Noche mágica. La despedida del año de Newell’s fue perfecta. Una fiesta dentro y fuera de la cancha. Un partido que hizo recordar aquél equipo del Tata Martino que se proclamó campeón hace tres años. Una goleada 6-1 para ponerse chapa de candidato. Para romperse las manos aplaudiendo. Por el juego, por los goles, en especial el sexto de Scocco, y por la despedida de Mateo que tal vez potenció a sus compañeros a una producción de alto vuelo.
Ni siquiera la increíble lesión de Maxi en el festejo del gol madrugador pudo aguar la fiesta. Entró Figueroa e hizo olvidar que la Fiera no estaba. Se sumó a la sociedad del buen pie de Quignon, Formica y Scocco y los goles llegaron como si estuvieran programados.
No hay dudas que Quignon eleva el juego de la Lepra. Y tampoco que Formica es el cerebro que le da otro nivel, con dinámica, buen pie, con asistencias y algunos lujos también. Y si a esa sociedad se le agrega la presencia inspirada de Nacho Scocco, la chapa 6-1 no debería sorprender.
Newell’s jugó como lo marca su rica historia futbolística. Con un juego colectivo atildado y con presencia en la red rival.
Terminar en el podio del torneo antes del receso parecía improbable. Pero la Lepra fue forjando su destino de a poco. Tuvo fortuna al inicio, actuaciones individuales salvadoras, un Maxi iluminado en los minutos finales, pero también un cambio de cabeza en su técnico y los jugadores. Empezó a tener mayor ambición, a creer en sí mismo, y culminó su faena con una noche mágica. Con un resultado de tenis, estando Renzo Olivo en una de las plateas del Coloso Marcelo Bielsa. Y dejó un mensaje para el resto de los equipos: en el Parque hay un candidato serio.