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La fiesta del libre acceso

En paralelo con ciudades de todo el mundo, Rosario celebró el primer Día de la Cultura Libre. Hubo conferencias, talleres y la posibilidad de compartir materiales “libres”: desde libros hasta software.

Los carteles que se habían colgado en todo el café Jeckyll & Hyde (Mitre 343) armaban un recorrido muy amplio en un espacio tal vez muy chico: para un lado “charlas muy interesantes”, para el otro “instalación de software libre”; en un rincón “acá se comparte material libre” y en el otro “videos muy interesantes”. En su totalidad, la maraña de opciones hacía una celebración tan extraña como agradable y necesaria. Es que ayer, tanto en Rosario como en varios lugares del mundo, se celebró el Día de la Cultura Libre: un día para encontrarse, conocerse y aprender sobre este mundo de dimensiones gigantes, que es tan cotidiano como desconocido.  El evento estuvo organizado en la ciudad por el Grupo de Usuarios de Software Libre de Rosario (Lugro) y Comunidad Mozilla de Argentina, y se desarrolló a lo largo de la tarde de ayer. Auspiciado por la Municipalidad, formaron parte de la celebración organizaciones como: Compartiendo Capital, Libro Blanco de Software Libre, Lugro-Mesh Laboratorio Procomún Rosario.

El choque de generaciones fue evidente: mientras un grupo de adultos que pasaban los 50 almorzaba, otro grupo, pero de jóvenes, iba y venía con cables, pantallas, notebooks y quién sabe qué otros aparatos. Entre café, saludos y explicaciones –algunas de las más complejas– la celebración de ayer estuvo hecha a base de charlas y mesas donde se distribuía material, desde software hasta música: “Vení con tu memoria USB o trae CD/DVD y llevate material libre”, rezaba la invitación. “La idea es llegar por fuera de lo técnico, lograr unos cuantos «¡clicks!» para que se entienda que detrás de las herramientas hay alguien que las controla y también que hay otras opciones ante eso, otras licencias, otras perspectivas”, resumieron los organizadores.

“Hemos previsto al Día de la Libertad de la Cultura como un día donde se exhibe el arte de la cultura libre, tanto como sea posible, y también se celebre. Nuestra visión es promover que todas las personas se comuniquen libremente, creen y compartan en un mundo digital que es participativo, transparente y sostenible”, explicaron. Entre los objetivos del encuentro pueden resumirse: celebrar la libertad de la cultura y las personas detrás; fomentar un entendimiento general de la libertad cultural, y fomentar la adopción de las licencias de cultura libre; crear un acceso más equitativo a las oportunidades incrementando el cuerpo de trabajo cultural accesible a todos; promover un diálogo constructivo sobre las responsabilidades y derechos en la sociedad cultural, y más.

Los organizadores admitieron que, a veces, este tipo de conceptos marea. Hacen pensar que la mayoría de las personas no están al alcance de comprenderlos, que son ideas demasiado utópicas –¿software? ¿cultura libre? ¿comunicación igualitaria? ¿Libertad a la información?– y, ante todo, que no atraviesan la cotidianeidad. Sin embargo, basta hacerse algunas preguntas como para darse cuenta de que en el actual paradigma –donde las leyes y el desarrollo impensable de la tecnología no son compatibles– todos son “delincuentes”: copiar y pegar por internet sería robar (y tal vez no a su autora, sino a una empresa), descargar música o mirar un video por You Tube es delito como también lo es sacar fotocopias para la facultad, copiar una frase de un libro porque gustó, copiar un CDy regalarlo a alguien para que disfrute esa música.

“Creo que tenemos que ir tomando conciencia de la situación actual y de las anteriores, de muchas cuestiones que quizá ignorábamos e ignoramos y que nos afectan fuertemente como sociedad. Últimamente están surgiendo muchos casos que dejan ver la necesidad de organizarse e impulsar el movimiento de la cultura libre. Entre ellos, los proyectos de ley para restringir internet en países como Estados Unidos, Colombia y España y el consecuente cierre de Megaupload; los proyectos del canon digital y de profundización de la restrictiva legislación sobre derechos de autor en nuestro país; los juicios a Taringa y Cuevana; el juicio al profesor de filosofía Horacio Potel por poner a disposición de la gente material que de otra forma habría sido inalcanzable; o los abusos de las gestoras colectivas de derechos de autor llegando a censurar hasta actos escolares”, ejemplificó Mariano, miembro de Lugro y de KDE, una comunidad mundial que desarrolla una de las piezas más difundidas del software libre, uno de los gestores de ventanas del sistema operativo GNU/Linux.

Tal como él –y en realidad toda la jornada– dejó en claro, liberar no es robar y que cada uno se apropie de los derechos del otro, por el contrario, es la posibilidad de compartir sin restricciones y con pleno respeto al autor (de un libro, de música, de un programa para la computadora). Dardo Ceballos, miembro del proyecto “Laboratorio del Procomún de Rosario” (que investiga, analiza, visibiliza, defiende y estimula el desarrollo de la esfera “pública no-estatal”), postuló: “Liberar la cultura implica devolverla a su origen. Toda creación cultural se realiza dialogando, cuestionando, prolongando o recreando un legado cultural previo, por lo cual es algo que hacemos cooperativamente, por más que la imagen del creador individual siga estando demasiado instalada”. Según la visión “de lo que se trata fundamentalmente, es de que la cultura permanezca libre, en circulación, accesible a todos para ser disfrutada, utilizada y recreada”.

“Creemos que el principal riesgo es su mercantilización: es decir, su reabsorción como momento de un ciclo económico de producción de rentabilidad. Es en ese punto donde entra a jugar nociones como la de «propiedad intelectual», tan antagónica con la lógica colaborativa con la que la cultura se produce”, concluyó.

Con todo, por el tipo de debate que se plantea, estos encuentros no están aislados. No son de un día, sino que se piensan constantemente, y aunque no sean  masivos se extienden cada vez. Reuniones de escritores y editoriales independientes organizadas por el Laboratorio del Procomún Rosario o encuentros en ferias de publicaciones independientes y autogestionadas, y festivales de instalación de software libre son un  ejemplo.

“En la actualidad, seguimos sosteniendo como sociedad a métodos antiguos y acotados en lo que respecta a la distribución cultural. Por ello, queremos discutir al respecto y ofrecer otro tipo de distribución cultural con reglas más justas tanto para quien «consume» cultura como para quien la produce”, concluyó Sebastián Criado, de Lugro.

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