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La desigualdad alcanzó en el primer trimestre del año su peor situación en más de una década y media

El Indec publicó este martes el informe de Evolución de la distribución del ingreso correspondiente al primer trimestre de 2024, que ilustra los primeros resultados de la gestión económica y política: más pobres, y mayor pobreza para pobres. Entre ellos, son las mujeres las más perjudicadas

Ni pedo, ni buzo, ni menos economía en V para los más necesitados. La desigualdad en la Argentina alcanzó en el primer trimestre del año su peor situación en más de una década y media, según el informe de Evolución de la distribución del ingreso correspondiente al primer trimestre de 2024 del Instituto Nacional de Estadística y Censos, tabulado con la Encuesta Permanente de Hogares.

El coeficiente de Gini, herramienta, creada por Corrado Gini en 1912 para medir la desigualdad entre los habitantes de una población comparando sus ingresos, midió en la Argentina un marcado retroceso entre el primer trimestre de 2023 y el mismo período de 2024, al pasar de un coeficiente de 0,446 a otro de 0,467, con una escala que mide en 0 la igualdad absoluta y en 1 todo lo contrario.

Se trata del coeficiente más empobrecedor a nivel mayoritario desde 2007; pero además es el salto más empinado para peor de los últimos 20 años, en los cuales el coeficiente mostró un descenso constante año a año desde 2004 hasta 2015, una suba en la curva desde 2016 a 2019, un descenso con altibajos entre 2020 y 2022, y una marcada brecha desde entonces.

El coeficiente no representa la pobreza, que también crece, sino las variaciones de una sociedad en la que los ricos son más o menos ricos en relación con que los pobres sean más o menos pobres.

La megadevaluación del inicio del gobierno de La Libertad Avanza, el Caputazo, y la consiguiente escalada inflacionaria que desplomó los salarios en relación con los precios no impactó de la misma forma a los segmentos de la población medidos en deciles, es decir en diez partes.

Tomando en cuenta los deciles de menores ingresos y los de ingresos medios, se decanta que el 50% de los trabajadores percibió menos de $300.000 en el primer trimestre del año, y la porción crece hasta el 80% si el tope se calcula en 500.000 pesos.

Esto es que la mayoría de las y los trabajadores no alcanza a cubrir con sus ingresos una canasta básica total para una familia tipo de cuatro personas –varón de 35 años, pareja de 31 años, hija de 8 e hijo de 6– que para marzo estaba valorizada en 773.385 pesos (y que a mitad mayo ya trepó a 828.158,19 pesos).

En el caso de los hogares, tomando el ingreso total, el 50% reunía ingresos menores a 500.000 pesos. La desigualdad entre los hogares con más y menos ingresos es casi 18 veces: en el primer decil el ingreso medio de un hogar midió 188.000 pesos y en el último 33.937.000 pesos.

Así, las personas del decil 10, que es el 10% de mayores ingresos del país, se quedan con el 35,4% de los ingresos totales, mientras que las personas del decil 1, el 10% de la población con menores ingresos, alcanzan al 1,6% del total. La brecha por ingresos totales es de 33,8%, y el sector de mayores ingresos toma 22,1 veces lo que alcanza el sector de menores ingresos.

En los ingresos por hogares, el 10 por ciento más rico se queda con el 27% y el 10 por ciento más pobre con el 2,8 de la torta.

 

Con datos actualizados, apenas una treintena de países del mundo tienen coeficientes por debajo de 0,3, que implica los de menores diferencias entre ingresos, uno de los componentes de justicia distributiva o justicia social. Entre quienes incurren en esa “aberración”, al decir del presidente Javier Milei, se encuentran, por citar algunos de los más conocidos, Noruega (0,247), Bélgica (0,242), Países Bajos (0,264), Dinamarca (0,282), Austria (0,281), Alemania (0,295), Suecia (0,295), y Francia, con 0,297.

A esas naciones las hilvana un sector privado con fuerte componente de valor agregado, pero también un Estado con fuerte presencia en la Economía. Entre los más injustos se puede encontrar a países de Latinoamerica y África como Brasil, Colombia, Namibia, Sudáfrica, Botswana, todos con coeficientes mayores a 0,50, con estadísticas de 2023.

La Argentina tuvo coeficientes variables en las últimas dos décadas, pero a distancia de esa distribución. La serie cpm mejor distribución que arrancó tras la crisis y caída de la convertibilidad, con devaluación y desocupación por las nubes en 2001-2002, tuvo como principio a la medida de las mayores desigualdades del mundo, con 0,516 en 2004, y su punto de menor brecha lo alcanzó en 2015, con 0,420.

A casi una década de aquel momento, va ahora camino hacia las economías más injustas, en el marco de un gobierno que no tiene entre sus valores políticos este umbral, sino más bien lo contrario.

Cavando más brecha

El nuevo informe del Indec retrató, además, una coyuntura de gran desigualdad en ingresos entre varones y mujeres en el primer trimestre del año. Los varones tuvieron un ingreso promedio, contabilizando todos los deciles, de $429.741, mientras que el de las mujeres fue de $310.064. Así la diferencia enorme, que había sido de poco menos de la cuarta parte (24,2%) en el primer trimestre de 2023, en el primer trimestre de este año resultó de un 27,8%.

No es la única brecha. El informe del Indec también da cuenta de la desigualdad de ingresos entre los trabajadores formales e informales. El ingreso promedio de las personas asalariadas con descuento jubilatorio fue de $449.382, mientras que para los trabajadores en negro alcanzó menos de la mitad, 197.467 pesos. Comparados con los ingresos del año anterior de esos mismos dos sectores, la suba porcentual de salarios fue de 196,1 y 200,8% -respectivamente- en doce meses, en ambos casos muy por debajo de la inflación, que tuvo una variación anual del 273,5% entre los primeros trimestres.

Los salarios formales perdieron contra los precios, reduciendo poder adquisitivo, apenas algo menos (4,7%) que los informales, cuyos ingresos en relación con las dos canastas básicas, alimentaria y total, los ubican al borde de la existencia.

Con gráficos propios, a partir de los datos de la publicación Evolución de la distribución del ingreso, el investigador y ex funcionario del Ministerio de Economía Daniel Schteingart, magíster en sociología económica, advirtió en la red social X (ex Twitter) que la caída del poder adquisitivo en todos los deciles tuvo un promedio del 24%, pero en el 10 por ciento de menores ingresos escaló al 33,5%. Y comparó el mayor empobrecimiento de las y los más pobres con el peor momento de la pandemia de coronavirus, el segundo trimestre de 2020: “El poder adquisitivo había caído 15% en promedio y 28% en el decil 1”.

Para el sociólogo, “esta dramática caída permite proyectar que la pobreza pasó del 38,7% en el primer trimestre de 2023 al 55,7% un año más tarde”, una situación en la que además explota, si se verifica, en los más vulnerables: “La indigencia habría pasado del 8,9% al 18,3%”, concluye, advirtiendo que habrá que esperar hasta septiembre –cuando el Indec emita el nuevo informe de pobreza– para cotejar los datos. De igual modo postula: “Son los mayores valores en 20 años”, a pesar de “la desaceleración de la inflación (y cierta recuperación de ingresos reales)”.

La caída del poder adquisitivo es fuertísima: 24% en promedio y ¡33,5%! en el decil 1 (el 10% de menores ingresos).

A modo de referencia, en el peor momento de la pandemia (2do trimestre 2020) el poder adquisitivo había caído 15% en promedio y 28% en el decil 1. pic.twitter.com/jdqcq4NSe9

— Daniel Schteingart (@danyscht) June 25, 2024