Amalia Granata llegó a la Legislatura provincial en 2019, impulsada por su militancia anti aborto y anti kirchnerista. Conocida hasta ese momento por sus intervenciones mediáticas, se ganó su banca de diputada provincial con una muy buena cosecha de votos. En 2021 se sumó a Juntos por el Cambio, desde donde intentó ganar un lugar en el Congreso de la Nación. En esa compulsa compitió junto a Federico Angelini, actual compañero de fórmula de Carolina Losada, a quién criticó por un vuelo privado que costó, según ella, 15.000 dólares, con el que la precandidata a gobernadora viajó desde Capital a la provincia, por una actividad de campaña. Unos meses atrás, desde su partido Somos Vida, se alió al candidato presidencial Javier Milei, quien finalmente resolvió prescindir de los armados provinciales. Candidata a diputada provincial junto a sectores libertarios que sobrevivieron a esa decisión, Granata no le reprocha nada y garantiza que esta vez todos los integrantes de la lista fueron elegidos por ella. Pese a sus tres años y medio como legisladora, sigue empleando el término «casta» para referirse a sus colegas de la Legislatura. Sigue sin creer en la veracidad del atentado a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner y admite, casi como una mueca de la suerte, que tiene un sobrino «recontraperonista» que la llama «La Tïa Gorilita». Su padre fue un fabricante de luminaria importante en los 80 y se fundió en los 90 por la importación china. Aunque aclara que para ella el problema no fue la apertura económica sino la paridad cambiaria de ese momento.
—Ya llevás cuatro años como legisladora, después de ingresar a la política con un discurso que apuntaba a la renovación, con duras críticas a la clase política. ¿Conservás la mirada que tenías de la política o cambió algo?
—Tengo buena relación con todos, porque son mis compañeros y me parece que tiene que ser así, aunque pensemos diferente. De hecho, yo he acompañado proyectos de la izquierda, y viceversa, aunque estemos en las antípodas. Pero hay cosas de sentido común que las podemos acompañar, me puedo a sentar a leer un proyecto y lo acompaño.
—¿Cómo qué?
—Cuestiones que tienen que ver con lo ecológico, o con proyectos de salud. He acompañado y han acompañado mi proyecto de adopción muchos legisladores que piensan diferente a mí. Eso no significa que pertenezca, como dice Javier (Milei) a la casta. A mí me quiso echar la casta el año pasado. Ese tipo de casta es a la que no voy a pertenecer nunca. Eso no significa que tenga mala relación, porque convivimos y tiene que ser así.
—¿Cómo viviste aquel episodio?
—Yo hice una declaración apenas hicieron todo ese montaje de que la quisieron matar a la vicepresidenta, que era una pantomima, justamente, todo montado, todo armado, para victimizarla porque se acercaba la sentencia. Y bueno, la casta no aceptaba lo que yo pensaba y me quería echar. (El diputado provincial Leandro) Busatto, con otro legislador, hicieron dos proyectos para juntar firmas y echarme, en democracia. Porque pensaba diferente me querían echar. Pero bueno, se ve que la casta no fue tan corporativa, hubo muchos que no firmaron y no me pudieron echar. Igualmente no me iba a ir. Me iban a tener que sacar a patadas.
—Para vos no era causa suficiente.
—Primero que (la declaración) no fue hecha en el recinto. Su hubiese sido en el recinto es debatible mi accionar, según el reglamento del recinto. Pero mis declaraciones fueron en una red social, fuera del ámbito de la Legislatura. Y además no dije nada malo. Simplemente que me parecía un «acting».
—Y ahora, con la causa judicial en marcha y el procesamiento de varias personas, ¿seguís pensando igual?
—Sí, totalmente. Incluso ella no habla del tema, habla pero para victimizarse, del arma, pero le da vergüenza de lo circense que fue. Ella hubiera querido que viniera el Mossad a matarla y no los vendedores de copitos, que el único patrimonio que tenían era una garrafa. Era todo muy marginal. Ni ella puede soportar que su supuesto atentado fuera tan marginal.
—¿Vos creés que hay límites en las expresiones de un legislador o que la libertad de expresión es infinita?
—En el marco del respeto, no del insulto ni del agravio, cada uno puede decir lo que piensa. Yo la verdad en ese momento no insulté ni agravié a nadie, dije que me pareció ese hecho algo armado, no es agraviar, ni insultar, ni descalificar. Quizás el límite pueda ser ese, descalificar a alguien.
—Si vos ya con cuatro años en la política, seguís pensando que hay una casta, ¿qué significado le das a esa palabra?
—Justamente eso, la vieja política que toma acciones, como por ejemplo esa, corporativa de «uy, esta no me gusta como piensa, junto las firmas y la echo», esas actitudes que van en contra de la democracia, pero como la casta junta poder, lo realiza. La casta es la vieja política que realiza acciones que no están de acuerdo con lo que uno quiere cambiar.
