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“La droga se hizo más pública en Rosario, pero se generalizó”

El obispo Jorge Casaretto descartó que ese flagelo y el de la inseguridad afecte más a la ciudad que al resto del país.

Luego de dos días de debates, charlas y mesas de trabajo cerró en Rosario el tercer encuentro nacional “Repensando la política”, organizado por la comisión de Pastoral Social de la Conferencia Episcopal Argentina y el Arzobispado local. El evento, que se realiza cada dos años en distintas ciudades del país, contó con la participación de importantes dirigentes partidarios, sociales y sindicales que llegaron a la ciudad para exponer sus visiones sobre la realidad. En ese marco, El Ciudadano dialogó con uno de los impulsores de la propuesta, el obispo emérito de San Isidro Jorge Casaretto. El prelado destacó algunas medidas que ha tomado el gobierno central y valoró el “crecimiento” de la participación en política de los jóvenes en el último tiempo.

Además, evaluó que el flagelo de la droga y el narcotráfico se ha hecho “más público” en Rosario, pero descartó que el fenómeno se desarrolle con más impacto que en otras partes del país.

La Conferencia Episcopal nuclea a los obispos católicos no retirados con cargo y es de alguna manera el órgano político de la Iglesia. Es desde este lugar que la institución suele emitir sus opiniones sobre los asuntos sociales y económicos del país.

El encuentro que realizó en Rosario este año se desarrolló bajo el título “la política al servicio de la amistad social”.

Entre otros, estuvieron desde el viernes y hasta ayer en la ciudad para participar del evento José Octavio Bordón (ex candidato presidencial y ex gobernador de la provincia de Mendoza), Ernesto Sanz (senador nacional por el radicalismo), Daniel Arroyo (ex ministro de Desarrollo Social de la Nación), Gabriela Michetti (senadora por el PRO) y la dirigente santafesina María Eugenia Bielsa (ver aparte).

Este sábado por la tarde El Ciudadano tuvo un largo diálogo con Casaretto, quien está desde hace años en la organización de este evento y quien, pese a su situación de “emérito”, sigue siendo uno de los más influyentes de la Iglesia Argentina.

El prelado ha tenido desde siempre un vínculo fluido y cercano con el mundo de la política De hecho, en los momentos en que la relación se hizo más tirante entre el Episcopado y los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, Casaretto fue de los obispos que siguió manteniendo las líneas de diálogo abiertas.

“Yo creo que la Argentina ha padecido históricamente mucho enfrentamiento, que los que piensan de una forma no admiten el pensamiento de los otros. Con estos encuentros lo que le estamos proponiendo a los políticos es la amistad social, que haya consensos”, explica de movida el religioso.

Consultado ya en torno a cuales son hoy los grandes flagelos que azotan al país, Casaretto hizo referencia a “la inseguridad”, la “educación”, el “trabajo en negro” y la situación de los “jóvenes que no estudian ni trabajan”.

“Esas son las grandes problemáticas argentinas. También es importante el tema de acceso a la vivienda y el porcentaje alto de pobreza que no podemos reducir. Desde que empezó la democracia la iglesia viene hablando de que la política tiene que ocuparse de lo pobres porque hay que integrar y no excluir”, agrega.

—¿Pero en estos últimos años no han mejorado la situación y los índices en relación a todos esos temas, según la Iglesia?

—Hay algunas cosas que han mejorado y otras que no. Nosotros apoyamos mucho cuando se proclamó la Asignación Universal por Hijo. Fue positivo en su momento. Creemos que ahora hay que seguir avanzando en darle una respuesta educativa laboral a quienes tienen la asignación.

—¿Qué evaluación hace la Iglesia del ciclo político que terminará el año que viene?

—Lo que hemos detectado en el último tiempo es una mayor cantidad de jóvenes en política y en el sindicalismo. Eso es muy positivo. A veces la gente ve nada más que la acción de La Campora. Creo que, incluso, La Cámpora ha sido positiva en el sentido de motivar a otros también a que se preocupen por la política. Esto es nuevo. Veníamos de un indiferentismo fuerte en toda la época de (el ex presidente Carlos) Menem. Y recién ahora está reapareciendo el interés.

—Rosario ha venido siendo noticia a nivel nacional por la (in) seguridad y el narcotráfico ¿Qué mirada tiene la Iglesia sobre esos fenómenos que parecen darse con más fuerza en la ciudad?

—Mire, humildemente, desde la Iglesia podemos decir que hemos sido de los sectores que más hemos puesto en evidencia el tema de la droga. La Iglesia tuvo declaraciones muy fuertes incluso cuando la Sedronar estuvo vacante durante mucho tiempo. Una cosa es la pobreza con droga, otra sin droga.

—¿Pero cree que en Rosario este flagelo se ha desarrollado más que en otras ciudades?

—Se ha hecho más público, pero está generalizado. En el Gran Buenos Aires también está generalizado. En todos los lugares del Gran Buenos Aires hay quiioscos donde se vende droga. Eso tiene que terminar. Para limitar el narcotráfico tiene que haber una persecución muy profunda de todo lo que es venta de droga en el barrio. Porque eso es corrupción directa a los jóvenes.

—¿Y con la seguridad? ¿Cree que hay alguna diferencia entre lo que ocurre en Rosario con el resto del país?

—En el Gran Córdoba pasa lo mismo que en Rosario. En todas las grandes concentraciones todos los días tenemos delitos muy fuertes. No se puede hacer un juicio concreto como que Rosario tuviera todo el mal. Es un mal generalizado.

Desde el borde del abismo a la espera de Justicia

La presentación del encuentro de la Pastoral Social se realizó el viernes por la noche con la presencia de la intendenta de la ciudad, Mónica Fein, junto al ministro de Gobierno de la provincia, Rubén Galassi.

El funcionario santafesino estuvo en reemplazo del gobernador Antonio Bonfatti, quien a esa hora estaba disertando en el Congreso de Economía provincial que organizó la Fundación Libertad.

El buen vínculo institucional que existe entre los dirigentes más importantes del socialismo y la Iglesia Católica quedó enunciado con las palabras de Galassi. En su breve discurso, el funcionario sostuvo que “la Pastoral Social siempre ha estado a lo largo de la historia del país en los momentos más difíciles”. Y recordó como ejemplo las horas críticas de diciembre del 2001 y el Diálogo Argentino. “La Iglesia Católica supo convocar para encontrar salida, cuando estuvimos al borde de abismo”, reconoció.

En tanto, una de las ponencias más emotivas la realizó también el viernes a la noche Celeste Lepratti, hermana de Claudio Pocho Lepratti, quien a los 35 años fue asesinado en el diciembre negro por la Policía provincial. “Todos saben que él estaba trabajando en una escuela pública de la zona sur cuando sucedió el hecho. Trabajaba con jóvenes y su guía era Don Bosco. También fueron sus referentes el padre Edgardo Montaldo y monseñor (Enrique) Angelelli. A 13 años de su asesinato y de la muerte de tantos otros hermanos en la Argentina (fueron casi 40 en el país en ese diciembre de 2001) la justicia aún no ha llegado”, dijo.

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