Nacido en Villa Eloísa, el periodista, escritor, profesor y crítico cultural Daniel Briguet hizo de Rosario su ciudad por adopción. Se mudó a los 12 años, cursó sus estudios secundarios en el colegio Sagrado Corazón de calle Mendoza y luego la Universidad Nacional de Rosario lo tuvo entre sus filas. Definido por su mirada crítica y ácida del mundo, y por ser un gran conversador, el escritor que supo convertirse en un personaje urbano del barrio Pichincha falleció este sábado después de haber sufrido un paro cardíaco.
A lo largo de su carrera periodística Briguet formó parte de las redacciones de casi todos los medios gráficos de la ciudad, como trabajador estable o como colaborador. Entre ellos los diarios Rosario/12 y La Capital. El Ciudadano lo tuvo como uno de sus grandes colaboradores en la primera etapa de su ajetreada historia, cuando la redacción se situaba sobre el Boulevard Oroño y luego por calle Dorrego.
Silvina Tamous, Jefa de Redacción de este medio, recordó: “Tuve la posibilidad de trabajar con él en las primera épocas de El Ciudadano, compartimos la redacción, su mirada crítica y ácida sobre el mundo era inigualable”. Pero la periodista lo recordará también en su etapa de docente: «Conocí a Daniel cuando tenía 17 años y entré por primera vez a la facultad de Comunicación Social en la clase de Teoría de la Comunicación. Era un salón enorme en 1986 que estaba en calle Córdoba, en frente de la Facultad de Derecho. Caminábamos por ahí sabiendo que años antes habían torturado gente en ese lugar. Éramos un montón y todos fumábamos mucho. Recuerdo que Daniel tenía una personalidad fascinante, y un estilo divertido y provocador. Voy a recordar siempre esa magia que tenía en ese lugar y nos mostraba en cada clase”, agregó.
“Daniel fue un icono, un símbolo de Pichincha. Si hay alguien que revalorizó la ciudad desde la perspectiva cultural, fue él. En especial hizo famoso a El Resorte, ese bodegón por el que peleó su reciclado. Daniel era un muchacho crítico, ácido, pero al mismo tiempo con una profundidad en un discurso accesible para el gran público”, dijo a su tiempo Juan Pablo Sarkissian, periodista, docente y presidente de la cooperativa La Cigarra que edita este medio.
Y agregó sobre el cronista de El Vecino: “Fue docente de docentes. Tenía una cátedra en la facultad, cuando lo de internet aún era una quimera, que creo que se llamaba Utopías tecnológicas o algo por el estilo. Era un desafío enorme. Él fue uno de los responsables de meter en la universidad pública a MacLuhan. Era un decidor al que pocas veces se lo vio con una carpeta o un cuadernito, tenía una capacidad de elaborar en tiempo real sorprendente”.
Un café en La Siberia
Según Sarkissian, “era un placer tomar un café con Daniel en La Siberia”. “Era un tipo muy querido y apreciado, a nivel profesional y humano. Cuando uno disponía de un hueco en La Siberia era un placer encontrarlo y tomarse un café con él. Porque siempre era un lugar de referencia para alguna reflexión sobre algo de la coyuntura pero atravesado por una mirada atemporal que excedía la cuestión de los tiempos y ese poder encontrar no respuestas definitivas pero sí certezas provisorias de cara a los fenómenos que se sucedían como la comunicación referida a lo digital, donde fue un avanzado”.
“Era un tipo muy estudioso y -recordó entre risas- un gran mangueador de cigarrillos. Recuerdo que él decía: «Yo nunca dije que no fumo, sino que nunca más iba a comprar cigarrillos» y así fue”.
Además, Sarkissian compartió que esta pérdida lo shockeó al mismo nivel que la partida del militante de HIjos Juan Emilio Basso. Incluso recordó con un nudo en la garganta aquella tarde, en medio de la mudanza de El Ciudadano a su nueva redacción, en Santiago 34, que fue el mismo Briguet qué pasó cuál curioso a ver de qué se trata tanto movimiento y saludó a los cronistas que estaban en la vereda.
Una pluma afilada
Juan Aguzzi, Secretario de Redacción de este diario, también recordó esa visita de Briguet cuándo preguntó si hacía falta “alguna pluma bien afilada para esta nueva etapa del diario”. “Estoy conmovido con su muerte, ese día charlamos un rato, él era un gran conversador”, agregó.
“La verdad es que es una pérdida muy grande para la ciudad, porque dentro de su problemática orgánica por algunas dolencias y bajones que tenía (que a veces lo llevaban a estar un mes sin salir de su casa), era un tipo muy lúcido que se destacó en tomarle el pulso a la ciudad”, subrayó.
Y graficó: “Él hablaba mucho de que el problema de los rosarinos era querer parecerse a los porteños o a los barceloneses. Tenía una mirada muy aguda, fue un muy buen crítico cultural aunque no se refería sólo a la cultura en sus apreciaciones sobre la realidad. Daniel era un analista desde lo periodístico, que tenía puntos de vista interesantes. Me voy a quedar con esa faceta de analista y de periodista buceador de la ciudad que tenía”.
Por otro lado, Aguzzi también resaltó el amor de Briguet por el barrio Pichincha, al que se mudó cuando aún la zona no contaba con “el tinte turístico ni el agite joven”. “Cuando él se mudó a esa casa de pasillo, frente al Club Humberto Primo, en el barrio aún estaba la estación de trenes, los cabarets y él era amigo de las chicas que trabajaban ahí cuyas charlas con ellas fueron material de algunos de sus textos. Le encantaba hablar de lo que sea. Era un muy buen conversador, alguien que hacía de la oralidad un culto, al viejo estilo de los filósofos”.
Después de conocida la triste noticia desde el Ministerio de Cultura de Santa Fe publicaron unas sentidas palabras para despedir al periodista: “Fue periodista, editor de colecciones, escritor feroz y polemista inquietante. Dio cátedra en la Facultad de Ciencia Política y fue endiablado columnista de innumerables programas radiales, acometiendo el éter con su voz cansina y su especial forma de relatar lo habitual con tanta pasión como lo hacía con algo insospechado. Se fue un pensador de los detalles y secretos de la vida urbana. Entendió la crueldad del individualismo y los clichés que a menudo arrojan las masas”.
“El sábado pasado su corazón dejó de convocarlo a levantarse y salir con paso lento a buscar qué nuevos misterios depara la vida. Se fue un tipo querible, aunque algo ensimismado. Será difícil olvidarlo”, agrega el escrito.
Costado artístico
Daniel Briguet tenía su costado artístico, no todo era charlas, café y letras en su vida, también “le gustaba mostrarse, actuar”, señaló Aguzzi. En alguna entrevista Briguet se había definido como un “actor vocacional” y tuvo una gran exposición mediática cuando formó parte del grupo de amigos de la película El asadito, dirigida por Gustavo Postiglione en 1999. También pasó por televisión en Bótelos, el ciclo político conducido por Lisandro Cavatorta en Canal 5 (hoy Telefe Rosario). También guionó y dirigió el video VHS Raíces en el aire sobre la Trova rosarina.
Entre los títulos de sus obras referidas a la narrativa o al análisis periodístico figuran Ficciones periodísticas (1993), Prohibir la noche (1996), El encapuchado no se rinde (1998), Historias con mujeres (2002), El último verano (2005) y El despertar de la criada (2011).