—¿Cuál es el balance de tus tres años y medio como legisladora?
—A mí me tocó la pandemia también, casi dos años sesionamos desde nuestra casa, después sesionamos en la universidad, porque era más amplia, fue todo diferente, recién el año pasado y lo que va de este año tuvimos el timming legislativo. Igualmente el balance es positivo, yo pude ingresar casi 400 proyectos. Para mí fue todos los días un aprendizaje, súper positivo.
—¿Cuáles fueron los principales proyectos aprobados?, donde vos veas que valió la pena la esfuerzo.
—Pedidos de informe, declaraciones, tengo un montón aprobados, proyectos de ley tengo el de la reserva de unas islas del sur de la provincia, para que sean reserva natural, cuando fue el tema de los incendios. Eso se aprobó por unanimidad y pasó al Senado. Viste que en el Senado los proyectos suelen dormir bastante.
—Inicialmente presentaste tu candidatura en el marco de un armado más amplio de Javier Milei en la provincia. ¿Cómo sentís que Milei haya decidido retirar el apoyo a todos los armados provinciales?
—Lo que yo venía hablando con Javier era que él tiene su espacio, La Libertad Avanza, y yo tengo mi espacio, Somos Vida, era hacer una alianza en las elecciones para ir juntos. Él decidió no armar y no es que nos peleamos ni nada. En la provincia hay muchos espacios libertarios, los invité a seguir en esa alianza, más allá de la decisión de Milei, y hoy están en mis listas. Y con Javier nos mensajeamos y está todo más que bien. Respeto su decisión de no querer participar activamente porque entiendo que tampoco le da el tiempo, porque para armar una estructura necesitás tiempo, y las elecciones él las tiene ya.
—¿Y a vos te afecta eso?
—No, para nada. Es más, estoy muy satisfecha con mis listas, las armé yo, las presenté yo.
—¿En la elección anterior no fue así? Porque el bloque se resquebrajó casi inmediatamente.
—La elección anterior no, porque yo estaba con mucho trabajo y delegué el armado en otras personas. Y yo mientras tanto seguía con mi trabajo y la campaña, y además tenía mi nene que era muy chiquito. Esta vez estuve yo en el armado, el día del cierre de listas anoté a los 50 candidatos yo a mano.
—¿Por dónde pensás que va a manifestarse el debate en la provincia?
—Depende, acá en el sur la seguridad. En el norte tienen temas muy diferentes. La problemática no es la seguridad. Es el tema de la falta del personal de salud en los hospitales, por ejemplo.
—¿Es una provincia injusta?
—Sí, siempre se le dio mucha bola al sur, o a las grandes ciudades, Rosario y Santa Fe, y el resto siempre quedó mucho más relegado.
—¿Hay una deuda entonces?
—Si, pero es una deuda que viene desde siempre. Y la tuvieron todos los gobiernos.
—¿Te interesa trabajar como legisladora ese equilibrio norte-sur?
—El segundo de mi lista es de Reconquista. La idea es que haya alguien del norte, que ponga en acción sus proyectos.
—¿Cómo lo ves a Milei en lo nacional? ¿Creés que puede llegar a presidente?
—Creo que puede pasar cualquier cosa. Puede ser para cualquiera, tanto en lo nacional como en lo provincial.
—Tu expectativa ¿cuál es? ¿Cuántos legisladores?
—28 (risas).
—La elección anterior tuya fue muy buena.
—Sí, y esta creo que también. También depende de cuáles sean los candidatos que quedemos después de las Paso. Porque el frente «Amontonados por el Cambio» tiene como más de 10 candidatos, ya no sé cuántos son. Aparte son todos muy diferentes, tenés a Bonfatti, Corral, toda gente que no tiene nada que ver unos con otros. Eso fue lo que me alejó de ellos también, Porque en la anterior elección fui con ellos, pero en esta elección no puedo ir con ellos. Si gana Bonfatti, ¿como lo acompaño?, no tengo ni un solo punto en común. Las ideas de todos son totalmente diferentes. Se unieron para ganarle al peronismo, pero después va a ser muy difícil.
—¿Pensás que podrías traccionar más votos con un candidato a gobernador?
—No, en 2019 fui sin gobernador y me fue muy bien.
—Muchas veces se califica al espacio donde vos estás como de extrema derecha o anti política, ¿sentís que eso los representa?
—Yo me considero de centro derecha moderada. Cuándo te dicen la ultraderecha quieren dar a entender como que queremos instalar un régimen totalitario. Lo que hay que ver si con esta mezcla de progresismo e izquierda nos fue tan bien. Cincuenta por ciento de gente pobre, la inseguridad que mata gente todos los días, la inflación, evidentemente si la gente está haciendo un vuelco hacia la derecha es porque lo que está no funciona.
—¿Hay similitudes entre vos y Carolina Losada? Las dos vienen de los medios y compartieron espacio político en 2021.
