Las funciones básicas del periodismo, según los manuales de comunicación, son las de informar, entretener y formar. Las primeras están ampliamente cubiertas por los medios, que abundan en noticias y entretenimiento dispuestos para acercar al público a los hechos más relevantes.
La función mediática de “formar” está un poco más limitada, a pesar de que cada vez más las audiencias se especializan y buscan en las noticias mayor profundidad y análisis de los hechos. Los informes sobre ciencia, salud, educación etc. son requeridos por un público que intenta ampliar su perspectiva científica o simplemente acceder a lecturas con mayor contenido formativo.
La educación y la ciencia son temas que, cuando no son de coyuntura, requieren un tratamiento más específico que permita ahondar en conocimientos que habitualmente no forman parte del abordaje cotidiano de las informaciones.
La divulgación científica y el abordaje mediático de temas de educación y ciencia es una preocupación que ha llevado a la comunidad académica a poner en tensión la relación entre los medios de comunicación y las noticias de este campo, con el fin de lograr que la “trasposición periodística” se realice de manera eficaz.
En este contexto, la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario, junto al Sindicato de Prensa de Rosario, organizaron la jornada debate denominada: “Periodismo, ciencia y educación: encuentros y desencuentros”, que tuvo como moderadora a la doctora en psicología Emilia Ferreiro. La mesa contó con la participación de Roberto Igarza (Academia Nacional de Educación, especialista en cultura, comunicación y educación), Agustín Aranda (periodista del diario El Ciudadano) y Hugo Muleiro (periodista. Red Enredados).
La doctora Emilia Ferreiro destacó en el comienzo del debate, la importancia de la palabra escrita y su valor como formadora de opinión y transmisora de hechos relevantes que deben ser tenidos en cuenta por la comunidad. “Esa palabra escrita no sólo debe tener impacto, sino que debe trasmitir hechos considerados como verdaderos” sostuvo.
Ferreiro planteó preguntas para el panel, donde queda en claro la preocupación por la relación entre comunicadores y cientistas. En este marco, la inquietud sobre cómo pasar de conocimientos científicos a su difusión cuando el descubrimiento es de impacto social, y las precauciones que debe tomar el comunicador para garantizar su divulgación, marcan las prioridades que hoy impone esta intersección de intereses profesionales.
Esta preocupación se sostiene en la manera en que hoy se interpreta y distribuye la información. El hecho comunicativo debe dar respuestas a una demanda social cada vez más exigente y especializada. La ciencia, la educación y la salud, entre otros, dejaron de ser un reducto inexpugnable, para abrirse paso en la comunidad como un hecho informativo más.
La especialización periodística surge como una exigencia de la propia audiencia y una necesidad de los medios por alcanzar una mayor calidad informativa y profundización de los contenidos. En este sentido el periodismo cada vez avanza en la fórmula de hablar de lo que pasa pero también de lo que significa un hecho de la realidad.
El doctor en Comunicación Roberto Igarza sostiene que los lectores exigen una “transposición periodística” que es absolutamente necesaria para el público. “El lector es incapaz no solamente para acceder al hecho, sino además, para desencriptar lo técnicamente sofisticado que se ha vuelto la ciencia, la agenda de la salud y la educación en los medios. Hay un público lector televidente y oyente que necesita de esa transposición periodística donde la escuela y el sistema escolar se vincula con el sistema de medios de comunicación en una suerte de tensión ”.
El periodista Agustín Aranda sostuvo que los problemas de la divulgación científica pueden estar vinculados con que los científicos parecen estar escondidos, a veces, por una decisión personal y otras por la forma en que se establece la transposición periodística ente investigador y comunicador. “Los vimos en la calle a fin del año pasado con motivo del recorte presupuestario. En esa sensación de extrañamiento volví a pensar que los investigadores tienen las mismas necesidades y problemas que nosotros, pero a la vez, están haciendo algo que está mal comunicado y eso explica porque los vemos en la calle y sentimos extrañeza”. Los periodistas especializados y los especialistas en los medios abordan los temas de manera específica y focalizada. Este profesional requiere ciertas experticias y saberes científicos tecnológicos que le permita valorar informaciones críticas de ciencia y educación sin crear mayores ansiedades de las que tiene la noticia.
El licenciado Hugo Muleiro sostuvo que en Argentina hay una permanente interacción y contaminación de medios donde el problema de fondo reside en la falta de especialización de los periodistas. “En el sistema mediático no hay especializaciones, las que existen son de las secciones más rendidoras como economía, política, deportes y espectáculos, casi todo lo demás se cubre con los que están “sin hacer nada”. En argentina no hay periodistas especializados en niñez. En el ámbito de la educación son muy pocos los especialistas y de la ciencia ni hablar. En los noticieros de la televisión argentina el abordaje de temas de ciencias no llegan al 0,1 de las noticias, la educación apenas lo alcanza y muchas veces porque está vinculada con la conflictividad docente”
De esta manera las necesidades mediáticas de la audiencia se impone en la formación de periodistas en temas especializados como ciencia, salud, educación, etcétera. Sin embargo, algunos sectores entienden que el camino es inverso y es más adecuado formar a un científico en el arte de comunicar.
En algunas universidades europeas dedicadas a las ciencias duras se proponen formar profesionales cuya especialidad no sea una rama de la ciencia sino la divulgación de la misma. Emilia Ferreiro sostiene que “La distancia entre un comunicador formado en la escuela pública y los desarrollos actuales de la ciencia, particularmente en algunos dominios, son espectaculares y no tienen nada que ver con lo aprendido en la educación básica. Es más fácil imaginar la formación de un divulgador de temas avanzados de física que tiene formación física, que imaginar que una persona que no tiene ninguna formación científica, más allá de la educación básica, pueda hacer buena difusión de la ciencia”.
La superespecialización de la ciencia y la parcelación de los saberes son una consecuencia inmediata de la ampliación del campo informativo, que exige a las audiencias especializarse debido a que no es posible conocer todo acerca de todo.
Las nuevas tecnologías y el avance de la divulgación científica ponen en tensión a los medios de comunicación tradicional que compiten con las redes por el dominio de las ansiedades de las audiencias. En este sentido Igarza sostiene que en una sociedad contaminada por las ansiedades los medios de comunicación tradicional suelen dar respuestas inadecuadas porque no son sincrónicas con lo que está pidiendo la sociedad. Las consultas a la web crecen exponencialmente porque describen los temas con más tiempo de explicación y permiten a los usuarios compartir sus experiencias. “Esto da cuenta –dice el especialista– que el ecosistema de medios es mucho más complejo, donde intervienen otros actores que interactúan con los periodistas”.
En esta complejidad se impone la formación especializada de los periodistas para que puedan analizar en profundidad un mundo que es cada vez más ininteligible.