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La cultura como manifiesto político

Fighiera cuenta con un espacio donde se da protagonismo a los hacedores artísticos locales. El proyecto Altavoz se propuso cambiar la subjetividad de aquellas personas que no se identificaban como artistas, aunque hicieran algo en ese sentido, para formarlos y convertirlos en trabajadores culturales

M.G.

Están los funcionarios de cultura que, si alguien le pide una pared para escribir una frase, le dicen que sí sin preguntar siquiera el sentido de ese hecho artístico.

Y están los funcionarios de cultura que acompañan ese hecho artístico. “Una frase tiene que ser concientizadora. Hay que pensar donde pintarla y para qué. Porque el arte es un manifiesto político”. De este lado se encuentra Leonardo Lenci, Secretario de Cultura de la Comuna de Fighiera.

En Febrero de 2009 fue uno de los fundadores del primer espacio cultural de Fighiera. El Espacio Abierto Julio Cortázar nació con una pregunta: ¿Qué se puede hacer para garantizar el derecho a la cultura de un pueblo en una localidad de 5 mil habitantes? Y la respuesta se fue nutriendo con la participación y el compromiso de muchos jóvenes que pasaron por el “Julio Cortázar” para cambiar algo y cambiarlo todo.

A más de 10 años de esa experiencia Leonardo Lenci fue nombrado como responsable de la política cultural de Fighiera en la gestión de Rodolfo Stangoni. Asumió en plena pandemia pero no sin nada por hacer, sino con todo para transformar.

Desempolvar a los trabajadores de la cultura y cambiar la subjetividad

En cuarentena nació el primer proyecto. “Altavoz no fue un proyecto de exhibicionismo de nuestros artistas y de la casa, sino que se trataba de desempolvar a los trabajadores de la cultura, conseguir un profesor de vocalización, uno de guitarra, una fonoaudióloga para trabajar las cuerdas vocales y la respiración, y un taller de escritura para producir canciones propias. Tiene una instancia de formación y profesionalización. Pero tiene otra arista que es a la vez hablar de nuestra identidad cultural como pueblo. Fighiera tiene cientos de artistas que tienen un vínculo con lo musical y estaban ocultos en su casa. Fue un trabajo puerta a puerta, un trabajo de cambiar la subjetividad de aquella persona que no se identificaba como artista sino como alguien que sabía tocar la guitarra. Primero tuvimos que erradicar esa idea que el artista es solo el que sale en los medios de comunicación. Tocás el bombo desde los 20 años, sos un artista local aunque nunca te subiste a un escenario. ¿Quién tiene la vara para decir quién es un artista y quién no?”

Sin una política cultural en defensa de los trabajadores del arte, la vara la impone el negocio de los grandes sellos discográficos. Para romper con esa lógica, está el Estado: “Después de ese trabajo subjetivo, decidimos que quien pise un escenario de la comuna va a cobrar. Llámese como se llame. Desde el artista más reconocido hasta aquel que de cuatro notas pega tres. Porque el artista es ante todo un trabajador de la cultura. Y de esta forma la gestión  no solo reconoce al albañil que canta y es artista sino que también le está dando la posibilidad de que se forme. Para que el hecho artístico sea un derecho, tanto para el que lo produce como para quien lo escucha”.

Esta política pudo desarrollarse por la decisión de la gestión de Rodolfo Stangoni en priorizar  la cultura local con motor de grandes transformaciones sociales. Y así fue. Por Altavoz pasaron más de 90 artistas locales. Mucho de los músicos grabaron temas propios en un estudio que se montó para producciones artísticas. Se abrió un canal de YouTube para difundir todas las piezas audiovisuales generadas desde el área y próximamente quieren lanzar un canal de TV digital.

Altavoz fue el primer eslabón de una cadena de proyectos para revalorizar la cultura local: “Lo que pinte” un ciclo para los artistas plásticos; “Huellas que hacen historia”, con entrevistas a distintas personalidades destacadas de la localidad y la producción de cortometrajes: “Los hijos de Fierro” con el fin de visibilizar la cultura campera y gauchesca de la zona.

Experimento Social- Dictadura Cívico Militar Argentina 

El 24 de Marzo de este año, la localidad de Fighiera amaneció con una intervención en los espacios públicos para conmemorar el Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia en homenaje a las víctimas de la última dictadura cívico-militar.

Con la participación de actores y actrices de la región, todos los espacios públicos fueron intervenidos con escenas que representaron el genocidio de los años de plomo de nuestra historia reciente: una mujer gritando por su bebé, un allanamiento, un falcón verde, un torturador y un torturado, un interrogatorio, quema de libros, madres reclamando por la aparición con vida de sus hijos, pañuelos blancos, memoria.

“Fue una forma de concientizar a través del arte con un mensaje disruptivo. El vecino fue al cajero del banco y se encontró con una mujer en bata gritando por su bebé. La vecina cuando fue a comprar el pan se encontró que en la plaza estaban quemando libros. O todos se empezaron a preguntar qué pasaba en la esquina que estaban allanando e interrogando a una persona”.

Y un cartel que decía: “No intente interactuar con ellos. Son parte de la memoria viva”. Ese es el compromiso del artista con el arte. Y ese es el compromiso de un funcionario con la historia: “La memoria no se esconde. Hay que ponerla donde más moleste”.

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