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La franquicia Milei y su doble caja cash de candidatura y profesión también hace ruido en Santa Fe

Como ocurre en la "casta" que dice combatir, el financiamiento del candidato sin aparato también es permeable a que se pierdan vueltos en la cadena de aportes y gastos. Cobra hasta para sacarse selfies. El cholulismo empresario también existe, va de la mano con la esperanza de piedra libre y paga

Como candidato sin aparato, el ultralibertario Javier Milei organizó un sistema de financiamiento de campaña singular, posible por su vertiginoso ascenso en conocimiento público y encuestas, pero que además retroalimenta otra caja: la del cobro en dólares por sus charlas o reuniones privadas como economista, que arma en paralelo a los actos en cada lugar donde va. Y como ese esquema de recaudación es en gran medida cash, aparecen los problemas propios de la «casta política» a la que dice no pertenecer y combatir. Son los conocidos vueltos que se pierden en la cadena de aportes y gastos, de los que hay ejemplos en Santa Fe.

Las denuncias sobre el singular entramado no son nuevas, e incluyen hasta acusaciones sobre trueque de favores sexuales por candidaturas o lugares en su entorno. La lupa más reciente en torno a esa matriz recaudatoria y de reclutamiento de «La libertad avanza» la posó el periodista de La Nación Hugo Alconada Mon en una nota que incluye «cuitas» del territorio santafesino.

«La circulación de dinero en efectivo conlleva otros riesgos. Entre ellos, que alguien se coma un porcentaje. Eso es lo que media docena de personas consultadas por La Nación afirman que ocurrió en Santa Fe, donde la referente es Romina Diez, cercanísima a Karina Milei (hermana de Javier y principal armadora de su espacio)», señala Mon en su artículo. Y agrega: «Varios empresarios aportaron a la campaña, pero el dinero nunca habría llegado a destino. Hasta el punto de que dos libertarios, Carlos Maslatón y Manuel Contini, tuvieron que pagar la cuenta impaga de un evento que tuvo a Milei y Diez como figuras».

“Rubias con cargos”: tras denuncia de Zurbriggen, también Maslatón acusa a Milei de subastar puestos

Si algo de coherencia muestra el candidato de pelo revuelto es en el formateo de campaña según la más pura lógica del «mercado» que endiosa como solución a todos los males de la Argentina. Parte de la recaudación está organizada en torno a franquicias, que vende para autorizar el uso de su imagen en las provincias. Y eso, a modo de subasta: se la queda quien más pone. Estructura, sí, pero sobre todo dinero. El esquema, según Mon, le fue confiado por «un miembro actual del círculo más cercano» del libertario. Aclara que fue en estricta reserva por el temor a represalias internas. Como las que sufrió la joven Mila Zurbriggen tras denunciar los canjes político-sexuales y exponer las “mujeres rubias» del espacio «que muestran todo el día su cuerpo en las redes sociales”.

Las cajas de la libertad, en buena medida, se apoyan en cierta característica que también coloniza a otra casta, la empresaria: el cholulismo. Muchos hombres de negocios con bolsillos abultados están dispuestos a pagar en verdes una charla privada o en pequeños grupos con el economista devenido en estrella pop. Si además avizoran, al compás de las encuestas que lo posicionan terciando en la carrera hacia la Casa Rosada, la posibilidad de unos próximos cuatro años de piedra libre para sus actividades, son proclives a depositar, junto a esas esperanzas, gran cantidad de billetes para financiar los desembarcos del candidato en sus jurisdicciones.

Es que Milei, que cobra hasta las selfies para las que posa, pide que quienes lo invitan a sus distritos abonen todos los gastos del periplo: desde los pasajes y los traslados, la estadía en hoteles, cerca de una decena de custodios y la comida hasta la logística de los actos (sonido, iluminación, personal, alquileres de locaciones, catering y demás). Para él y un puñado de colaboradores, eso sí, modesto en número.

Alconada Mon refiere una segunda anécdota que involucra como afectados a otros dos libertarios. Uno, el abogado, también mediático, que oficia como columnista del programa «Duro de domar» ahora conducido por Pablo Duggan en C5N. El otro, un empresario rosarino del rubro computación, aunque nacido en la región italiana de Piamonte: Manuel o Manolo Contini. “«Voy el 23/3 a Rosario», le escribió Maslatón a (Romina) Diez por Twitter en enero. «Avisáme si hace falta bancar algún cocktail para la militancia». Y Contini no se quedó atrás: “Entre vos y yo pagamos el acto en Rosario”, le escribió a Maslatón. «Puse un fangote de guita para pagar el evento de Milei en Rosario»”, publicó el periodista de La Nación.

En la misma nota, aparece otra infidencia sobre Santa Fe: «Varios empresarios señalaron por separado que les pidieron 1000 dólares para destrabarles una reunión con Milei. Lo notable es que esos empresarios querían conocerlo y, de compartir la visión del país, aportar a su campaña».

La figura que construyó el candidato es fuerte. Poco importa que sus delirantes propuestas en torno a destruir el Banco Central o instalar la dolarización hayan sido tildadas de técnicamente impracticables hasta por sus colegas de la ortodoxia económica. Esas exageradas apuestas de máxima tientan en ámbitos corporativos porque, aunque no se materialicen, abren la puerta a otras en en un escalón inferior de radicalización pro-mercado. En otros universos poblacionales, con billeteras flacas o vacías, prende su impronta de rebelde e indignado anti sistema. Sintoniza con sus padeceres económicos en el registro emotivo, aunque muchos de esos seguidores de la base de la pirámide no compartan, y a veces ni siquiera conozcan, sus propuestas.  Estos últimos alimentan las encuestas favorables, y con ellas como anzuelo, los primeros hacen lo propio con las arcas libertarias.

 

 

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