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La cultura nunca es delito

Artistas de la ciudad, como pasó en otros puntos del país, se manifestaron el martes en señal de repudio al proyecto de ley presentando por el gobierno porteño de Horacio Rodríguez Larreta, que busca penalizar el trabajo callejero

Una sonrisa insospechada desde la ventanilla del colectivo, un poco de color y alegría en la tediosa espera del semáforo en hora pico. Los artistas callejeros son parte del pulso de la ciudad, ese que se detiene por un rato para ver los puntillosos pasos de un émulo de Michael Jackson en pleno corazón de peatonal Córdoba, mientras titiriteros, malabaristas y estatuas vivientes regalan su arte como un gesto generoso.

Ayer, músicos, magos, malabaristas, feriantes y actores, entre muchos otros, organizados en la Asamblea de Artistas Callejeros Rosario, se reunieron en Plaza San Martín y marcharon hasta la 25 de Mayo en señal de repudio al proyecto de ley 1664-J-18 presentando por el gobierno de Horacio Rodríguez Larreta en la Legislatura Porteña, porque lo que empieza en un lado puede afectar el trabajo de todos. “Se basa en la modificación del Código Contravencional para otorgarle una mayor libertad de acción a las fuerzas policiales contra los artistas callejeros”, apuntan los artistas locales en un comunicado.

La modificación agrega la figura de “ruidos molestos”, provenientes de la vía pública, “permitiéndoles a las fuerzas policiales multar, incautar objetos personales y de trabajo (bombos, clavas, pelotitas, instrumentos musicales, entre otros), y hasta cinco días de cárcel y servicio público comunitario”, según indican quienes convocaron a la actividad de ayer y que reúne a más de 80 artistas, que sostienen que el proyecto “criminaliza el arte”.

En Rosario, los artistas que deciden, quieren o necesitan trabajar en la calle son muchos, muestra de eso fue, entre más, la serie documental Canción de la ciudad que registró las historias de algunos de ellos en multisoporte.

“Esta ley es un reflejo de cómo conciben la cultura y el uso del espacio público”, dijo Axel, miembro de la Asamblea de Artistas, haciendo referencia al proyecto del PRO. “Eso es lo que se está cuestionando. Porque se puede armar una regulación pero el problema es la exclusividad y que todo lo que ocurra tenga que estar oficializado. Buscan el control extremo de la vida cultural del pueblo”, apuntó.

“Lo que propone esta ley es que a partir de una denuncia, la policía puede actuar dando días de cárcel o poniendo multas. Además, se hace a partir de una denuncia anónima que entendemos puede generar denuncias falsas de cualquier índole”, agregó Edith, quién comparte el mismo espacio.

“Lo que pasa en Buenos Aires nos toca de cerca porque tenemos muchos amigos allá y muchos de nosotros vamos a Capital a trabajar. Nosotros, en Rosario, queremos que eso no ocurra, que si hay una normativa clara sobre el uso del espacio público sea abierta a que todos tengamos derecho a estar, a disfrutarlo”, dijo Axel. Y completó: “El gobierno porteño está en consonancia con el nacional y, en ese sentido, la línea es muy clara, muy evidente, y esa determinación que toman en Buenos Aires se refleja en otras políticas a nivel nacional. Ellos piensan que la relación de los individuos tiene que ser en el espacio privado y el espacio público es lo único que les falta privatizar. Todo ese tipo de políticas apunta a cerrar plazas, a restringir el espacio público; se presupone que ciertas actividades se pueden y otras no, según convenga”.

En Rosario según la Ordenanza N° 4.621/89, se permiten las actividades artísticas en toda la ciudad, previo ingreso a un registro, a excepción de algunos espacios como Bulevar Oroño desde Wheelwright hasta Pellegrini, el Parque Independencia y La Plaza San Martín, entre otros, para los que hay que pedir autorización especial. “Hay un sector de la Municipalidad (de Rosario) que tiene diálogo con los artistas, incluso hay programas y se hacen coproducciones. Eso es interesante porque uno, como productor cultural, tiene acceso a instancias de decisión y organización de actividades. Hay otro sector de la Municipalidad que es más restrictivo. Y lo que sí es cierto es que los feriantes, salvo los que han podido establecerse en los espacios como el que funciona en Bulevar Oroño, tienen su derecho vedado de antemano, los corren. Y para los artistas, la peatonal también es un tema por los permisos. Hay un registro, normalmente no hay problema, pero hay algunas restricciones y se llenan los cupos”, contó finalmente Axel.

La manifestación de ayer buscó establecerse en solidaridad para no permitir que esta restricción al arte callejero avance. “No hay que esperar que llegue acá”, dijo Rubén, que es mago y ventrílocuo desde los años 90. Él es artista, en las calles es donde más trabaja y donde más le gusta, según confesó.

“La idea es que no se genere un antecedente legal”, dijo Gastón mientras sostenía su semi toyo, un cicus de registros graves. “Es una batalla que no podemos perder y menos que una persona que está en una oficina nos diga qué es arte y qué no lo es”, agregó quien considera la actividad callejera como un espacio de formación que cuenta con el regalo de poder sacar una sonrisa. “Uno que hace arte callejero ve caras de alegría y cuando te vas, muchos te dan las gracias. Hemos tenido varios problemas con la policía y la Guardia Urbana Municipal, pero siempre fue la gente la que nos defendió”, concluyó.

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