Paula Marini*
El film Capitán Fantástico cuenta la historia de una familia, los Cash, que ha crecido cuestionando a la sociedad. En especial, a las instituciones que representan un determinado poder como la escuela, la iglesia y hasta la misma familia. En el comienzo nos muestra la rutina de sus integrantes (un padre y seis hijxs de diferentes edades), quienes viven en una especie de cabaña en el medio del bosque, alejados de la tecnología y del supuesto confort de las grandes ciudades. Ben Cash (Viggo Mortensen), tiene un determinado modo de criar a sus hijxs, con rutinas por cumplir: ejercicios físicos, lecturas y argumentación, organización de la subsistencia para comer, entre otras.
Nadie quiere crecer
En una de las primeras escenas vemos a unx de lxs integrantes del clan pintado con barro en un acontecimiento con reminiscencia tribal, donde mata a un ciervo y le extrae su corazón. Una vez logrado, lo muerde y bebe su sangre, situación que es observada por el resto de la familia. El padre toma la palabra, pinta su cara con sangre y le anuncia el pasaje de la niñez a la adultez.
En la actualidad, los ritos como pasaje simbólico han dejado de tener la potencia que la sociedad les atribuyó. Acá encontramos una crítica a lo que pasa hoy con los ritos como pasaje a la vida adulta. Alain Badiou escribía en La verdadera vida (2016) que estos rituales permitían una fijación o rumbos posibles. Ahora parece haber más desorientación. Nadie quiere salir del “jovenismo”, esa idea de permanecer siempre en la eterna juventud que vemos en el crecimiento de la cultura fitness o de las cirugías estéticas. Crecer no está bien visto, cuando antes la sabiduría venía con los años. “Ahora sos un adulto”, le grita Ben a su hijx al terminar el rito.
El encuentro con lo diferente
La trama se complica cuando Ben se entera de que su mujer, la madre de sus hijxs ha muerto. El abuelo de los niñxs culpará a Ben por la muerte y no está de acuerdo para nada en el modo en el que viven. Uno de sus hijxs menores también lo culpa y critica el modo en el cuál los hace vivir.
El conflicto desata las discusiones sobre la decisión de Ben de criarlos totalmente alejados de la sociedad, de no mandar a sus hijxs a la escuela, de qué lugar tiene la tecnología, e incluso de lo que se habla. En una escena vemos en el encuentro con sus primxs, quienes viven en la ciudad, van a la escuela, están pendientes de sus celulares, la Play Store, aceptan su vida más que lxs hijxs de Ben, quien les permite tomar vino y hablar de las cosas tal cual son. Por ejemplo, contar, ante el enojo de su hermana, que su madre se suicidó y no que murió de una enfermedad. En otro momento vemos también cómo Ben responde a la pregunta de su hija pequeña sobre qué significa la violación o tener relaciones sexuales.
Quienes trabajamos en pedagogía decimos que la educación es un proceso por el cual una o dos generaciones se ocupan de pasarle a las nuevas aquellos saberes necesarios para que puedan incluirse en el mundo que los acoge y que es propio de un determinado momento histórico, de un tiempo y de un lugar.
Preguntas esenciales
En los últimos años aparecieron otros modos de educación para pensar esa transmisión entre generaciones. Está el ejemplo de las Escuelas Bosques en algunas ciudades de España, Finlandia o el homeschooling, que dan letra para ver otros modos. En los últimos años la escuela cuenta con más críticas que alabanzas, pero creemos que sigue siendo el lugar para encontrarse con otrxs y desde allí pensar las diferencias.
La pelea entre Ben y su hermana sobre la importancia de enviar o no a los niñxs a la escuela nos puede ayudar a hacernos algunas preguntas. Ben intenta abonar la discusión preguntando a sus sobrinxs, que asisten a la escuela, qué es la Carta de Derechos. El chico no termina de poder contestar. Cuando Ben se lo consulta a su hija de ocho años, ella recita los artículos y los fundamenta. Fin de la discusión y principio de las preguntas.
¿Qué orientación ofrecen los conocimientos enseñados en las escuelas? ¿Qué sentido tienen? ¿Por qué hay que conocer la Carta de Derechos? ¿Memorizarlos o comprenderlos mejora nuestra vida democrática? ¿Los saberes escolares de historia, literatura, física sirven para orientar en la inclusión al mundo? La acción escolar viene siendo denunciada porque disciplina, civiliza, reprime y homogeneiza. Pero también sabemos que la escuela permite que unx se convierta en otra cosa diferente de lo que es. Es la que habilita, capacita y ofrece otros destinos. La forma escolar necesite ser revisada. “Está alterada”, dicen algunxs pero hasta el momento no se sospecha de otros modos que tengan la eficacia que tuvo la escuela en el pasaje de una determinada cultura.
*Profesora de pedagogía de la UNR, docente de los institutos de Formación Docente y doctora en Educación