La cantante cordobesa Cuca Becerra lanzó el pasado viernes su tercer disco titulado Lúa, grabado íntegramente en su provincia, donde reúne músicas populares de Brasil y Argentina y plasma acabadamente la idea de que “cantar es dar a la escucha una versión de las cosas”.
Durante una entrevista con Télam, Becerra apuntó: “La voz humana posee infinidad de recursos ya que su resonador es el propio cuerpo, donde reside nuestra biografía, nuestros recuerdos”.
Y esa carnadura plasmada en una notable interpretación bajo dirección general, arreglos y guitarra de Horacio Burgos, hacen de Lúa un material de placentera escucha.
El álbum fue grabado a fines de 2020 en El Arca Estudio (de Huerta Grande), sumó los aportes de Fernando Bobarini en bajo, Diego Clark en percusión y la participación especial de Germán Nager (piano acordeón), Damián Torres (bandoneón) y Pilar Oddone (coplas) y su masterización corrió por cuenta de Mario Breuer.
Lúa abre con “En el umbral del cielo” y añade otra pieza de Beto Caletti con “Luna de piedra”, suma dos obras de la dupla Gustavo Leguizamón-Manuel Castilla (“Zamba de Argamonte” y “Cantora de Yala”) y en su veta local añade gemas como “Mota de las coplas” (Raúl Carnota), “La llamadora” (Félix Dardo Palorma) y “Chayita del vidalero” (Ramón Navarro).
La pata brasileña de la placa aporta versiones de “Retrato em branco e preto” (A. Carlos Jobim-Chico Buarque), “Canto de ossanha” (Vinicius de Moraes–Baden Powel), “Lábia” (Chico Buarque–Edu Lobo), entre más, y el viaje añade, además, al artista uruguayo Hugo Fattoruso con “Monte Maíz”.
“Canto desde chica”, dijo la artista. “Recuerdo una particular electricidad en mis pies, cuando mi madre me llamaba para mostrarle a mi abuela, mi danza al escuchar música del Brasil, jazz, tango. Cantar desde los pies. Mi madre es pianista y mi padre melómano. Crecí con sus compositores, quienes formaron la sonoridad de mis gustos musicales y las canciones de Lúa describen esos estados del alma”, relató quien dio inicio a su tercer disco desde el tema “En el umbral del cielo”. “Podría decir que oficia de «obertura» de Lúa, sintetizando desde el comienzo lo que vendrá luego. Beto Caletti es un compositor argentino que vivió mucho tiempo en Brasil y esta canción (en compás de 5/4) tiene una circularidad que abraza mis influencias. Cantamos las influencias, y luego hay una búsqueda personal para encontrar ese sonido propio, una «caligrafía» –como gusto decir– en la voz para dejar rastro de la propia historia en cada canción”.
“Algunas veces las canciones llegan, otras veces son buscadas, pero en ese encuentro necesito un equilibrio entre la poética y lo musical”, confesó Becerra. “Necesito algo que tenga trascendencia en mí. A veces es una «foto o pensamiento en voz alta» del compositor o una historia memorable, eso también depende del camino propio que tomen las canciones. Para ello, me gustaría citar a John Berger en su texto Apuntes sobre la canción, donde escribió: «Una canción, a diferencia de los cuerpos de los que toma posesión, no está fija en el tiempo y el espacio. La canción narra una experiencia pasada. Cuando se la canta, llena el presente. Lo mismo hacen los cuentos. Pero las canciones tienen otra dimensión que es exclusiva de ellas. Mientras llena el presente, la canción espera llegar a un oído que escuche en algún futuro, en algún lugar. Se inclina hacia adelante, más y más. Sin la persistencia de esa esperanza, las canciones, creo yo, no existirían. Las canciones se inclinan hacia adelante»”, agregó.
Consultada sobre la escena musical cordobesa, la artista analizó: “Córdoba cuenta con un número importante de músicos/as ya sea de nuestra generación como de gente que viene con ideas muy interesantes. No solo en la música, sino en lo teatral, la performance, la poesía y la danza. Potencia y potencial. Es gustoso encontrar en los talleres de la voz que coordino artistas inquietos. Creo que estos tiempos de confinamiento han servido también para hacer pausa y escuchar”.
“Mas allá de la circunstancia de aislamiento sumamente difícil para les artistas siento también que es una oportunidad para buscar otras alternativas complementarias de comunicar nuestro arte. Tal vez más íntimo en lo presencial y abierto en cuanto a la posibilidad de instalar nuestra música en el mundo a través de la distribución digital. Así que a pesar de todo, nunca dudé en publicar Lúa en estas circunstancias”, concluyó.