Desde el pasado viernes 7 y hasta este sábado, Rosario fue una vez más sede y pantalla para las imágenes de Latinoamérica. Durante nueve días, los rosarinos pudieron disfrutar de cortometrajes en competencia, documentales, ficciones, animaciones y materiales experimentales de Argentina, Cuba, Brasil, Uruguay, República Dominicana, Colombia, Costa Rica, Venezuela, Chile, Guatemala y Paraguay, que llegaron a la ciudad en el marco de la 25ª edición del Festival de Cine Latinoamericano Rosario, que finalizó anoche con la entrega de premios en el cine El Cairo, y donde resultó como gran ganadora la ficción mexicana Verde, de Alonso Ruizpalacios.
Diferentes salas y espacios públicos recibieron al Latinoamericano que organizan anualmente la Secretaría de Cultural Municipal y el Centro Audiovisual Rosario: la plaza San Martín, que fue el escenario de la función de apertura, El Cairo Cine Público, Cines del Centro, Village Cines, Museo de la Memoria, Complejo Astronómico Municipal, Escuela Para Animadores y Museo del Deporte en Parque Héroes e Malvinas.
Pero hubo mucho más: estrenos de largometrajes, proyecciones especiales y charlas. En estos días llegaron a Rosario invitados especiales, entre directores, productores, estudiantes y jurados de los distintos premios, y fueron nueve días de encuentro en los que tres mil personas se acercaron a disfrutar del cine latinoamericano.
Competencia Oficial
En el marco de la Competencia Oficial, cuyo jurado estuvo integrado por Magalí Bayón, Hugo Grosso, Carlos Flores Delpino, Gabriel Patrono y Andrés Giménez, el premio al mejor corto fue para Verde, ficción mexicana de Alonso Ruizpalacios, acerca de Ariel, un taciturno guardia de traslado de valores que transporta millones ajenos cada día, y que descubre que será padre por primera vez. Según el jurado, el material mereció el premio, “por construir un sistema narrativo que transita con perspicacia e inteligencia entre el registro documental, la puesta en escena realista y la creación de soluciones experimentales”. El mismo corto, además, también se quedó con el premio a la mejor ficción dentro del mismo apartado.
El mejor documental fue para Tailor, producción brasileña de Calí dos Anjos, acerca de un joven dibujante de Río de Janeiro que comenzó a dibujar cómics para expresar cuestiones de su transexualidad y contar historias de otras personas transgénero. Según expresó el jurado, se quedó con el premio “por darle visibilidad a una temática postergada a través de recursos formales originales dentro del género documental”.
A su tiempo, la mejor animación recayó en 60 Segundos de oscuridad, trabajo argentino que lleva la firma de Pablo Conde. Una nevada misteriosa, una ciudad visitada por la muerte. La locura y los límites de lo soportable traen sus consecuencias de la mano de la desesperación, relata la sinopsis de esta propuesta que el jurado premió “por transponer de una manera plástica, singular y sensible el universo de una obra indispensable de la literatura nacional, resignificándola y homenajeándola”.
El premio al mejor trabajo experimental fue para Paisajes repentinos, también producción nacional, con dirección de
Javier de Azkue, en la cual, en medio de un helado paisaje de invierno, la naturaleza se ve perturbada por unas nuevas fuerzas orgánicas que todo lo cubren. Combinando video con arte generativo y música concreta, Paisajes repentinos medita alrededor de la creación y la observación, y explora el choque entre la vida natural y artificial. Según el jurado, se quedó con el premio, “por generar una experiencia sensible aplicando técnicas de arte generativo al registro de la naturaleza”.
Competencia Rosarina
Un jurado integrado por Laura Copello y Juan Francisco Zini premió a la producción local Los Conversos, documental de Arturo Marinho, acerca de la primera experiencia de talleres creativos y alfabetización en cárceles argentinas realizados por mujeres, que sucede muros adentro, en la Unidad Penitenciaria 6 de Rosario. El material fue reconocido “porque echa luz sobre una realidad eludiendo la narrativa carcelaria tradicional, mediante un virtuoso manejo del lenguaje cinematográfico que genera climas de intimidad y posibilita un cambio en la perspectiva de la mirada entre el adentro y el afuera”.
Otros reconocimientos
La Competencia Escuelas de Cine, cuyo jurado estuvo integrado por Cristian Llamosas, Esteban Ferrari y Fernando Maded, premió a La mirada indolente, documental argentino de Sebastián Camacho, “por la originalidad en la utilización de los recursos audiovisuales para el tratamiento de una temática de difícil abordaje”.
El apartado Premios Especiales, cuyo jurado estuvo integrado por Anahí Lovato, Mariana Sena y Ricardo Arias, otorgó el Premio Cinemateca al mejor cortometraje educativo para Tailor, de Calí dos Anjos.
Por otra parte, el Premio Centro Audiovisual Rosario (CAR) al mejor cortometraje sobre derechos humanos, cuyo jurado integraron María Cristina Viano, Claudio Perrín y Claudia Piccinini, recayó en La mirada indolente, de Sebastián Camacho. Y el Premio Secretaría de Cultura y Educación al Cortometraje más votado por el público fue para Sobre la mesa, ficción argentina de Pablo Noriega.
Finalmente, el apartado de Premios Invitados entregó el Feisal, cuyo jurado integraron Sergio García y Esteban Ferrari, a Selva de Sofía Quirós Ubeda, el Premio Rafma (jurado Gustavo Escalante) a Sobre la mesa de Pablo Noriega, el Premio Cine.ar (jurado María Martelotti) a El Casamiento de Juan Camardella, y el Premio Signis (jurado Blanca María Monzón) a la multipremiada La mirada indolente, de Sebastián Camacho.