ameno para quienes somos lesbianas y por lo menos a mí me resultó un ambiente muy corrido de todo tipo de ataque o discriminación”.

“En el fútbol femenino somos bienvenidas todas, todes y nadie está a la expectativa de ver quién es lesbiana, bisexual, trans o no binarie; sobre cuál es su autopercepción o quién le gusta a quién, que es algo que sí pasa en el fútbol masculino donde el jugador tiene que demostrar que es macho y que le gustan las mujeres”, aseguró Mara Gómez.

Estos mandatos determinan que “muchos futbolistas gays no salgan del closet”, con lo cual el deporte que los apasiona a su vez “los limita” en la libertad con la que viven su sexualidad, “como no ocurre en el fútbol femenino donde una futbolista que se autopercibe lesbiana o bisexual no llama la atención”.

“De todas formas no debe ser una obligatoriedad salir del clóset para quienes estamos dentro del colectivo porque hacerlo muchas veces resulta bastante violento, sobre todo en el fútbol masculino, por la cultura propia de ese deporte que asocia la homosexualidad con la debilidad”, resaltó Sánchez.

Sin embargo, para las personas LGBTIQ+ “es importante tener un referente” en el deporte que practican “porque es como un pedal para que se animen a abrirse”, porque “les motiva a pensar ‘si la otra persona pudo enfrentarse a todos esos prejuicios, yo también voy a poder'”.

Para Santino, en Argentina fue decisivo el encuentro entre “el feminismo popular y el fútbol” producido a partir de 2015 inicio del movimiento Ni Una Menos, en la medida en que este vínculo puso sobre el tapete “la importancia del derecho de las mujeres y disidencias a jugar” como otra forma más de decidir sobre sus cuerpos pero también como una vía para la problematización de la feminización de las tareas de cuidado que no deja tiempo para la práctica deportiva.

“Las mujeres y diversidades jugamos en edad escolar y después de eso, excepto para quienes pertenecen al deporte de alto rendimiento, dejamos de hacerlo y el juego pasa a ser una propiedad del varón que sí tiene tiempo para jugar a la pelota con los amigos y no por eso es considerado mal padre. Este aprendizaje fue muy importante para nosotras en la Villa 31 donde las compañeras asumen tareas de cuidado desde muy chiquitas y la cancha, que es el espacio público más importante en el barrio, prácticamente no lo podían usar”, contó Santino.

En cuanto a los prejuicios que afectan a las jugadoras de fútbol, las tres coinciden en la persistencia de aquel que indica que “todas las futbolistas son lesbianas”, o que si practican este deporte y además les gustan las mujeres “es porque quieren ser hombres”, que las mejores jugadoras lo pueden hacer “casi tan bien como un varón” o que “las jugadoras trans dan una ventaja deportiva” a su equipo.

Por otro lado, las tres referentes del fútbol se pronunciaron a favor de la incorporación de personas trans en los seleccionados nacionales en igualdad de condiciones que las cisgénero.

“Yo estoy 100% de acuerdo con que debería haber jugadoras trans (en las selecciones de fútbol) porque todas las personas deberíamos tener el derecho de poder competir en alto rendimiento según nuestra identidad y discutir hoy eso me parece muy primitivo”, opinó Sánchez.

En ese sentido, mencionó la contradicción entre los estrictos requisitos de dosaje de testosterona que se les exige a las futbolistas trans para jugar y el hecho de que a las jugadoras cisgénero “no nos hacen ningún tipo de estudio hormonal” para habilitar la participación, pero tampoco a los varones cisgénero que juegan en la categoría masculina.

En ese sentido, Gómez contó que para poder federarse tuvo que iniciar una “contrahormonización” de acuerdo a “las recomendaciones del Comité Olímpico Internacional para la participación de deportistas trans”, lo cual “tiene consecuencias negativas sobre la resistencia física, la densidad (ósea) o la exposición a las lesiones”.

“Yo hace tres años que estoy en el fútbol profesional y me ha pasado que por el tratamiento me acalambraba, me mareaba, no podía aguantar los 45 minutos y eso me hacía comer banco; es decir que yo no estuve ni siquiera en igualdad con mis compañeras o rivales. Es el costo a pagar pero fue un paso muy importante y poco a poco, iremos tratando de cambiarlo”, añadió.

El 20 de julio comienza la novena edición de la Copa del Mundo Femenina de la FIFA 2023 en Oceanía, con sedes en Australia y Nueva Zelanda, una invitación para ver buen fútbol, alentar a las futbolistas argentinas, y tal como hicimos en el proceso que consagró campeón mundial a Argentina en Qatar, una oportunidad para hablar de derechos a sostener y de los que faltan.

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