Entre cuantiosa manifestación de aquel precepto de “ciudad cartel” que habría impulsado Domingo Faustino Sarmiento –gigantografía, publicidad, cartelería prometiendo felicidad con precio e IVA– El moncholo, cuadro del emblemático artista plástico rosarino Juan Grela se erige sobre el edificio ubicado en el corazón de la ciudad, en San Lorenzo y Corrientes como parte de la iniciativa Arte a la Vista, donde se tradujeron distintas pinturas de artistas rosarinos para engalanar los rincones de la ciudad. La pintura de Grela data de 1944 y grafica la interacción entre tres personajes: una mujer, un niño y el pez en cuestión. “Esa es mi madre y ese soy yo. Mi padre siempre nos usaba como modelos”, confía sonriendo Dante Grela, hijo del pintor.
La vocación de Grela también fue artística. Su disciplina, la música. Profeta en su propia tierra y acreedor de una carrera musical y pedagógica remarcable, el compositor –que hoy desde las 19 tocará junto a otros compositores en la biblioteca Argentina en el ciclo Pulsos 2010– dialogó con El Ciudadano acerca de sus experiencias y de la última realización llamada Espera, inspirada en un poema de Oliverio Girondo. Además, reflexionó acerca de los distintos perfiles musicales del mundo y la actualidad de la música académica. “Aquí tenemos toda una historia desde las composiciones aborígenes pasando por la Colonia hasta la actualidad que son desconocidas”, disparó.
Poseedor de una memoria prodigiosa, Dante Grela nació en Rosario en 1941 y vivió gran parte de su vida en el barrio Alberdi donde sus padres trabajaban. Ambos eran artistas plásticos. Desde pequeño comenzó a estudiar piano en la escuela de monjas de aquel barrio, se hizo de las obras clásicas de Beethoven y Bach. A los 13 años ya escribía música.
Durante sus años en la secundaria Industrial Nº 4 –Corrientes entre San Lorenzo y Santa Fe– tomó clases de armonía y contrapunto con Miguel Ángel Machado. “Estaba marcado para estudiar ingeniería química y me gustaba. Yo venía de un contexto artístico y hacía varios años que estudiaba composición a la vez que hacía mis primeras cosas. De repente tomé contacto con la Escuela de Música de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y me decidí. Me metí primero en la carrera de piano y composición. Quería ser pianista”, dijo.
Lo latino globalizado
De perfil internacional y abogado de la cultura latinoamericana, Grela ha participado de numerosas experiencias de intercambio cultural durante las décadas del 70, 80 y 90, lo que generó en el compositor una conciencia acerca de los perfiles de músicos académicos del mundo.
“Los compositores europeos provienen de una cultura musical ya gastada. Después de la etapa que va desde 1960 a 1990 –denominada de los «ismos», que se dio en las otras formas artísticas– la impronta se gastó. Ya venían con anteojeras. Es conocido que hoy hay un resurgimiento del romanticismo, llamado neoromanticismo, entre los cuales se destaca Penderevsky”, enfatizó el compositor.
“Los norteamericanos (canadienses y estadounidenses) tienen un proceso creativo acorde con su cultura, abrigada por la realidad de que tienen muchas cuestiones de supervivencia resueltas. Lo que veo es que faltan motivaciones. Ellos han tenido compositores muy interesantes como John Cage, del que me interesan más sus ideas que la concreción sonora. El grueso de los egresados evidencia que no hay una motivación para componer. Si bien no hay duda de su buen oficio, les falta el conflicto. Entonces termina siendo intrascendente”, definió.
“En el caso del compositor latinoamericano, de conflicto no nos falta ninguno. Estamos llenos de conflictos y contradicciones: problemas sociales, económicos y de identidad, porque no. A pesar de la herencia europea y de los ismos, acá el talento se da porque sacamos cosas de adentro. Se terminaron los ismos pero nosotros mixturamos y creamos una producción llena de vitalidad”, describió Grela lo que considera pensamiento actual en la música, mal denominada vanguardia.
“Al oriente le pasa lo mismo que a nosotros. Algunos están tan europeizados o con influencia de Norteamérica que relegan lo tradicional. Tenés un compositor japonés que está escribiendo una replica de la técnica europea o yanqui. Es herencia histórica pero han perdido el contacto con la tradición ancestral”, concluyó al insistir que debe ser tarea de todos los músicos la de revalorizar a los compositores de América latina.
“Acá tenemos toda una historia desde la música aborigen pasando por la Colonia hasta la actualidad que son desconocidas. Yo doy las clases de creación musical latinoamericana y es lo mismo que lo dé en Buenos Aires, Formosa o Chaco porque la mayoría de la gente no tiene idea de los compositores latinos, que es mucho peor”, aseveró Grela. La ignorancia es compartida por alumnos y profesores. “Hace dos años di el mismo seminario en Minas Gerais y los propios alumnos brasileños de música desconocían a sus compositores brasileños. En cambio sí sabían quién es Simanovsky (compositor polaco) o el propio Chopin. La gente sabe dónde nació y murió Ligeti pero no conoce a sus propios compositores”, concluyó.