“La polémica empezó con el video que grabamos con ustedes”, dice Flor Del Alba Cruz apenas entra a la redacción del diario El Ciudadano una tarde a mediados de mayo. Ya pasaron varias semanas desde que se publicó aquel video: uno donde, como presidenta de la FUR (Federación Universitaria de Rosario), explicó a este medio la delicada situación presupuestaria de la universidad pública en la ciudad.
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La pieza audiovisual se publicó en las cuentas de Instagram y Twitter de este medio y además de miles de likes y visualizaciones recibió una catarata de insultos y agravios contra la militante que poco tenían que ver con la situación financiera de la Universidad Nacional de Rosario (UNR) y de las demás casas de estudios cuya continuidad se ve amenazada por la no actualización de su presupuesto en un contexto de inflación galopante. A la fecha, el gobierno nacional solo atendió la situación de la UBA en desmedro de las demás casas de estudios que contienen más de un 1.700.00 estudiantes, frente a los 400 mil de la UBA.
Del Alba Cruz tiene 25 años, nació en Santo Domingo, capital de República Dominicana, pero hace más de 15 años que vive en Argentina. Primero en Pergamino, provincia de Buenos Aires, y luego Rosario, cuando se decidió por la carrera de la cual está a dos materias y una tesina de recibirse: la licenciatura en Comunicación Social.
Desde esa óptica analiza también lo que ocurrió en las redes sociales entre el pasado 18 y 23 de abril que la tuvo a ella en el ojo de la tormenta: “Creo que eso está planificado porque es ilusorio que a los 5 minutos de una publicación existan 30 comentarios que tienen la misma matriz, que no cambian mucho el uno del otro. Hay cuentas reales con muchísimos seguidores que se enganchan pero hay muchos bots que replican esos mensajes dañinos y ofensivos que hacen que se genere toda una retroalimentación”. La respuesta que ella o sus seres queridos o colegas puedan dar, plantea, no alcanza frente a los cientos de comentarios reactivos.
En este sentido, profundiza: “Primero, yo no era el tema de conversación, había otro que fue lo que hablé con ustedes: la marcha federal y la defensa de la educación pública, todo ese contexto. Después, al volver a mi persona como tema de conversación no hubo un debate político en torno a lo que se estaba discutiendo en general que era la defensa a la educación, las universidades y el presupuesto. Eso generó un clima de mucha violencia porque era el ‘vale todo’.
Para Del Alba Cruz “los discursos de odio no empezaron el 10 de diciembre, siempre existieron en Argentina”: “La violencia creo que es algo que la gente le cobró a la clase política pero también creo que si no hay una decisión coherente por parte de quienes son responsables del Estado de intentar erradicar estas conductas podemos llegar a ser una sociedad mucho más intolerante de la que somos ahora”.
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“Fue mi primera trolleada masiva”, puntualiza la presidenta de la FUR. De todo este acontecimiento en su vida, rescata esto: recibió la solidaridad no solo de autoridades académicas como el rector de la UNR Franco Bartolacci, sino también de estudiantes que militan en otras agrupaciones políticas. Ella, que desde que ingresó a la carrera empezó su militancia en Franja Morada, sabe muy bien que en épocas de elecciones estudiantiles la competencia y las hostilidades pueden estar a la orden del día. Sin embargo ante esta situación todos —peronistas, socialistas, de izquierda— coincidieron en respaldar a Del Alba Cruz. Eso la conmovió.
A contrapelo de lo que ocurre en la escena pública nacional donde incluso funcionarios de las más altas esferas agreden abiertamente a sus contrincantes políticos, para Del Alba Cruz en su facultad —Ciencia Política y Relaciones Internacionales— “la convivencia política que hay es muy interesante y se traduce en muchas facultades”.
Su militancia en Franja Morada empezó en el marco de la organización del tradicional Congreso Internacional sobre Democracia que se realiza en esa casa de estudios. De ese tiempo a esta parte, para la referente gremial de los estudiantes de Rosario hubo un cambio sustancioso en términos de convivencia.
Si antes estaban más sobre la mesa ciertas hostilidades, parece que el contexto nacional de recrudecimiento de la violencia política, en su ámbito de estudio y militancia fue al revés, los ánimos se calmaron: “La facultad es un refugio de muchos jóvenes que tienen ganas de crecer en la política, que deciden militar para formarse, para contribuir, para estar más cercanos a las problemáticas de la sociedad. Una crítica que nos hacen muchas veces a los dirigentes estudiantiles es que nos sesgamos en nuestras cuatro paredes. Y sí puede ser, porque la universidad es nuestro lugar de incidencia. Seguramente tengamos otra agenda que la que tienen muchos trabajadores o trabajadoras o gente que está en un comedor o en un merendero pero la esencia es la misma. Más allá de que el público sea diferente, y no hablo solo de la Franja sino de todos los militantes, nosotros nos formamos en un espacio militante defendiendo una idea. No hay nada más lindo que defender una o varias ideas. Hay que creer en algo, cada uno decidirá en lo que cree. Yo creo en la política”.