—La similitud es el pelo rubio. Nos teñimos a lo mejor con el mismo color de tintura. Pero ella se tomó un vuelo privado, tiene esa suerte. Viene a cambiar las cosas y no puede explicar cómo paga un vuelo privado. Dijeron «tuvimos una cena y nos vinimos en vuelo privado». Eso lo hace la gente millonaria, tomarse un vuelo privado para venir desde Buenos Aires a una cena. Ellos dicen que se lo regalaron. A lo mejor cree que leemos cuantos de Heidi todavía. Qué explique cómo hace para tomarse un avión privado para venir a una cena. Que además sale 6000 dólares el tramo. Y el avión hizo Rafaela-San Fernando-San Fernando-Reconquista. Hace la cuenta, 15.000 dólares para una cena en plena campaña. Que cuente la senadora, que vino a combatir el kirchnerismo, como dice ella. Primero que nunca fuimos gobernados por el kirchnerismo, o sea que no sé a qué kirchnerismo va a combatir. Y segundo que explique los gastos de campaña.
—¿Cómo está tu actividad en los medios?
—En diciembre del año pasado finalizó el programa que hacía en Mitre los sábados a la mañana. Y ahora estoy dedicada a full a esto.
—¿La política necesita dedicación exclusiva?
—No, no es sano. Me parece mantenerse en el sector trabajo, porque no te alejás de la realidad. Me parece que si estás toda tu vida en lo público…yo escucho legisladores que les encanta dar subsidios, crear instituciones, y todo eso es plata de la gente, de los contribuyentes. Claro, estos pibes nunca en su vida pagaron un sueldo, un alquiler de un negocio, un puto impuesto, perdón que hable así, pero claro, ¿cómo van a entender la realidad de la gente?, si total la plata no es de ellos. O los que defienden las tomas de los terrenos. Yo una vez se lo dije a uno: «¿Por qué no le das tu departamento?». Me dicen que el tema de la vivienda es una deuda de la democracia. Bueno, será una deuda de los gobiernos, pero dale tu departamento al ocupa. ¿La propiedad privada estamos discutiendo en el 2023? Es ridículo. Pero bueno, eso es cuando te acostumbrás a chupar la teta del Estado y no tenés ni idea de lo que es la realidad.
—¿Cómo estaba integrada tu familia y qué relación tuvieron con la política?
—Mi mamá apolítica total. Ama de casa, maestra pero no se dedicó. Mi papá tenía una fábrica de luces en Pichincha (Güemes y Alvear), se llamaba La Luciérnaga. Era enorme, tenía tres pisos. Y tenía un negocio en Sarmiento Córdoba, donde vendía su producción. En los 80 iluminó todo Rosario. Después, cuando viene el 1 a 1, que empiezan a entrar las lamparitas chinas, mi papá decide cerrar la fábrica, porque era muy difícil para el producto nacional competir con lo importado, con la lamparita de un dólar.
—Eso es lo que propone Milei.
—No, Milei propone la dolarización.
—Y la apertura económica.
—Sí, con la apertura estoy de acuerdo. El tema fue el uno a uno. Después cerrró, se puso una parrilla, le fue muy bien. Era un laburante. Ahí fue el boom de los juicios laborales. Se hartó y terminó cerrando también. Y después volvió a vender luminaria en todo Santa Fe. Mi papá no fue militante ni nada pero vivió la política en carne propia.
—¿Tenés hermanos?
—Una hermana, profesora del secundario acá en Rosario. Y mi sobrino, el hijo de mi hermana, milita para Perotti-Rodenas. El es el que estaba en el grupo de estudiantes que le ganó el Centro de Estudiantes de Derecho a Franja Morada.
—Tenés un sobrino peronista.
—Un sobrino recontraperonista, que me dice «La Tía Gorilita». Es abogado.
—¿Buena relación?
—Imaginate, es mi único sobrino. Cuándo él nació yo tenía 15 años, como lo crié. Lástima que bueno, salió peronista.
—¿Los padres son peronistas?
—Nada que ver. Lo cooptaron en la Gurruchaga. Viste que ahí es una escuela militante. Y el chico salió peronista.
—¿Y tu ingreso a la política?
—Yo creo que lo que hizo esta mujer, Cristina, fue introducir en la política a gente que quizás no se iba a animar nunca. Por ganas de que ellos se vayan. Arranqué en el 2016, en la primera elección me presenté como candidata a diputada nacional. Lo que es el kirchnerismo, ¿no? Y lamentablemente todavía lo tenemos. Ahí me animé, en el sentido de que estaba madura como para soportar las críticas. Porque de hecho hasta el día de hoy las sigo soportando, te suben fotos de cuando trabajaba con Tinelli, o cuando estaba con Pettinato, desnuda. Cuando decidí aceptar estaba preparada para que todo eso no me afecte. Y ahí arranqué. Y después sucedió lo del aborto, tema que no estaba en agenda en Argentina ahí bueno, tuve la suerte de ganar.