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La Fuente de las Palabras, un nuevo emblema para Rosario

Por Santiago Baraldi.- Construida con trozos de una antigua fuente del parque Independencia, la instalan en el patio del Palacio de los Leones.

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Dante Taparelli lo hizo de nuevo. En algún lugar de Parques y Paseos estaban arrumbados pedazos de lo que fue una fuente del Rosedal, en los comienzos del parque Independencia. Cada retazo de mármol de Carrara fue restaurado por el personal a cargo del director de Restauración de la Municipalidad, Marcelo Castaño, y Taparelli le buscó un lugar: el patio del Palacio de los Leones, donde el próximo 28 de diciembre comenzará a brotar agua por la boca de un pescado que es sostenido por un niño. Se denomina La Fuente de la Palabra “porque es un lugar donde la palabra tiene mucho valor y, además, toda civilización creció en derredor del pozo de agua; después se transformaron en fuentes y resignificar esta metáfora en un lugar donde se coordina el destino de la ciudad nos pareció relevante. Queríamos, embellecer el patio, tenderemos un ícono que quedará para siempre en el Palacio y lo dotará de un encanto como tienen las mayoría de las casas de gobierno,” detalló el artista.

La obra, de tres metros de altura, se podrá observar desde las mismas escalinatas del ingreso; en una segunda etapa, se colocarán bancos similares a los antiguos que se encuentran en el Museo de la Ciudad, “ponerlos para que la gente que va a ser trámites o los mismos empleados municipales tengan un lugar para estar; se transforma en un lugar visitable y fotografiable”, agregó.

En tanto, el director de Restauración señaló que “quedó muy bien reconstruida, muy bella, si uno observa los detalles advierte que no es una sola pieza, no sabemos quién fue el autor, pero sabemos que estaba en el parque Independencia, y luego fue a parar a Parques y Paseos; ahora la podremos disfrutar”, explicó Castaño, quien además está trabajando en la colocación de tres estatuas en la remodelada estación de ómnibus Mariano Moreno, donde estará El Boxeador, del escultor Rogelio Yrurtia, y otras dos del santiagueño Roberto Delgado.

Profesor de Bellas Artes y formado en la restauración en Florencia y Venecia, Castaño está al frente de un trabajo ciclópeo como es seguir el estado de las más de 150 esculturas que hay en Rosario, muchas de ellas víctimas de vandalismo. “Como en todos los ámbitos es un tema de educación, fíjese que las más dañadas son las estatuas que están sobre el bulevar Oroño, donde alumnos de colegios privados son los que escriben o maltratan al pobre Dante Alighieri, o al Gladiador que está frente al Sanatorio Parque. Paradójicamente, la estatua que homenajea a la Madre que está en calle Ayacucho, frente al Batallón, está impecable y ahí, en frente, hay una villa; no hay vandalismo ni grafitos. El tema es crear conciencia arriba y abajo, porque ya no quedan esculturas de bronce porque se roban”.

A Castaño le preocupa también el estado del Monumento a la Bandera, siempre expuesto a visitas, marchas y concentraciones: “Siempre aparecen grafitis o se trepan a las esculturas; los gendarmes no dan abasto para controlar y, muchas veces, ellos mismos se ponen a limpiar y dejan peor porque no conocen con qué elementos hay que trabajar. Ahora, por ejemplo, en la plaza Las Heras vamos a tener que enrejar porque quisieron robarse los bajorrelieves de bronce que hay allí. No soy partidario de enrejar, pero nos dio muy buen resultado en la Plaza San Martín, un lugar que permanentemente aparecía escrito”.

Vandalismo

Además del vandalismo, Castaño remarca que el excremento de las palomas conspira contra las esculturas por el acido que contiene. “Deberíamos poblar de caranchos la ciudad”, se ríe y comenta que en Europa hubo un debate que llevó cinco años respecto del cuidado del Moisés de Miguel Ángel: “El mármol es una piedra y si se la pisa se deteriora, al Moisés lo lavan con agua nebulizada, tipo vapor, por lo que no tiene cloro. Si un chico pisa una escultura, deja lo que trae en su calzado sobre la piedra. Cada vez que limpiamos una estatua, una piel de la escultura te llevás…”.

El excelente trabajo realizado en la recuperación y restauración de la estatua ecuestre del general Manuel Belgrano, sobre Oroño, hizo que pares de Francia consultaran cómo lo habían realizado: “Lo salvamos justo, se venía abajo en cualquier momento. Hubo que desmontarlo, las patas del caballo estaban corroídas. En el caballo hay lo que llamamos una ‘puerta trampa’, en lo que sería la grupa del animal, es lo último que se ensambla cuando se realiza la escultura, está abulonada, eso se abre y se ingresa a la escultura para revisarla por dentro y encontramos que estaba todo podrido, así se realizó un trabajo de primer nivel”, concluyó.

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