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La Emperatriz de los rieles regresó a Rosario Norte

Por Paola Cándido.- La histórica locomotora a vapor cumplió 100 años. Fue diseñada en la ciudad y la asociación FCCA la restauró en 2001. La máquina que llevó a personalidades como Hipólito Yrigoyen y Juan Domingo Perón hizo el recorrido desde la estación Pérez.


Se hizo esperar. Ayer a las 13.10 llegó “La Emperatriz”, la mítica locomotora 191 del Ferrocarril Central Argentino. La máquina a vapor que llevó a personalidades como Hipólito Yrigoyen, Juan Domingo Perón y celebridades internacionales, cumplió 100 años de su fabricación y celebró el siglo con un recorrido desde la estación de Pérez a la terminal Rosario Norte, anclándose allí, como se hacía en los viejos tiempos, tras el recorrido en el que pasó por Cabín 9, y ya en Rosario, por la estación Barrio Vila, la de Ludueña y el apeadero en el Cruce Alberdi.

Más de tres centenares de personas esperaron con ansias la llegada de La Emperatriz. A más de uno se le piantó un lagrimón y ninguno de los que estaban presentes se perdió la oportunidad de sacarse una foto con la reliquia ferroviaria.

La locomotora es de cuño local: fue diseñada en Rosario por ingenieros del Ferrocarril Central Argentino, –hoy oficinas de NCA– y fue restaurada por los integrantes de la agrupación Ferroviario Club Central Argentino (FCCA). La “mole formidable”, hizo el recorrido arrastrando un vagón de pasajeros, también centenario y también restaurado por la agrupación.

José Ciancia es ingeniero industrial y uno de los integrantes de la FCCA, y explicó que la asociación restaura y preserva el patrimonio histórico ferroviario argentino en el entendimiento de que se trata de piezas que son únicas e irremplazables. Y marcó que se hace con el trabajo voluntario y desinteresado de sus socios con el único fin de preservarlas.

“Hace 26 años que me dedico a esto. En 1985 fue la primera vez que fuimos a Buenos Aires para pedir –en esa época al ferrocarril– la locomotora para restaurarla, y finalmente en 2001 nos dieron autorización para empezar a trabajar. Formamos una asociación civil con sede en Pérez que fue creciendo y hoy tenemos 35 vehículos, de los cuales nueve son a vapor”, detalló Ciancia.

El ingeniero destacó que la máquina a vapor “tiene una magia y un encanto” que una locomotora actual, aunque mucho más poderosa, no tiene. “Tiene humo, ruido, vapor, fuerza, tiene el motor a la vista y un tamaño de las ruedas que llega a casi 2 metros de diámetro”, marcó con nostalgia.

Gabriel Asenjo es maquinista, técnico mecánico y aficionado a los trenes de vapor. Y fue quien vino conduciendo a La Emperatriz. “Recuerdo estar en brazos de mi madre y ver entrar los trenes de vapor, que en esa época existían como trenes locales y quería subirme. Siempre fue una aspiración poder conducir un tren de vapor”, detalló el maquinista.

Asenjo marcó que además de restaurar, la asociación civil viene acumulando bibliografía, y sus miembros vienen formándose para trabajar como los antiguos técnicos ferroviarios.

El maquinista reveló que la diferencia entre el tren a vapor y los actuales es radical: el movimiento del tren se genera por la expansión del vapor y con los actuales se quema combustible dentro de un cilindro.  “Por alguna razón el vapor genera emoción en la gente. Nadie puede dejar pasar una locomotora a vapor sin mirarla. A todos les llama la atención y tiene que ver con el pasado, con los orígenes. Esperamos contar con el apoyo del público para que nos dé fuerzas para seguir adelante, lo que hacemos es todo amateur y dependemos mucho del esfuerzo de la comunidad que nos apoye”, concluyó el maquinista.

Algo de historia

La 191, por ser cabeza de la serie más rápida, se convirtió en la locomotora insignia del Ferrocarril Central Argentino y durante 18 años fue conducida por Francisco Savio, uno de los dos maquinistas –junto con Carlos Gallini– con cuyos nombres se bautizaron apeaderos y calles en varias ciudades.

El mito de la 191 se reforzó en la década del 60: cuando falleció Savio, que estaba jubilado desde hacía tiempo, la locomotora tuvo un severo accidente en Maizales, cerca de Rosario. De este siniestro fue recuperada por una verdadera proeza mecánica en los Talleres Pérez. Desde ese momento, pasó a ser la “niña mimada” del gigantesco taller ferroviario. Luego de décadas de abandono, y de haber sido considerada “chatarra”, fue restaurada y hoy funcionará como testimonio de la era del vapor.

Siempre fue pintada de color negro con el vistoso fileteado “passenger” del Central Argentino (blanco y rojo, pero de líneas puras, sin los tradicionales firuletes criollos), y sobre la pintura una capa de barniz para darle brillo. Todos sus elementos de bronce se pulían permanentemente.

El espíritu del FCCA

El Ferroviario Club Central Argentino (FCCA) es una asociación civil sin fines de lucro, inspirada en las “Sociedades Históricas” de otras partes del mundo, interesada únicamente en preservar la vasta historia ferroviaria argentina. Tiene más de 25 años de existencia, cuenta con personería jurídica y se dedica exclusivamente a la preservación mecánica e histórica de verdaderas reliquias ferroviarias, como locomotoras, coches y vagones.

Cuenta con una trayectoria reconocida en el medio ferroviario, tanto nacional como internacional, ganada gracias a un trabajo silencioso, constante y responsable, que dio resultados.

Su sede social se encuentra en Pérez, polo industrial ferroviario argentino por excelencia. Sus socios son técnicos, ingenieros, maquinistas, historiadores, ferroviarios en actividad o jubilados y estudiantes, entre otras especialidades y profesiones.

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