A 20 años del oro olímpico, el equipo que logró el máximo galardón del básquet en Atenas 2004 tuvo su fiesta en el Parque Roca e hizo vibrar y emocionar a todos.
La noche del Parque Roca se vistió de gala de principio a fin. “Esta generación trascendió al deporte”, expresó José Montesano y el estadio se vino abajo para la ovación de todo el público.
El primer “olé olé” se lo llevó un Rubén Magnano sumamente emocionado por el marco. Le siguió todo el plantel, que recibió su merecida ovación, esa que el deporte y el público argentino le debía a sus grandes héroes.
El himno tocado interpretado por Airbag le dio el toque rockero y la bola fue al aire. Y allí se vio a cada uno con su gen competitivo. La capacidad atlética de Walter Herrmann, los rebotes de Fabri Oberto, el talento de Manu Ginóbili y una volcada que rememoró sus grandes épocas, Carlos Delfino y su elegancia, Luis Scola y su simpleza, Gaby Ferández y su tiro al igual que Leo Gutiérrez, la conducción de Puma Montecchia y de Pepe Sánchez, la fuerza de Chapu Nocioni, el liderazgo de Hugo Sconochini. Todo entre risas y también la emoción propia de recibir el abrazo del público ante cada acción y conversión.
El aplausómetro se lo llevó igualmente la Peque Pareto, gran protagonista entre los invitados de los dos equipos, al igual que un Ricardo Primitivo González, el último sobreviviente de los campeones del mundo de 1950 que recibió una ovación de todo el estadio reparando una deuda histórica. A su vez, la emoción total de ver a padres e hijos disfrutando de jugar juntos los últimos minutos.
Un equipo que se merecía este evento, estas ovaciones, este agradecimiento por el enorme oro olímpico, aquella epopeya que se hizo realidad en Atenas 2004 y que marcó a fuego a toda una generación, mucho más allá del deporte. “Lo que ustedes lograron no volverá a suceder nunca, en ningún lugar”, dijo Gregg Popovich en pleno evento vía video, y vaya que no pasará. ¡Gracias Generación Dorada!
Nota de Basquet Plus