Puntualiza la pandemia, la sucesión de presidentes de distinto signo político, la grave situación económica general y cómo esta situación de emergencia presupuestaria en las universidades —que si no se resuelve pone en riesgo todo el sistema público de acceso al conocimiento— unió a militantes de distintas tradiciones políticas en una misma causa: la defensa a la educación pública.
Del Alba Cruz no solo viajó a Buenos Aires para la marcha federal del pasado 23 de abril, sino también para las exposiciones en el Congreso de la Nación donde se trató este tema: “Me encontré a toda la UNR, muchos diputados y diputadas pasaron por nuestra casa de estudios”.
Puesta en valor de las universidades
La presidenta de la FUR entiende que “lo económico fue repetido hasta el cansancio, la cuestión del financiamiento” pero para ella “la esencia del reclamo tiene que ver con la defensa del valor que tiene lo que se hace en la universidad”. Cita una encuesta a la que tuvo acceso hace poco, donde leyó que la representación en la sociedad que tienen los partidos políticos viene en caída libre pero que no pasa lo mismo con las universidades como instituciones. “Lo nuestro en este contexto se volvió contracultural”, sostiene.
Interpreta que en lo que va del año “se intentó montar una campaña de desprestigio a las universidades, de tergiversar lo que pasa ahí”. También considera que, lamentablemente, “la educación desde la vuelta de la democracia hasta ahora ha sido muy poco puesta en la escena pública”: “Y cuando aparecemos lo hacemos siempre como una variable de ajuste. Hasta ahora cuando se discute educación pública sí o no se discute en esos términos y es un error terrible. Se discute desde un lugar que no tiene su potencia, más allá de lo importante que es el financiamiento para las universidades nuestra discusión no solamente tiene que ver con el material para funcionar sino todo lo que la universidad tiene para dar”.
En ese sentido enumera: “En la pandemia la universidad garantizó respiradores, no solo realizó una campaña de salud en todos los lugares públicos de Rosario sino que contribuyó en términos presupuestarios incluso para los colectivos de la ciudad. Tiene profesionales e investigadores que son reconocidos internacionalmente, que han desarrollado vacunas y prototipos tecnológicos. Cuenta con medios públicos universitarios que le dan espacio y voz a muchos proyectos no solamente estudiantes sino también voces de la misma universidad. Hay programas de extensión universitaria que están vinculados con los barrios. La escuela de oficios es una propuesta académica para gente que no atravesó la universidad o que quiere complementar su formación pueda hacerlo. Todo esto está disponible. Las universidades son instituciones que vienen de hace muchos años y pueden tener estructuras arcaicas pero estamos en proceso de crecimiento constante y quizás fallamos, de alguna manera, al no contarle a la ciudadanía eso tan bueno que hacíamos. Y que, entonces, cada vez que aparecemos en la escena pública parece que es para pedir simple y llanamente plata que es como lo interpreta mucha gente”.
Militancia y vínculo con la UCR
El desprestigio a las universidades no fue la única campaña montada en el último tiempo, desde hace muchos años hay también un especial encono contra la figura del militante político en general. Del Alba Cruz es una férrea defensora de esta práctica: “Con errores y con aciertos, con cosas a mejorar por supuesto, pero hay una gran voluntad política en un pibe que se levanta todos los días para militar. Uno de los discursos que se intentó instaurar es que a nosotros nos pagan, que hay un sueldo. Si esa es la discusión, yo te puedo decir, no existe un sueldo pero además diría que no existe un sueldo que contenga todo lo que nosotros hacemos. Hace años me levanto los lunes a las 8 de la mañana y voy a facultad, estoy ahí hasta las ocho de la noche. Si sos elegido como centro de estudiantes tenés a cargo la fotocopiadora. Tenés que pensar actividades, tenés que llevar adelante posicionamientos, tenés que organizar una marcha como la que pasó el otro día. ¿Fines de semana? Sábado de formación política, ocho de la mañana arriba. Domingo grupo de estudios. Hay toda una cuestión ahí de poner el cuerpo que no tiene un horario. Lo hacemos más por la pasión y por el deseo que por un rol institucional”.
La Unión Cívica Radical es el partido al que pertenece la agrupación estudiantil Franja Morada. La posición del partido respecto al gobierno de Javier Milei es ambigua. Las declaraciones públicas de sus representantes a veces son más críticas que efectivamente hacen en la práctica (su forma de votar en el Congreso, por ejemplo).
