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La economía argentina, del G-20 al D-22

El gobierno nacional apela a la reunión cumbre de las economías más poderosas del mundo y de los emergentes para tener una última chance de la "lluvia de inversiones" que nunca arreció. MIentras tanto, la asistencia del FMI prevé desembolsos en 2019, un año electoral y un default en 2022

La reunión de los mandatarios de las primeras potencias mundiales en la ciudad de Buenos Aires, genera expectativa de un nuevo empujón externo a la alicaída economía argentina. Tras el aire fresco de los fondos del Fondo Monetario Internacional que permitieron estabilizar el mercado cambiario y alejar temporalmente el fantasma del default, los funcionarios del gobierno de Mauricio Macri se entusiasman con que el arribo de los principales presidentes del mundo reviva el frustrado sueño de una “lluvia de inversiones”.

Pero los sueños de una reactivación externa chocan con la realidad de un modelo económico agotado. Si las inversiones externas no arribaron cuando la economía argentina disfrutaba de abundante financiamiento internacional y cierta reactivación interna, nadie en su entero juicio espera que vengan con un mercado de crédito cerrado y una actividad productiva sacrificada en el altar de las exigencias del FMI. Mucho menos cuando la política de deuda acordada con el fondo tiene implícito un default de la deuda en 2022 (D-22), si no hay una previa reestructuración.

El nuevo acuerdo con el FMI

La principal modificación del nuevo acuerdo con el FMI, consta en la aceleración de los desembolsos a fin de apuntalar la economía argentina en 2019, en franca inestabilidad estructural y sin visos de repunte. A pesar de que el primer acuerdo distó mucho de ser cumplido (los resultados fueron inferiores a los peores escenarios previstos por el organismo), el FMI decide duplicar los desembolsos inicialmente pactados, adelantando fondos que debían ser inyectados en años posteriores al de la cercana contienda electoral.

En el último trimestre del 2018 están ingresando fondos por 12.672 millones de dólares, de los cuales resta esperar el desembolso de 7.260 millones en diciembre. A partir de enero el flujo muestra un claro comportamiento electoralista: pre y post octubre de 2019. Para el período hasta octubre de 2019 ingresaran fondos por 20.592 millones de dólares (el 41% del total de los fondos acordados). Luego, entre octubre de 2019 y 2020 ingresaran algo más del 9% de los fondos restantes. Y partir de 2021 el saldo comenzará a ser deficitario, debiendo Argentina pagar las amortizaciones.

En efecto, el perfil de fondos luego del año 2021 se torna fuertemente deficitario. La plata dulce del FMI, que da aire externo para el tramo pre-electoral, se vuelve un lastre para el próximo gobierno obligando a dos alternativas: conseguir una refinanciación de los vencimientos de capital del acuerdo por parte del Fondo, o posponer el pago de fondos, renegociando todo el esquema.

Estimaciones

El nuevo acuerdo abre un conjunto de escenarios posibles de cara a 2019. Inicialmente podemos observar las estimaciones del FMI respecto a la dinámica de la economía y la posibilidad de cumplir con los esquemas de monitoreo cuantitativo, especialmente el piso de reservas que tiene que cumplir el Banco Central. Consideremos que el FMI sólo incluye un compromiso de reservas hasta marzo de 2019, luego de esta revisión deberá anunciarse un nuevo piso.

Las estimaciones del organismo afirman un saldo positivo por FAE (formación de activos externos), cartera y otros fondos, prestamos de corto plazo al gobierno de 2.432 millones de dólares. Descontados los otros ingresos y salidas de divisas, se estima un excedente de dólares para marzo de 2019 de 4.300 millones, lo que para cumplir el piso de reservas serían necesarios solamente 1.087 millones de dólares. Una visión sumamente optimista del escenario argentino.

Sin embargo, lo más probable es que tal escenario esté lejos de cumplirse. Más aun, considerando que 2019 es un año eleccionario y que de allí en adelante la sustentabilidad externa se encuentra lejos de estar garantizada, es muy poco probable que el sector privado se mantenga inalterado y confiado en la estabilidad financiera argentina. Por este motivo, decidimos estimar dos escenarios de crisis: uno de corrida cambiaria y otro de corrida bancaria.

En el caso de que suceda una corrida cambiaria, la necesidad de dólares por fuera del acuerdo del FMI sería de 3.000 millones para el primer trimestre de 2019 y de 31.000 para todo el año. En el caso de una corrida bancaria, sería mínimamente de 6.800 millones de dólares para el primer trimestre y de 46.000 millones para todo el año.

Tales escenarios son propios de una crisis estructural para nuestra economía insuperable a través de ajustes fiscales o devaluaciones contractivas. Las necesidades de dólares financieros en nuestro país parecen no tener una solución de mercado.

Centro de Estudios Económicos y Sociales Scalabrini Ortiz (www.ceso.com.ar)

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