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La crisis del agua destapó las profundas diferencias sociales en Uruguay

La crisis hídrica que enfrenta Uruguay desnudó diferencias sociales ya que mientras algunas personas pueden comprar botellas de agua en lo supermercados, en los barrios populares de Montevideo los vecinos toman de la canilla, que sale con un alto contenido de sal por provenir del Río de la Plata
Iván Hojman
La crisis hídrica que enfrenta Uruguay desnudó las diferencias sociales que existen en el país ya que mientras algunas personas pueden comprar botellas de agua en lo supermercados, en los barrios populares de Montevideo los vecinos continúan tomando de la canilla, que sale con un alto contenido de sal por provenir del Río de La Plata, por lo que deben ponerle un suero para bajarle la salinidad y exponerse a los problemas de salud que puede producir su consumo.

En el barrio Sayago, en el norte de Montevideo, decenas de personas hacen cola para recibir una porción de guiso en la olla popular «Telba Juárez» mientras Beatriz Torres y Renán Machado, sus organizadores, le echan un suero fisiológico a dos ollas de 100 litros para bajar el cloruro y el sodio presente en el agua que usaron en la preparación.

«Le ponemos un litro de suero cada 10 litros de agua para bajarle un poco la salinidad, los recibimos como donación de un médico», dijo Renán mientras revolvía el guiso compuesto por lentejas, arroz, verduras y «lo que teníamos a mano».

«Recibimos entre 80 a 100 familias, hacemos más de 500 viandas, tres veces por semana. Arrancamos en plena pandemia con 50 personas y fue aumentando, es cada vez es peor», aseguró el cocinero.

«Es como si fuese agua de mar», retrató Beatriz sobre el agua que sale de la canilla del predio y se quejó de que «el gobierno no ayuda en nada, nunca había pasado esto».

En las mediciones oficiales de la calidad del agua de red de Montevideo y zonas aledañas el gobierno uruguayo reconoció que el cloruro y el sodio presentes exceden los límites permitidos, que ya habían sido antes elevados por Obras Sanitarias del Estado (OSE) ante la necesidad de extraer agua del Río de La Plata.

En las muestras, se encontró hasta 873 miligramos de cloruro por litro, cuando lo permitido tras el aumento era de 720, y en sodio se registró hasta 516 mg/l, sobrepasando los 440 aceptados.

Guillermo González, que se acercó a pedir un plato de comida a «Telba Juárez», tiene 63 años y sufre de hipertensión, por lo que el consumo del agua de grifo está contraindicado para él según los sanitaristas uruguayos.

«El agua esa me está matando. Tengo que ir hasta la gruta de Lourdes todos los días con mi bicicleta para conseguir agua sin sal, hago 10 kilómetros para buscar 5 litros que están dando ahí», contó el hombre y mostró su pierna izquierda hinchada por la insuficiencia cardíaca que padece.

«A través de una ayuda del Estado me dieron 800 pesos para comprar agua pero yo compro comida porque no me alcanza para vivir», se lamentó.

Otra vecina que fue a la olla popular proveniente del barrio Torre 8, María Barrondo, indicó que «está horrible el agua, no puedo tomar mate, no tiene solución, aunque la hierva tiene gusto a sal».

«Espero que se solucione pronto pero esto va para largo. Nos preocupan los chicos porque tienen que consumir el agua. Tendrían que ir a casa por casa y entregar bidones de agua, no hay asistencia del gobierno», criticó.

En parque Batlle, uno de los barrios más acomodado del centro de Montevideo, un camión sisterna de 30 mil litros de OSE, el organismo estatal responsable del abastecimiento de agua potable en Uruguay, saca agua de un pozo de un parque para abastecer a sanatorios y hospitales con agua sin sal.

Postergación de la ayuda ofrecida por Argentina para proveer de agua potable, de parte del gobierno uruguayo

Junto al inmenso camión, dos jóvenes, Diego y Juan, ambos de 18 años, charlan al lado de sus bicicletas.

«Se siente mucho el gusto salado, no salía así antes. En mi casa desde que empezó todo esto arrancamos a comprar botellas en el supermercado. Tenemos un filtro en la canilla pero igual se siente», comentó Juan.

«Es extraño, es nuevo lo que está pasando. Prefiero tomar agua embotellada, yo también tomaba del purificador pero ya no se puede», agregó Diego, que se balanceaba sobre un aparato de gimnasio al aire libre.

«Al principio teníamos mucha preocupación con mi familia pero cuando empezamos a comprar agua nos tranquilizamos», comentó el joven.

Vecinos del barrio Pocitos mostraron como la sal en el agua echó a perder el filtro del purificador de la canilla, que quedó amarillento.

Mientras tanto, en los supermercados de Montevideo los bidones de seis litros duran apenas más de una hora cuando se reponen una vez al día.

Esta semana, el gobierno argentino ofreció a Uruguay una planta potabilizadora de agua móvil con una producción de 1.700 sachets de medio litro por hora y un buque de la Armada Argentina del tipo «Aviso», que contiene una cisterna de 300 toneladas de capacidad de agua provista por AYSA.

No obstante, la Cancillería uruguaya postergó el ofrecimiento a través de un escrito que decía que «al tiempo de agradecer y aceptar dicho ofrecimiento, hace saber que en razón de la dinámica de la situación bajo permanente evaluación, hará conocer la oportunidad del mismo».

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