Sobre esto, la dirigente estudiantil subraya a lo largo de toda la nota que “la Franja tiene su propia idiosincrasia”: “Porque su surgimiento es contextual, es un resultado de la construcción política de muchos años de resistencia hacia gobiernos autoritarios que terminan confluyendo en un grupo de jóvenes que se agrupan en una idea. Nuestra esencia es el reformismo de 1918 y ese reformismo creo que también atraviesa al radicalismo por el gobierno de (Hipólito) Yrigoyen por todo lo que significó su presidencia para que la reforma universitaria se lleve adelante, sin quitarle protagonismo a los estudiantes que eran los principales actores de relevancia”.
Recuerda que entre el 30 y el 83 Argentina estuvo sometida a numerosos golpes de Estado y que “la UCR ha tenido momentos en conjunto con otros partidos políticos donde han tenido que unir voluntades”.
A pesar de las diferencias con la conducción del partido, Del Alba Cruz sostiene que la Franja Morada es escuchada en sus inquietudes y define: “Creo que tenemos otra esencia porque la universidad es autónoma, algo atípico a nivel internacional. Además la Franja empieza a construir cuadros políticos que provienen de esa militancia de pasillo. Creo que eso nos diferencia de otras organizaciones que también ganan centros de estudiantes. Nuestro vínculo con el radicalismo es, por supuesto, ser radicales, pertenecer a la Unión Cívica Radical con mucho orgullo. Pero también al tener visión joven de un partido que nos hacemos cargo porque es uno de los partidos políticos con más historia de la Argentina y se funda a la par de que se empieza a construir el Estado nacional y tiene ideas, quizás, muy arraigadas. Es una gran crítica que tenemos como juventud. En nuestra historia a diferencia de otras organizaciones estudiantiles que consideran tener una línea directa por ejemplo con un gobierno, a nosotros los gobiernos no nos son permeables. Acompañamos al gobierno de Alfonsín y le marchamos a Alfonsin, la Franja escribió un documento para echar a López Murphy, en el 2001 fue muy crítico de De La Rúa. Por eso, más allá de pertenecer al mismo espacio, somos críticos”.
Remarca, sin embargo, algo que inquieta dentro de su organización: “Hace 22 años que no tenemos un candidato a la presidencia. Es necesario discutir esto porque lo más lindo también de ser militante tiene que ver con poder plasmar en una candidatura, que es coyuntural, en un proyecto político esas ideas que uno tiene y milita”.
Raíces y futuro
El inicio de su vida como militante coincidió también con las discusiones públicas en Argentina acerca de la legalización del aborto. El feminismo fue para ella también la puerta de entrada a la política. Algo que también le impactó la última vez que viajó a su tierra natal, en 2017: “Me di cuenta, aunque en el fondo creo que siempre lo supe, que Argentina es un país que si bien tiene sus problemas y que ahora estamos en un momento muy difícil, es muy avanzado en muchas discusiones, uno lo ve como algo normal pero no pasa en muchos países. Sobre todo hablo de mi lugar de referencia que es lo que conozco, República Dominicana”.
Fue en ese viaje, el último que hizo, donde conectó más con su familia que sigue allá. En Argentina vive su madre, pero en Dominicana su padre. De esas raíces caribeñas resalta una cualidad: a pesar de la cantidad de años que habían transcurrido desde que se fue del país hasta que pudo ir de visita, fue recibida con mucha calidez y amor. Lo subraya con sorpresa, conmovida también por ese gesto.
También, este último viaje en el que ella ya era estudiante universitaria y militante, le permitió acercarse más a su padre y descubrir un aspecto del que no sabía nada: él fue también un dirigente estudiantil, en la Facultad de Derecho de Santo Domingo.
Ahí entendió: “Empecé a caer en la cuenta de que cuando comíamos juntos hablaba de Simón Bolívar, de José Martí. Siempre que nos mandamos mensajes, mi padre termina con una enseñanza de vida. A veces cita a Juan Bosch (presidente de República Dominicana en 1962), a Juana Azurduy o Pepe Mujica o a Lula. En las elecciones argentinas del 2023, me escribía y preguntaba por los candidatos, quería entender. Siempre estuvo muy conectado con las noticias y la política. Por él me enteré que República Dominicana había tenido una de las primeras universidades públicas de latinoamérica”.
A poco de convertirse en licenciada, Del Alba Cruz ya sabe que quiere seguir estudiando. Se anotará en una diplomatura donde se entrecruzan sus dos pasiones: comunicación y política. Por lo pronto su agenda sigue ajustada: de asamblea en asamblea, a marchas, reuniones, cursadas.